Con el objetivo de mejorar la nutrición de la población y el acceso a la información sobre lo que consumimos, las etiquetas frontales advierten si un alimento o bebida sin alcohol tiene excesos de sodio, grasas, azúcares o calorías. La licenciada en Nutrición, María Cecilia Bruna resalta la importancia de la ley -que obtuvo media sanción en el Senado y ahora es analizada en Diputados-, para la salud de toda la comunidad.El etiquetado frontal con octógonos negros permitirá una fácil lectura y conocer bien el perfil nutricional del alimento.Por Isabel Fernández|LVSJ
¿Cómo sabemos cuánta azúcar o sal estamos comiendo en los productos que consumimos?, ¿O cuánta grasa o calorías tienen?. Si bien en los envases se encuentra la información nutricional, es muy difícil de comprender para la mayoría por su letra pequeña y las cantidades no son claras. ¿Quién no se detuvo varios minutos frente a la góndola a leer esa información que al final no entendió?.
Está comprobada la estrecha conexión entre el consumo de la "comida chatarra", elaborada con productos ultraprocesados, y el desarrollo de enfermedades crónicas no transmisibles, entre ellas, obesidad, diabetes, cáncer y enfermedades cardiovasculares. En la Argentina, siete de cada diez personas adultas y cuatro de cada diez niños, niñas y adolescentes tienen malnutrición por exceso de consumo, reveló la Segunda Encuesta Nacional de Nutrición y Salud.
En octubre del año pasado se debatió en el Senado y se dio media sanción al proyecto de ley de etiquetado frontal de alimentos, que ahora es analizado en cuatro comisiones de Diputados. Entre otros aspectos, prevé que los productos de consumo incluyan un sistema de advertencia -bajo la forma de octógonos negros- con la leyenda "exceso en...", y así poder conocer bien su perfil nutricional.
Es una medida fundamental para evitar patologías en chicos y grandes y también la protección del derecho humano a la salud y a una alimentación adecuada.
La licenciada en Nutrición, María Cecilia Bruna (MP-3091), analizó el tema junto a LA VOZ DE SAN JUSTO y remarcó la importancia de que se apruebe la ley para mejorar la alimentación de la población y el acceso a la información sobre lo que consumimos.
Bruna explicó que estas etiquetas frontales advierten si un alimento o bebida sin alcohol tiene excesos de sodio, grasas, azúcares o calorías. "Es una herramienta práctica y estratégica que permite identificar más rápidamente el perfil nutricional de los alimentos. Se encuadra dentro de una de las medidas recomendadas para prevenir el sobrepeso, obesidad y enfermedades crónicas asociadas".
Recordó que actualmente las etiquetas con la información nutricional que tienen los alimentos "son difíciles de leer no solo por su letra ínfimamente pequeña sino porque contiene información que esta presentada de manera tal que no toda la población llega a comprender".
Información clara
Según Unicef, el etiquetado frontal es una herramienta especialmente valiosa para proteger a las personas más vulnerables y en mayor riesgo nutricional, ya que se ha comprobado que éstas evalúan menos críticamente los productos.
La nutricionista afirmó que se llegó a la conclusión que la forma más eficiente de que la información sea aprovechada y utilizada por la población "es presentarla en forma de mensajes sencillos, consistentes y fáciles de interpretar, sin la necesidad que el consumidor tenga que estar realizando cálculos a la hora de decidir si le conviene o no consumir el producto".
"Es así como el formato de advertencia aparece como el más prometedor, es un formato simple en donde a través de mensajes cortos se advierte en forma clara cuales son los alimentos que tiene exceso de ciertos nutrientes que se consideran perjudiciales (grasas, azúcar, sodio)", explicó la profesional.
Añadió que de esa manera el consumidor lee ya en el frente del envase las leyendas "alto en azúcar", "alto en sodio", "alto en grasas saturadas", lo cual llama su atención "y es así como esto entra en juego a la hora de decidir sobre el consumo o no de cierto producto que muchas veces viene enmascarado en una etiqueta verde considerada sana saludable pero que en realidad no es así.
