Se ausentó de la sesión de este miércoles y una vez más fue funcional al kirchnerismo. Sigue el bloque Frente para la Victoria, donde confían en que, esté donde esté, el año próximo seguirá ayudando. La otra esperanza es Lozano.
Aquel mediodía de diciembre de 2011 en que su padre oficializó su pelea con Cristina Kirchner, en un acto multitudinario en Huracán, había sesión en la Cámara de Diputados.
Cuando Facundo volvió, Carlos Kunkel, viejo conocedor de las peleas entre peronistas, lo recibió con un abrazo en el recinto y entre risas le dijo varias cosas al oído.
No hizo más que potenciar lo que quienes rodean al líder del gremio de empleados de peajes llegan a definir como “un síndrome de Estocolmo”, que lo lleva a añorar su repentino paso por el kirchnerismo.
“Los de La Cámpora son compañeros”, llegó a decir tras un acto de su padre en plaza de mayo y en contra del Gobierno.
Como se lo quiera definir, los síntomas de su inquebrantable apego a Cristina se sintieron este año y esta semana, cuando a diferencia de su par y también moyanista Omar Plaini se ausentó de la votación del presupuesto y las prórrogas económicas.
El efecto de su decisión es significativo, porque ante un menor número de presencias, el número para alcanzar la mayoría simple es menor y ante los números justos que tiene el kirchnerismo para alcanzar la mitad más uno del recinto con los propios, una ausencia es un regalo nada despreciable.
Un favor similar hizo en la sesión que aprobó el acuerdo con Irán, cuando no dio quórum junto a Plaini y Yoma, pero se diferenció sin votar en contra.
Para conseguir quórum el gobierno tuvo este año otras ayudas recurrentes que no necesariamente votan a favor de sus proyectos. El salteño Alfredo Olmedo fue un caso (su vocación de estar siempre lo llevó a sesionar solo en una reunión pedida por la oposición) y el sanjuanino Mauricio Ibarra otro.
“El problema de Facundo es que quiere instalarse de (John William) Cooke y no sabe que va a tener que bajar con (José Ignacio) Rucci. Es joven y no entiende que mucho de lo que cuestiona toca a su viejo”, reflexiona un sindicalista de la CGT Azopardo que lo frecuenta.
Su primera diferenciación con Plaini fue al negarse a armar un bloque con él en julio, cuando empezó la campaña electora y no ocultaba su furia por el acuerdo entre Camioneros y De Narváez. El canillita y segundo en la lista y tuvo que crear el monobloque Cultura, Educación y Trabajo. Y al menos por ahora, jura a quien le pregunta que jamás se sumará al Frente Renovador de Sergio Massa.
Facundo tampoco se sumó al bloque del tigrense, siguió en el Frente para la Victoria y lo benefició con sus ausencias. En el bloque K nunca lo consideraron ajeno, aunque el año pasado debió soportar reprimendas por la aparición de su padre en una reunión de la comisión de trabajo.
A diferencia de Yoma y Plaini, en las sesiones todavía se lo ve hablar muy amablemente con figuras del bloque K, como la flamante presidente de bloque, Juliana Di Tullio.
En el massismo creen que en diciembre no tendrá otra opción que acercarse y la puerta de entrada sería el proyecto que recientemente dio a conocer para impedir las reelecciones indefinidas en los sindicatos, una puerta de salida para su padre en el gremio de Camioneros.
Sirvió para enfrentarlo al metalúrgico Antonio Caló, jefe de la CGT del gobierno, aunque con la independencia que tienen todos los viejos líderes sindicales.
Si finalmente decide sumarse al Frente Renovador, la duda será cuanto acatará las órdenes de Massa, quien ya dejó claro que no quiere medias tintas entre los suyos. Para los K será una carta a tocar en momentos difíciles. Al menos que nunca más se vaya a la hora de votar.
Lozano, la otra esperanza
“En las prórrogas impositivas nos vamos a abstener”, anunció Claudio Lozano durante el debate en comisión del presupuesto, la emergencia económica y la ampliación de los impuestos al cheque y a los cigarrillos.
Su decisión no era inocua: el kirchnerismo estaba juntando los votos, temía no llegar a la mayoría propia y había anticipado que estaba dispuesto a aprobar las prórrogas impositivas por mayoría simple, o sea, la mitad más uno de los presentes. Las abstenciones, en ese caso, le sumaban a favor.
Se trataba de la segunda ayuda seguida: durante el debate por los impuestos creados para subir el mínimo de ganancias, Lozano presentó un dictamen propio pero increíblemente lo desechó en el recinto. Votó el del Gobierno y aportó a la mayoría holgada que tuvo para mandarlo al Senado.
Las negociaciones lideradas por la bonaerense María Teresa García fueron más exitosas de lo esperado y los K llegaron a la mayoría en todas las votaciones.
En ese escenario y como muestra de sus siempre sospechosas idas y vueltas, Lozano cambió de parecer, votó en contra junto a tres de sus cuatro miembros del bloque Unidad Popular. La quinta es Graciela Iturraspe, quien estuvo ausente.
Hasta 2015 Lozano se quedará en su bloque junto a Víctor De Gennaro (cuyo paso por Diputados es casi testimonial) y el santafesino Antonio Riestra. Son tres votos que bien pueden definir más de una ley. Y el Gobierno no puede sumarlos entre aquellos que nunca podrá conseguir.
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