Los muelles de la terminal local están atiborrados de poteros inactivos y cuesta encontrar lugar para que descarguen la flota operativa y los nuevos barcos que llegan del sur. Preocupación de la estiba y de armadores locales.
Más allá de las promesas y algunas medidas que se tomaron en los últimos años, el puerto de Mar del Plata sigue exhibiendo graves problemas de espacio para que la flota operativa pueda desempeñarse con comodidad y en tiempos razonables de alistamiento y descarga.
Hoy poder encontrar un metro de muelle disponible en las secciones internas donde opera la flota pesquera de altura, muelle Deyacobbi, Espigón 2 y muelle grande, es más difícil que hallar una aguja en un pajar.
La temporada de calamar terminó y muchos poteros están inactivos en distintos sectores del puerto. Amarrados sobre la Escollera Norte, en el muelle de la Terminal de Cruceros, apretados por la Draga Mendoza y también en el muelle interior que antes dependía de Armada.
En la ochava del muelle 2 la foto aérea es irrefutable. Se cuentan hasta barcos amarrados en décima andana. Todos inactivos a la espera de la próxima temporada pero ocupando un área vital para los barcos que quieren alistarse para salir o entrar a descargar.
Esos problemas los acaba de sufrir la empresa Iberconsa, que tiene un rol más activo en el puerto local a partir de haber adquirido al grupo Giorno. El congelador arrastrero API VII, con 800 toneladas en bodega, sufrió algunas demoras hasta que encontró lugar donde descargar tras completar su última marea.
“Tenía reservado el muelle de ultramar pero entró el portacontenedores. Lo ubicamos sobre la ochava”, contó una fuente cercana al Presidente del Consorcio.
Las dilaciones que generó el Consorcio para autorizar el giro del buque generaron preocupación en algunos sectores de la estiba, quienes debieron intervenir para destrabar los obstáculos.
El buque demanda la ocupación de 250 trabajadores en estas horas que dura la descarga. Muchos de la cooperativa Hipocoop, de otras dos cooperativas pero también eventuales del Centro de Contrataciones.
“No puedo andar de matón todos los días”, confesó Alberto Ovejero, presidente de Hipocoop. El dirigente tuvo que “persuadir” a distintos interlocutores portuarios para lograr que el API VII encontrara lugar.
“No es su puerto de asiento operativo y tenemos graves problemas de espacio. Muchos poteros quedaron acá porque es un puerto barato”, reconocieron en el Consorcio. Ahí tal vez haya un punto para corregir. Desalentar el uso improductivo de espacios portuarios con tarifas y priorizar la flota que genera trabajo.
El tarifario con los cánones para la flota de cabotaje nacional plantea mayores valores cuanto más tiempo ocupa el muelle. Los valores oscilan según la andana, entre los 24 y 59 pesos por metro de eslora por día. La flota con asiento en Mar del Plata abona por metros de eslora mensual, 148 pesos la flota menor y 222 pesos la de altura.
“Lo que nosotros demoramos casi dos días en descargar, en otro puerto tardaban seis. Algunos quieren traer más barcos para acá, cambiar la logística para que nosotros podamos atenderlos”, subrayó Ovejero al tiempo que cuestionó la falta de respuestas por parte del Consorcio para defender fuentes de trabajo.
“La parada (centro de contrataciones) está sin movimiento desde que terminó el calamar. Al API VII fueron 48 eventuales. No podemos darnos el lujo de dejar ir el trabajo”, agregó Ovejero.
La preocupación de los estibadores fue transmitida a Carlos Mezzamico, secretario General del SUPA, quien renovó mandato como miembro del Directorio del Consorcio. El dirigente estuvo afectado por un problema de salud que le impidió seguir de cerca el problema.
También los armadores locales están preocupados por las cada vez más frecuentes demoras para la descarga. “Es una guerra de todos contra todos para encontrar lugar a pie de muelle”, confió uno de ellos este miércoles que prefirió mantener su nombre en reserva para que luego no sufrir represalias por parte del Consorcio.
“Supuestamente los fresqueros cargados tendrían prioridad pero no es así. Tenemos perdidas millonarias año a año por cómo se golpean los barcos en séptima, octava andana…un desastre”, lamentó.
El Consorcio trabaja para liberar más de 120 metros lineales de muelle en las secciones Cuarta y Quinta del Espigón 2, ocupada por una veintena de cascos pesqueros inactivos. El anuncio de la puesta en marcha de la obra fue en noviembre de 2017 y Martín Merlini anticipó que la obra demandaría todo el 2018. Estamos en mayo de 2019 y a la fecha no se ha sacado uno solo.
Hace un mes desde la autoridad portuaria volvieron a anunciar el plan desguace a partir de un acuerdo con la Armada para que los cascos se conviertan en chatarra naval en el varadero de la Base Naval; pero el deficiente estado en que se encuentra dicho espacio requiere de una puesta en valor de al menos cuatro meses más.
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