La vicepresidenta terminó el año criticada por su manejo del Senado, con problemas judiciales en la Fundación Suma y relegada por la figura de Vidal. Sus rol en Cambiemos.
Conflictos en el manejo del Senado, problemas judiciales en su fundación, viajes recurrentes al exterior y la consolidación de María Eugenia Vidal como estrella femenina del macrismo. Esos hechos marcaron un 2016 difícil para la vicepresidenta Gabriela Michetti, que para colmo la semana pasada perdió a uno sus últimos hombres cercanos en el Gabinete, el renunciado secretario de Obras Públicas, Daniel Chaín. Con cada vez menos influencia en el Ejecutivo, Michetti tampoco ocupa un rol protagónico en la Cámara alta, donde las negociaciones importantes se tramitan en línea directa con el jefe del bloque del PJ, Miguel Pichetto. De cara a un año electoral clave para Cambiemos, la vicepresidenta sigue manteniendo una relación fría y distante con Marcos Peña –la persona más poderosa del Gobierno luego de Mauricio Macri– y hasta perdió cercanía con el presidente provisional del Senado, Federico Pinedo. Le queda, según una fuente de confianza en la Casa Rosada, una última pero importante condición: un acceso privilegiado al Presidente.
“A la vez que visitó diversas localidades del interior del país, representó a la Argentina ante 18 jefes de Estado y casi 30 embajadores de los cinco continentes”. La frase sintetiza uno de los puntos centrales del informe de gestión presentado por la vicepresidenta el 12 de enero. La información, planteada como un logro, tiene otras lecturas en el oficialismo. “La verdad es que ella está más afuera que adentro. Este año va a seguir así y eso obviamente tiene sus consecuencias”, revela a PáginaI12 una importante fuente macrista. Lo cierto es que las ausencias de Michetti por las giras en el exterior le impidieron participar de buena parte de las decisiones importantes del Gobierno y algunas negociaciones en el Senado, que quedaron a cargo de Federico Pinedo, Peña y de ministros como Rogelio Frigerio o el titular de Diputados, Emilio Monzó.
Cuando no estuvo de viaje, Michetti tuvo más de un contratiempo en el Congreso producto de su falta de conocimiento del reglamento. Intentó desempatar una votación cuando no le correspondía y en más de una ocasión tuvo que pedir disculpas por desconocer el manejo de la casa. Los que la defienden sostienen que los problemas parlamentarios del oficialismo no están vinculados con su figura sino con la reducida composición de la bancada de Cambiemos. Lo concreto es que Michetti no oficia de interlocutora con la oposición y las negociaciones las llevan directamente Peña o el ministro del Frigerio, que se manejan con los gobernadores y con Pichetto como jefe de la bancada mayoritaria del PJ.
En ese contexto, el vínculo de Michetti con Pinedo tampoco es el mismo de hace un tiempo. “El Senado no estuvo muy bien manejado por Gabriela en el último año. Ella tiene un afán de protagonismo y cuando se pone a presidir no escucha a nadie. Siempre el que tuvo que mediar fue Pinedo”, revela una fuente parlamentaria del oficialismo y agrega, lapidaria: “ella no sabe cuidar a su gente ni a sus equipos”. Como ejemplo, recientemente se alejó su jefe de despacho, Walter Bouzada, quien había sido viceministro de Educación porteño hasta 2009 y que era prácticamente su mano derecha. Bouzada supo formar parte del disuelto “grupo festilindo”, que encabezaban Michetti y Peña, cuando ambos tenían una muy buena relación. En Cambiemos también recuerdan como las declaraciones de Michetti adelantando el veto presidencial a la reforma de Ganancias los dejó al borde de una dura derrota política en el Senado. El propio Peña le pidió que se rectifique porque sus dichos entorpecían la negociación con los gobernadores del PJ.
La vicepresidenta asiste de vez en cuando a las reuniones del gabinete de coordinación, que integran Macri, Peña, los vicejefes Mario Quintana y Gustavo Lopetegui, el ministro del Interior, Rogelio Frigerio y el asesor radical Ernesto Sanz. “Gaby no va a más de esas reuniones, pero porque no quiere. El que piensa que va a estar en la rosca de la política en el Ejecutivo o en el Senado no la conoce a ella y no conoce el Senado”, explica un hombre de buena relación con Michetti. Pero ya sea por voluntad propia o por otros factores políticos, la influencia de la vicepresidenta en el mundo PRO fue decreciendo. Tal vez el factor más importante fue haber desafiado la voluntad de Macri en 2015 y enfrentado a Horacio Rodríguez Larreta en la interna del PRO por la candidatura a jefe de Gobierno. Si la jugada salía bien, quedaba fortalecida. Pero salió mal y quienes la apoyaron en aquella apuesta quedaron luego marginados en el organigrama de la gestión nacional. Hernán Lombardi se quedó con las ganas de ser ministro; el ex ministro de Justicia porteño Guillermo Montenegro es hoy embajador en Uruguay y Chaín acaba de firmar su salida de la función pública. Los que la quieren a Michetti se encargan de marcar ciertos matices: el cargo de Lombardi –titular del Sistema Nacional de Medios Públicos– tiene rango ministerial; Montenegro no fue “exiliado” por su apoyo a Michetti sino por su actitud en la causa de las escuchas ilegales que golpeó a Macri y Chaín fue expulsado por “roces con Frigerio”. Por el motivo que fuera, sus personas de confianza se fueron alejando o ya no ocupan cargos relevantes.
Durante los primeros años del PRO, Michetti había sido el rostro humano de Macri. Carismática y cálida, lograba una proximidad con “los vecinos” que le aportaba un complemento clave a la figura fría y tosca del ingeniero y empresario. Con el tiempo, dos movimientos la corrieron de ese lugar que la volvía casi imprescindible para el proyecto macrista. Por un lado, a fuerza de coaching y un trabajo cuidadoso de su imagen, Macri fue ablandando su perfil. Por otro lado, emergió una nueva figura femenina en el PRO: primero ministra de Desarrollo Social, luego vicejefa de Gobierno y finalmente gobernadora bonaerense, Vidal es hoy, según distintas encuestas, una de las dirigentes con mejor imagen positiva. Si bien Michetti mantiene una buena llegada al electorado macrista, la estrella de la gobernadora eclipsó a su competidora interna: aunque el año electoral recién comienza y todavía no se definieron las candidaturas, la estrategia macrista ya tiene dos protagonistas definidos para la disputa en el distrito más importante del país: Macri y Vidal. Sin Michetti.
A ese combo político hay que sumarle el conflicto judicial por los fondos de la Fundación Suma. Tras el robo de dinero en su casa se destapó un manejo poco claro de los recursos, que todavía está pendiente de resolución. Así, tras un 2015 complicado por su derrota electoral, el ejercicio de la vicepresidencia en 2016 no parece haber revertido la caída de la ex número dos del PRO.
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