En 2002, su marido intentó asesinarla dos veces en la misma noche. Ella sobrevivió para contarlo y pedir justicia, algo que no obtuvo, porque el fallo consideró como atenuante que ella habría sido infiel. El caso llegó a la CIDH, patrocinado por el CELS.
La historia de Ivana Rosales, una sobreviviente de la violencia de género y víctima de una Justicia machista llega este sábado a la pantalla de la TV Pública. El documental Ella se lo buscó, que aborda el caso de la mujer neuquina, cuyo esposo trató de asesinarla dos veces en la misma noche –primero ahorcándola y luego golpeándola brutalmente con unas piedras– será emitido el sábado a las 13.30, como parte de la programación especial por la conmemoración, el domingo, del Día Internacional de la Mujer. “El de Ivana es un caso paradigmático, de extrema gravedad, de violencia contra las mujeres que refleja la impunidad que reina en casos similares por la complicidad de una Justicia que interviene de manera discriminatoria, perpetuando condiciones que restringen la igualdad sustantiva en nuestro país”, señaló a Página/12 la abogada Edurne Cárdenas del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), entidad que la patrocina en una demanda contra el Estado argentino ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Se trata del primer caso de violencia de género por el cual el país fue denunciado en el fuero internacional.
El título de la película, de la directora cordobesa Susana Nieri (ver aparte), refleja el mensaje que la Justicia dio sobre el intento de femicidio que sufrió Ivana. En 2003, la Cámara Segunda en lo Criminal de la ciudad de Neuquén encontró a su esposo, Mario Garoglio, culpable de “intento de homicidio agravado”, pero lo condenó a cinco años de prisión –menos de la mitad del máximo previsto para ese delito–, porque consideró que hubo “atenuantes” que justificaron su conducta. Supuestamente, ella le había sido infiel. El caso quedó impune porque él nunca cumplió condena –se mantuvo prófugo hasta que prescribió la pena– ni ella pudo apelar el fallo. Hoy, lo sucedido está en estudio ante la CIDH. En la denuncia presentada en 2005 ante la comisión “se plantea que el Estado argentino ha violado distintos derechos humanos reconocidos en el Sistema Interamericano de Protección de Derechos Humanos, entre ellos el derecho a la igualdad, a la defensa, a justicia, y a la integridad personal”, explicó Cárdenas.
–¿Qué sensaciones se le despiertan al ver el documental sobre su propia historia?
–Una mezcla de muchas cosas. Impotencia, porque ha pasado más de una década del ataque y del juicio y hoy se sigue viviendo lo mismo. Lo veo en otros casos de mujeres a las que acompañamos a nivel judicial. Hay leyes que no se aplican. Las cabezas de mucha gente de la Justicia no se han abierto. Y también siento dolor por esa criaturita que no está. Mi hija no va a volver y creo que hay cosas que se podrían haber prevenido.
Ivana Rosales tiene 40 años, se ha convertido en activista por los derechos de las mujeres y trabaja en la oficina del Inadi de la ciudad de Neuquén. Se sigue sobreponiendo a las consecuencias de la violencia machista: su hija mayor, Mayka, que había sufrido abusos sexuales por parte de su padre –durante un régimen de visitas que la Justicia no frenó después de que Garoglio intentara asesinar a Ivana–, se suicidó hace poco más de dos años. El hombre fue condenado por abuso sexual de sus hijos a cuatro años de prisión y hace pocos meses recuperó la libertad.
La violencia machista le dejó otras marcas, algunas más visibles que otras: cicatrices en toda la cabeza y el rostro, parálisis facial del lado izquierdo y epilepsia postraumática. Fue como consecuencia de la brutal paliza que recibió de quien era entonces su esposo –empleado jerárquico de una empresa de servicios petroleros–, en la noche del 18 de abril de 2002. Creyéndola muerta, Garoglio fue a su casa, se despidió de los tres hijos de ambos y se entregó en la comisaría de Plo-ttier, localidad en la que todavía vive Ivana, a 25 kilómetros de la ciudad de Neuquén. La policía encontró viva a Ivana. Garoglio quedó preso, pero a los 50 días fue liberado porque la carátula de la causa fue morigerada de “tentativa de homicidio calificada por el vínculo” a “lesiones graves”. Y luego recibió una condena atenuada por argumentos sexistas y discriminatorios, que nunca cumplió.
“El caso de Ivana ocurrió en el año 2002 trece años después, sigue vigente la necesidad imperiosa de realizar programas continuos de capacitación y sensibilización en temas de violencia contra las mujeres, con perspectiva de género, a funcionarios públicos y población en general. Teniendo en cuenta la experiencia vivida por Ivana es importante el compromiso de asegurar la asistencia, participación y acompañamiento de las víctimas en todas las etapas de procesos de violencia de género”, señaló Cárdenas.