El etiquetado de advertencia ha sido implementado con éxito en otros países del mundo. Bruna comentó que los resultados preliminares de esa implementación "indican una disminución en la compra de bebidas azucaradas, una reducción de la cantidad de sodio y azúcares en importantes categorías de alimentos envasados, y un alto nivel de reconocimiento y aceptación del etiquetado por parte de la población".
"Es decir que no solo ayuda a la mejor elección por parte de los consumidores, sino que además las mismas empresas de alimentos han comenzado a mejorar las características nutricionales de sus productos", dijo.
Con respecto a la cuestión económica opinó que facilitaría la elección de productos realmente sanos y saludables, sin dejarnos llevar por marcas. "Muchas veces elegimos un producto de determinada marca reconocida publicitariamente como saludable porque pensamos que es mejor desde el punto de vista nutricional, o porque el envase es más lindo, más llamativo, pero en realidad es posible que terminemos pagando más caro por la marca y no por lo que nos aporta el producto en sí. Al tener la información clara ya en el frente del producto será más fácil elegir y seleccionar de acuerdo a lo que queremos consumir, eligiendo por calidad", sentenció la nutricionista.
Cómo leer la tabla nutricional
Todavía el proyecto se analiza en el Congreso y mientras tanto hay que guiarse por la información nutricional en cada alimento o bebida. ¿Cómo entenderlo?. La licenciada Bruna explicó que los productos "presentan una tabla en donde se indica la cantidad de nutrientes que aporta el alimento cada 100 gramos de producto o por porción, la cual depende de cada alimento en particular".
"Al leer un rótulo podemos tener en cuenta diferentes elementos de acuerdo a nuestras necesidades o lo que buscamos consumir en ese producto, en líneas generales es idóneo que no tenga un aporte de azúcares altos, que aporte fibra, que los niveles de sodio, colesterol, grasas saturadas no sean altos. Que no contenga grasas trans, entre otros", afirmó.
Asimismo afirmó que todo esto "depende del estado nutricional y objetivos nutricionales de cada individuo en particular, por ejemplo, un deportista quizás esté más interesado en la ración de proteínas que aporte ese producto, una persona hipertensa se fijara mayormente en el contenido en sodio, un diabético en la cantidad de azúcar".
Volver a lo natural
En estos últimos tiempos se está dando mucha más importancia a volver a lo natural, al alimento real, ese que podemos tener a mano tal cual nos lo brinda la naturaleza.
Bruna aconsejó en ese sentido "evitar lo más posible alimentos que sean industrializados, ya que debido a la cantidad enorme de aditivos, conservantes o saborizantes que le agregan terminamos consumiendo cualquier cosa menos lo que deseamos consumir".
Ejemplificó: "En el caso del tomate si buscamos el que está en la heladera lo pelamos, cortamos y cocinamos estamos solo consumiendo eso, tomate. Si compramos uno de lata seguramente tenga aditivos para realzar el sabor, el color, el aroma, conservantes para prolongar su vida útil, en ocasiones hasta le pueden agregar azúcar o sal, con lo que terminamos consumiendo un montón de cosas que nuestro cuerpo no necesita".
Educar desde chicos
Mucho se habla actualmente de la necesidad de educar en hábitos saludables de nutrición a los chicos, pero con los rotulados actuales no es una tarea sencilla. La nutricionista dijo que es fundamental que los niños "aprendan a conocer lo que están consumiendo en realidad al comer un paquete de galletitas, un postrecito o hasta algo que parece tan inofensivo como un yogurt, y como esto puede impactar en su salud, pero con los rotulados de hoy en día es difícil que lo entiendan ya que son muy rebuscados con muchos números e información poco precisa".
"Vamos a quedar realmente todos asombrados cuando al frente de ese yogurt que nos parece súper sano y que nos dijeron que lo ayuda a crecer aparezca la leyenda 'exceso de azúcar'. La nueva forma de rotular sería una forma de poner al alcance de todos la información sobre lo que estamos consumiendo, de manera sencilla y clara", finalizó Bruna.
