COMERCIO GLOBAL. El CETA ha sido definido como el hermano menor del TTIP, el tratado que negocian la UE y Estados Unidos.
La UE y Canadá firmaron ayer en Bruselas el CETA, el acuerdo de libre comercio “de nueva generación” que marca los estándares para futuras negociaciones comerciales europeas -como la que lleva a cabo con Mercosur- y que ha sido definido como el hermano menor del TTIP, el tratado que negocian la UE y Estados Unidos.
Siete años de negociaciones y una polémica de última hora por el veto de la región belga de Valonia dejan un acuerdo que, según la Comisión Europea, puede aumentar hasta un 23% el comercio bilateral entre los 28 países de la UE y Canadá.
Bruselas, habitualmente optimista al hacer estas previsiones, calcula que el PBI europeo crecerá gracias a este acuerdo unos 12.000 millones de euros adicionales al año. Canadá es el undécimo socio comercial europeo y Europa es en cambio el segundo socio comercial canadiense, sólo por detrás de Estados Unidos, por lo que las previsiones estiman que será Canadá el gran beneficiado.
El acuerdo elimina el 99% de los aranceles y multiplica las cuotas de productos agroalimentarios que las partes pueden comerciar, pero también incluye la armonización de normativas técnicas, sanitarias o reglamentarias para facilitar el comercio, así como la casi eliminación de las barreras no tarifarias. Y, entre otras polémicas, unos tribunales de arbitraje semi privados para dirimir diferendos entre empresas y Estados.
Sus críticos dicen que el CETA es un caballo de Troya de la globalización más neoliberal, que amenaza a los ciudadanos, el medio ambiente y los servicios públicos. Organizaciones como Greenpeace aseguran que el acuerdo está hecho en interés de las grandes multinacionales y de espaldas a las necesidades de los ciudadanos.
Estas polémicas hicieron que la Comisión Europea optara por una ratificación mixta –europea y nacional- que abre la puerta a problemas en el futuro con este acuerdo y con otros en negociación –como el de Mercosur-. Tras la firma de ayer, el acuerdo debe ser ratificado por los 28 miembros de la UE –y varios regionales-, aunque entrará en vigor de forma provisional en meses en cuanto sea aprobado por el Parlamento Europeo.
Ante esas críticas, el presidente del Consejo Europeo Donald Tusk dijo que “el libre comercio y la globalización han protegido a la humanidad de la pobreza, el hambre y los conflictos”, pero reconoció que “tenemos que explicar mejor los efectos del libre comercio porque el proteccionismo significa volver a los egoísmos nacionales y a la amenaza de la violencia”.
El primer ministro canadiense Justin Trudeau dijo que “el CETA debe ser un ejemplo para el mundo de cómo se puede avanzar en el libre comercio respetando el interés general” y que “los desafíos que tenemos como dirigentes son defender los principios más beneficiosos para nuestros ciudadanos”.
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