–¿Qué medidas de reparación pedirán para Ivana si prospera la demanda?
–Desde que el caso fue presentado ante la CIDH en la Argentina ha habido importantes avances legislativos. Sin dudas la sanción, en 2009, de la Ley Nacional 26.485 de Protección Integral para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra las Mujeres. También la sanción de leyes provinciales para adaptar sus normas a la legislación nacional representa un hito. Una agenda de reparaciones orientada a la no repetición de casos como el de Ivana Rosales implica necesariamente un compromiso firme para la implementación de la ley en todo el país. En este sentido, se hace necesario que el Estado nacional y los estados provinciales otorguen presupuestos adecuados a las áreas competentes –indicó Cárdenas.
Cómo cambiar la realidad
“Con la película quise mostrar que a cualquiera le puede pasar porque la violencia hacia la mujer no sabe de clase social ni de nivel socioeducativo, porque la raíz es cultural”, dice Susana Nieri, directora del documental Ella se lo buscó. “Si no se cambian las mentes no se cambian las realidades y al menos ésa fue mi intención como directora, invitar a reflexionar juntas y juntos. Pero también, y acá aparece Ivana, mostrar que se puede realizar un proceso de resiliencia y transformar el dolor en activismo para ayudar a otras y otros, porque eso hizo y hace Ivana hasta hoy, porque casi pierde su vida, luego su hija pierde la vida y, sin embargo, ella sigue en pie ayudando y buscando justicia”, cuenta Nieri desde las sierras cordobesas, donde vive y prepara su próximo film, que abordará el tema del abuso sexual infantil, esta vez a través de la ficción, pero a partir de un disparador íntimamente ligado a la historia de la neuquina Ivana Rosales.
–¿Qué la llevó a querer contar la historia de Ivana?
–Entre 2004 y 2006 filmé dos materiales relacionados con violencias hacia la mujer, mi opera prima El toro por las astas sobre embarazo no deseado y derechos sexuales y reproductivos, y por otro lado escribí y filmé un spot para una campaña de sensibilización sobre violencia de género para el Area Mujer de Cancillería de la Nación. Pasaron algunos años, quería volver a filmar y, a partir de esas experiencias, tomé la decisión de seguir tocando temas sociales pero que afectan directamente a las mujeres. Comencé a investigar sobre las violencias. Decidí que iba a tomar tres líneas de reflexión. En primer lugar, la relación de la sociedad y el Estado, porque es lo que hace el Estado al respecto, pero también cómo estamos todas y todos cruzados por esta cultura patriarcal y cómo nos socializamos a partir de ella. En segundo, la responsabilidad de los medios de comunicación, en cómo se tratan estas noticias, pero también en cómo los medios ayudan a perpetuar los estereotipos de género. Y por último, la participación de la Justicia, sexista, en estos casos. Cuando conocí a Ivana, vi en su historia todos estos ejes, sentí que lo que yo estaba reflexionando, a partir de lo investigado, se hacía carne en su historia.
El documental fue declarado de interés de la Cámara de Diputados de la Nación. Desde 2012 la película ha sido presentada en distintos espacios culturales siempre en formato de cine-debate.
–¿Cómo impactó en su trabajo el suicidio de la hija de Ivana?
–Teníamos la película terminada, sólo faltaba la posproducción de sonido cuando me enteré del suicidio de Mayka, por mi productor, Luis Rey, que vive en Neuquén y que siempre estuvo también muy ligado a Ivana. Recuerdo que cuando Luis me llamó, yo estaba en las sierras en Córdoba. Fue tan profundo el dolor que sentí, que entré en un estado de angustia tal que el primer pensamiento que tuve fue “no quiero seguir con esta película”. Pero pude comunicarme con Ivana, y de allí viene lo que yo llamo el segundo final del film, esa dedicatoria que aparece al final, que fue su pedido y yo obviamente acepté. El suicidio de Mayka fue un femicidio vincular, mucho tuvo que ver lo que cuenta Ivana en el documental de los abusos que sufrió la niña por parte de su padre en aquellos regímenes de visita otorgados por el juez de Familia. La decisión de Mayka me empujó a desarrollar mi próxima película, que será protagonizada por Martina Gusmán y Alejandro Awada, y toca el tema del abuso sexual infantil. Será un largometraje, esta vez de ficción, basado en un caso real que conocí a través de una nota tuya, publicada en Página/12, en la cual se desnuda el caso de un ex camarista de Mar del Plata, que nunca tuvo condena en la Justicia, aunque un montón de amigas de sus hijas, sobrinas y vecinas relataron los abusos sufridos por él en sus primeras infancias. Leí esa nota y fue totalmente inspiradora, me senté y escribí de un tirón un tratamiento con 16 secuencias en donde vi toda la película y que fue el primer paso del que hoy es el guión del film.
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