Diversos factores agravaron la problemática generada por el Basural Municipal a través de los años. Varias veces se anunciaron soluciones destinadas a revertir una situación que afecta de manera directa a miles de vecinos.
A poco de entrar hay una cantera de tosca y poco después el camino se bifurca. Siguiendo derecho se va a otra cantera. A la izquierda de este brazo del camino, el terreno es ligeramente barrancoso y cortado en hondonadas. Un pastito ralo recubre las colinas de basura. En el camino de la izquierda, toneladas y toneladas de basura forman barrancos y cerros de una serranía residual. Unas llamaradas las iban consumiendo poco a poco.
Este primer párrafo que inicia el artículo es actual, aunque ya tiene 43 años. Describe una realidad que Luján arrastra como uno de sus grandes problemas estructurales. Por aquel entonces, año 1978, la zona ya contaba con un largo antecedente como lugar de descarga de residuos. Se sumaban, además, varias promesas incumplidas: “Nuestro intendente municipal nos había asegurado que en breve se iba a iniciar la tarea de compactado y procesamiento de los residuos domiciliarios. Con ello, el basural próximo a nuestra ciudad iba a desaparecer”, se quejaban las páginas de este medio.
En las décadas siguientes, las promesas de cierre volvieron a escucharse. Sin embargo, aquellas “chimeneas de esta fábrica de contaminación ambiental”, como describía la crónica de 1978, siguieron en funcionamiento.
Lejos de mantenerse como una situación estable, el paso del tiempo agravó notablemente la problemática del Basural. Esto obedece a varias razones. En primer lugar el constante crecimiento poblacional que aumentó varias veces las toneladas de desperdicios arrojados a cielo abierto y expuestos a una combustión casi permanente. También crecieron los barrios adyacentes, hasta volverse conglomerados densamente poblados. El número de personas directamente afectadas es entonces muy superior a la realidad que presentaban aquellos lejanos años 70. Por último, la permanencia de un gran foco de polución durante muchos años habilitó cuadros médicos de tipo crónicos.
Esta última faceta, que muchos vecinos resumen en el axioma “La Quema mata”, no tiene hasta el momento una cuantificación concreta, aunque sí varios diagnósticos. Hace dos años, el entonces secretario de Salud de la Municipalidad, Ricardo Curone, le puso palabras a una realidad cotidiana en los distintos barrios más cercanos al Basural: “Esto es una situación atípica dentro de la ciudad. La percepción de los vecinos es que todo lo que pasa en materia de salud se potencia por el Basural. Eso tiene una base cierta, pero no está fijado en ninguna base de datos. Pero es cierto que la gente sufre la presencia del Basural y la arrastra para toda la vida. Patologías que en cualquier otro lugar son transitorias, en esa zona permanecen. Lo que sucede en los barrios cercanos es que el Basural acompaña con sus malas prácticas toda la vida de los vecinos. Es un dato que no lo muestra ninguna estadística, pero es algo que no se puede desconocer”, expuso.
En una entrevista realizada por este medio, el director de Atención Primaria del gobierno de Luciani, Jorge Poleschi, indicó que “los recién nacidos que están expuesto al Basural a los pocos meses sufren patologías que van a seguir sufriendo por el resto de su vida, son personas que pueden llegar a estar medicadas de por vida”.
INTENTOS
Con el retorno de la democracia, la problemática generada por el Basural se convirtió en agenda cotidiana de gobiernos y opositores. No es casual entonces que hayan existido varios proyectos y anuncios de cierre. A mediados de 1997, por caso, la oposición a la gestión de Miguel Prince en el Concejo Deliberante aprobó una ordenanza que disponía “el cierre inmediato del basural municipal” a partir de la transferencia de los residuos domiciliarios a la CEAMSE. Se prohibía, además, nuevas descargas en el lugar de tanques atmosféricos, un tema que recién se terminó de resolver más de 10 años después, cuando una disputa entre la gestión de Rosso y la Provincia en torno a Curtarsa derivó de manera indirecta en una clausura a la descarga de líquidos cloacas en el predio.
Hacia finales de aquel 1997, Prince anunció el cierre del predio de la ruta 192. Se proyectaba que durante los siguientes meses los terrenos iban a servir como planta de transferencia. El entonces intendente lo comunicó en el propio Basural. Las acciones quedaron, sin embargo, en el plano de los anuncios.
La gestión de Graciela Rosso, en mayo de 2008, tuvo su propio anuncio de cierre. La noticia prometía hacerse realidad en el transcurso de tres meses. Cumplido el plazo, apenas se informaron tareas de mejoramiento otra vez vinculadas a iluminación, cerramiento y reacomodo de residuos en algunos sectores del predio.
Por entonces comenzó a tomar forma el proyecto GIRSU (Gestión Integral de Residuos Sólidos Urbanos). Y se inició una lucha que recién se resolvió la semana pasada: la adquisición de tierras adyacentes para desarrollar una iniciativa que propone reconvertir el Basural en un relleno sanitario. La semana pasada el Concejo Deliberante dio un paso importante con la aprobación de dos normas vinculadas al tema, requisito para el financiamiento internacional que llegaría del Banco Interamericano de Desarrollo.
Con pequeñas variaciones existe desde los años de gestión de Rosso un amplio consenso sobre las posibles soluciones. Esto atravesó los gobiernos de Luciani, que siempre apostó por una solución en la misma zona (salvo un trasnochado proyecto rápidamente descartado en Cañada de Arias y otra mera intención de un relleno regional en cercanías de la Ruta 6, como respuestas a la imposibilidad de titularizar para el Municipio las tierras pegadas al Basural). También fracasaron otras propuestas de alcance parcial: “Está en marcha el plan para cambiar el basural a cielo abierto por un relleno sanitario que termine con 40 años de contaminación de napas. Se programa comenzar con la construcción de la primera celda de relleno sanitario en la semana del 3 al 7 de agosto”, había declarado el entonces director de Medio Ambiental y actual concejal, Daniel Curci Castro.
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