En una nueva edición de “Cómo es”, Clarín visitó la planta embotelladora de Manaos y dialogó con sus principales responsables.
Autora de publicidades geniales con Juan María Traverso, el Chaqueño Palavecino, Martín Palermo y Enzo Francéscoli como protagonistas y de las primeras marcas en dar a conocer de una forma lúdica su producto en redes sociales, Manaos se erigió como una de las bebidas gaseosas más importantes del país.
Hoy en día tiene en su catálogo un amplio y curioso abanico de opciones gasificadas: Cola, Pomelo, Naranja, Lima Limón, Uva, Guaraná, Limón, Granadina, Pomelo Amarillo y Tónica. A esas se les suma el agua mineral Villamanaos y bebidas saborizadas. La planta, ubicada en Virrey del Pino, puede producir por día alrededor de 500.000 packs a razón de 45.000 botellas por hora, es decir, trece por segundo.
Ese proceso tiene lugar a lo largo de catorce líneas de producción, que no se consiguieron de un día para el otro. La empresa de Orlando Canido hizo un fino trabajo publicitario para que el nombre llegara a los oídos de todos los argentinos. Y lo logró apelando a un patriotismo que los hizo destacar rápidamente.
“Las publicidades fueron hechas con ídolos argentinos que han triunfado contra los grandes deportistas del mundo. Los nuestros fueron número 1. Entonces, si ellos fueron número 1, ¿por qué Manaos no?”, se pregunta el fundador y dueño de la planta en diálogo con Clarín.
Diecisiete años atrás, fue el encargado de transformar a ese espacio (que era un criadero de pollos) en una de las mejores fábricas a nivel internacional. Y también de darle su característico nombre, que, al contrario de su estilo publicitario, poco remite a alguna localidad o ítem ícono de la Argentina.
“Decido ponerle ‘Manaos’ debido a que era distribuidor de la gaseosa Sao y todo el pueblo pensaba que era una gaseosa que traía yo de Brasil. Cuando tomo la decisión de poner la empresa propia, digo: ‘¿Qué nombre le pongo? Tengo que ponerle algo con una onda brasilera para que la diferencia no sea tan chocante en el nombre’”, reconstruye.
Y sigue: “Si el primer día yo hubiera sabido de este éxito al que iba a llegar, tan alto, tan alto… quizás le hubiera puesto El Pampero; Gaseosa El Pampero, por el viento pampero nuestro”. Una vez que tuvo el nombre, lo único que faltaba era elegir con qué productos iba a salir al mercado la marca.
Canido sólo tuvo que repasar los grandes clásicos para dar con la clave (sí, se puede hablar de “clásicos”, ya que se considera a la Argentina como uno de los países que más gaseosa consume: se estima que se beben más de 130 litros al año por persona). Los primeros cuatro gustos de Manaos, entonces, fueron los más tradicionales: cola, naranja, lima y pomelo.
Cuando el caudal de ingresos comenzó a elevarse, la empresa se dio el lujo de seguir ampliando el catálogo. Y lo hizo respetando los gustos particulares de cada una de las provincias. “En Santiago del Estero y en Tucumán se toma mucha (gaseosa de) manzana… cada provincia tiene un sabor distinto: en algunas les gusta de manzana, en otras les gusta el cherry y, en otras, la lima”, explica el empresario.
Cómo se trabaja cada uno de los sabores; quiénes son los encargados de cada una de las áreas de la planta embotelladora y cómo es el día a día de una de las marcas nacionales más importantes. Todo eso lo ves en la nueva entrega de "Cómo es", ya disponible en el canal de YouTube de Clarín.
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