Las deficiencias en la pesquisa comenzaron con el hallazgo del cadáver.
Mañana, miércoles 18 de enero, se cumplirán dos años desde que Alberto Nisman fue hallado sin vida en un departamento de Puerto Madero. Mucho se ha discutido sobre las circunstancias que rodearon la muerte violenta del fiscal que investigaba la voladura de la AMIA, pero en 730 días la Justicia aún no ha podido determinar qué pasó en el departamento B del piso 13 de la torre Boulevard del complejo Le Parc.
No todas son dudas. El voluminoso expediente que recientemente desembarcó en el fuero federal luego de haber sido instruido durante más de un año en la justicia ordinaria tiene una certeza: la lista de irregularidades probadas que rodearon el caso desde aquel domingo caluroso de principios de 2015 es interminable.
Las deficiencias en la investigación comenzaron con el hallazgo del cadáver. Así quedó reflejado en la denuncia del fiscal Eduardo Taiano contra el ex secretario de Seguridad kirchnerista Sergio Berni y la fiscal -ahora jubilada- Viviana Fein por no haber cumplido con protocolos elementales de preservación de la escena.
Tan burdo fue el procedimiento que en el video realizado por la Policía se puede ver a la fiscal que instruía la causa y a otras personas desplazarse descuidadamente sobre un charco de sangre. También se puede observar
cómo se manipularon pruebas sin guantes o cómo se apeló imprudentemente a un trapo para limpiar el arma desde donde se cree que partió el disparo fatal. Nunca se explicó por qué Fein circunscribió exclusivamente al baño y no al departamento entero -como hubiese correspondido-.
Tal fue el desapego por el debido proceso que hay testimonios que indican que algunos efectivos se tomaron un descanso y prepararon infusiones en la cafetera que estaba en la cocina de la casa del fiscal fallecido. Y hay una pregunta elemental que todavía no tiene respuesta: ¿qué hacía Berni allí?
Muchas de las irregularidades en la pesquisa fueron detalladas por la Cámara en lo Criminal cuando giró la instrucción al juzgado de Julián Ercolini. En esa decisión se explica quizás la primera gran falla de la investigación: ¿por qué luego del hallazgo del cuerpo no se le dio intervención al fiscal Carlos Rívolo como hubiera correspondido?
Hay otra cuestión técnica que fue resaltada por el equipo de especialistas que asesora a Sandra Arroyo Salgado, jueza federal y querellante en representación de las hijas que tuvo con el fiscal fallecido. Pese a que la competencia era de la Prefectura, Fein permitió que la Policía Federal participara de los peritajes. ¿Se buscaba ayuda u obstaculizar la recolección de pruebas?
Semanas después se comprobó por ejemplo que los mensajes del teléfono celular de Nisman fueron borrados. No hay precisiones si el acceso al dispositivo fue remoto o in situ, en el departamento. Pero el hecho de que dos fuerzas hayan estado trabajando en conjunto no hace más que dificultar el camino hacia la verdad.
La desaprensión por los manuales básicos de procedimiento criminalístico se extendió en el tiempo. Por ejemplo, se "olvidó" secuestrar las filmaciones de seguridad del edificio. Días después cuando se fue a buscar el material, los técnicos se encontraron con que el sistema de video sorpresivamente había fallado el fin de semana de la tragedia.
También se obvió indagar a los vecinos, elemento que hubiera ayudado a reconstruir los últimos movimientos de Nisman. Y los investigadores se enteraron por una nota de Infobae que había un tercer acceso al departamento de Nisman: un conducto sin trabas que comunicaba el inmueble con el del vecino. Allí apareció una pisada y una huella dactilar cuyo origen aún no fue establecido.
Desde un primer momento, Fein se esforzó para dar a entender que Nisman se había suicidado. Sin embargo, hubo un dato que no le permitió cerrar rápidamente la instrucción. El barrido electrónico que se realizó sobre las manos del ex titular de la UFI-AMIA dio negativo. No se encontró pólvora. Algo prácticamente imposible, según se demostró luego al hacer percutir la Bersa calibre 22 de la que salió la bala que provocó el desenlace fatal.
El 20 de enero, Fein brindó un reportaje a Marcelo Longobardi, en radio Mitre. Dijo que había una novedad importante: "Lamentablemente dio negativo el barrido electrónico". ¿De qué se lamentaba la funcionaria judicial? ¿De que las pericias demostraran que no hubo un suicidio?
Ése no fue el único fallido de la fiscal. Una polémica resonante se abrió cuando contrastó una información periodística y afirmó que en el departamento no habían hallado ningún borrador de la denuncia presentada por Nisman contra Cristina Kirchner y otros representantes del partido que gobernó la Argentina hasta diciembre de 2015. Apenas unas horas después tuvo que desdecirse y pedir perdón. Dicha prueba había sido anexada al expediente aunque Fein no lo había registrado.
Con el correr de los meses el discurso de la representante del Ministerio Público Fiscal fue mutando. Y recién se animó a hablar de la posibilidad de una muerte inducida cuando le estaban por sacar el expediente. Dijo que era clave investigar el entrecruzamiento de llamadas de ex integrantes de la Side, funcionarios, y el jefe del Ejército. ¿Y por qué no lo hizo? Ahora la tarea está en manos de la Justicia Federal.
Hay muchas más irregularidades, pero quizás la incógnita más importante de la investigación es la actitud que tuvo la Justicia con respecto a Diego Lagomarsino, el especialista informático que estuvo en Le Parc el sábado 17 de enero de 2015. Ni siquiera el dato de que fueron dos y no una -como se creía en un principio- las visitas del joven al departamento de Nisman lograron torcer la mirada sobre el hombre que dijo haber llevado la pistola Bersa a Puerto Madero.
Pese a la complejidad del camino a desandar, la Justicia tiene una oportunidad única: darle una respuesta a un país y, especialmente, a una mujer y sus dos hijas, que hace dos años buscan empezar a cerrar una herida que probablemente nunca cicatrizará.
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