Qué dice la ley
A diferencia de otros países de la región, como Chile, México o Perú, la Argentina carece de un sistema establecido por una legislación, que informe si un producto contiene nutrientes críticos para la salud.
Tras años de discusión y presentaciones de distintas iniciativas, finalmente la problemática llegó al Congreso Nacional y el 29 de octubre del 2020, el proyecto obtuvo media sanción en el Senado. Aunque no hay fecha establecida para su tratamiento en Diputados, cuatro comisiones de esa Cámara lo están tratando: Legislación General, Salud, Industria y Defensa del Consumidor.
La propuesta que analizan las comisiones plantea el uso de un sistema de advertencia de octógonos negros, con la leyenda "exceso en...".
El proyecto se fundamenta en una investigación llevada a cabo entre 2018 y 2019 por el Programa Nacional de Alimentación Saludable y Prevención de la Obesidad, cuyo objetivo fue comparar el desempeño de un modelo de etiquetado frontal de advertencia con otros dos tipos diferentes de etiquetado frontal.
Los resultados demostraron la superioridad de la primera opción. Resultó ser más visible de manera espontánea, logró capturar mejor la atención, brindó información más clara, y fue más eficiente al identificar los nutrientes críticos en exceso. Además, transmitió una mayor percepción de riesgo para la salud y demostró un mejor desempeño para disminuir la intención de consumo y de compra, en relación a los alimentos seleccionados para el estudio. Uno de los puntos que destaca la especialista es el cambio de la leyenda "alto en", por la expresión "exceso de".
Otro aspecto importante que recoge el proyecto que se analiza en las comisiones de Diputados, es la inclusión del sistema de perfil de nutrientes de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), respecto a los puntos de corte que se deben utilizar para determinar si un producto contiene exceso de cualquiera de los ingredientes críticos.
La iniciativa también contempla la prohibición de todo tipo de publicidad en productos que lleven al menos un sello negro (incluyendo el uso de personajes animados, premios o regalos); la restricción en la utilización de claims o información nutricional complementaria (una estrategia de marketing muy utilizada); la inclusión de las leyendas "contiene edulcorantes, no recomendable en niños/as"y "contiene cafeína, evitar en niños/as". Finalmente, prevé la prohibición de la promoción, ofrecimiento y comercialización de productos que tengan al menos un sello negro en entornos escolares.
Una medida necesaria
"El derecho a la alimentación es más que el derecho a no pasar hambre. Reducir este concepto es invisibilizar la problemática de fondo", afirmó Agustina Mozzoni, abogada especialista en políticas de salud pública, integrante del Grupo de Investigación en Derechos Sociales (Gides), del Centro de Investigaciones Jurídicas y Sociales de la Universidad Nacional de Córdoba.
La experta apunta que el derecho a la alimentación evolucionó a través del tiempo y en la actualidad adopta otras variantes. "También se lo vulnera cuando la comida saludable no está al alcance del bolsillo de la población, cuando el producto está contaminado o cuando no sabemos qué estamos consumiendo porque la información que lo acompaña es inentendible", explica.
En este sentido, plantea que una ley de etiquetado frontal de advertencia es una medida necesaria para proteger los derechos constitucionales a la salud, a la alimentación adecuada y los derechos de consumidores y consumidoras.
Respecto al rol de la industria alimentaria, opina que la autorregulación y los compromisos voluntarios, en general, no consiguieron resultados satisfactorios.
"La experiencia demostró que la autorregulación de la industria de alimentos no funciona. Incluye pautas de restricción débiles e inefectivas, además su participación es voluntaria y no existen mecanismos de monitoreo, sanciones o supervisión", apunta.
En esta línea, insiste en recomendar el diseño de políticas públicas basadas en evidencia científica, que incluyan mecanismos para garantizar la transparencia y eliminar los conflictos de intereses con la industria de alimentos.
"Aunque las decisiones de salud pública vinculadas a la regulación de alimentos impacten a la industria, los intereses comerciales de ésta deben tener un rol secundario en las discusiones", propone Mozzoni.
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