En plena crisis del sector lechero, la empresa de los Mastellone busca reorientar su estrategia de negocios. La entrada de Arcor es clave en esa movida. En 2020 podría quedarse con el 100% de la compañía. Cuál es el nuevo foco para crecer.
Pascual Mastellone murió hace dos años pero en las oficinas de La Serenísima, en el corazón de la planta de General Rodríguez, su despacho está intacto. El poncho de vicuña sobre el sillón, el traje sobre el perchero y hasta sus zapatos con horma especial. En las vitrinas, fotos familiares, la Virgen de Luján y un montón de premios. En el escritorio, sus últimas anotaciones. Se adivinan dos palabras: Arcor y quesos. Hoy son una realidad.
Arcor llegó el último diciembre cuando, tras un desembolso de US$60 millones, se quedó con el 25% de La Serenísima, un porcentaje que crecerá el próximo enero al 35%, luego de un pago adicional de US$35 millones. En 2021, la líder mundial de golosinas podría comprar el 100% de la láctea.
Hasta ahora, esos fondos aportados por Arcor se tradujeron en dos directores en la compañía, Gustavo Macchi y Emmanuel Marchant, y en un agresivo plan para liderar en el negocio de la producción de quesos, con las plantas en la bonaerense Trenque Lauquen y la cordobesa Canals, además del sueño de crear una nueva cuenca lechera en San Luis.
La Serenísima sigue bajo el control de los herederos de la familia Mastellone, con otro 35% en manos del fondo Dallpoint de Carlos Agote. El manejo de la compañía corre por cuenta de José Moreno, un ejecutivo que recuerda exactamente el día que ingresó a la planta de General Rodríguez, en abril de 1974, con 24 años cumplidos y recién egresado como licenciado en Administración de Empresas. De hacer trámites en bicicleta en los bancos de la zona llegó a negociar la deuda en el concurso de acreedores que enfrentaron durante la hiperinflación de 1989. Fue elegido como el sucesor de Pascual Mastellone en la firma. Moreno es el presidente de La Serenísima y acaba de designar para el día a día a Juan Uhrich, con 20 años en la empresa.
–¿Por qué esta apuesta tan agresiva a la producción de quesos?
–Tenemos una participación baja en un mercado atomizado de entre 900 y 1.000 productores. Esto no quiere decir que dejemos de mirar la leche, que es el 60% de nuestro negocio. Pero hay un futuro importante en quesos, con una visión exportadora. Hoy La Serenísima exporta apenas 9 al 11% de su producción. Estamos por inaugurar una planta de secado dual, tanto para leche en polvo como para suero en Trenque Lauquen, con una inversión de US$50 millones y hemos dotado de tecnología a la de Canals, además de ampliar la de Villa Mercedes en San Luis.
–Lo hacen en un momento donde falta leche en la Argentina … –Precisamente buscamos crear nuevas cuencas lecheras. En Villa Mercedes estamos desarrollando una planta de recibo de leche ultrapasteurizada para que todo el centro y norte de la Argentina se abastezca desde ahí en vez de trasladar esa producción hacia General Rodríguez. Hemos desarrollado un modelo de tambo con riego de alto rendimiento en San Luis. Es una cuenca que puede alcanzar un millón de litros por día. Existe un master plan que diseñó el actual titular del INDEC, Jorge Todesca. Requiere unos US$1.000 millones en cinco años. Pero chocamos con la pared del financiamiento. Se necesitan préstamos y políticas públicas para un desarrollo integral. Es posible. Queremos estar listos. El consumo per cápita de lácteos en el mundo sube el triple que el de los alimentos. Y como compañía, buscamos procesar 6,5 millones de litros por día, en vez de los 4 millones actuales.
–¿A qué se debe la crisis que sufre hoy la producción en la Argentina?
–En la década del 90 y por un gran trabajo de extensión con incorporación de tecnología en el tambo, la producción de leche creció 100% en la Argentina. En ese momento la industria acompañó y se preparó para procesar 15.000 millones de litros por año. Hoy, buscando en el fondo de la lata, no llegamos a los 11.000 millones. Es el mismo volumen que teníamos en 1998, llevamos 18 años de un estancamiento fenomenal. Estamos preparados para otro nivel.
–¿Pero a qué lo atribuye?
–Tras la necesidad de modificar el tipo de cambio, de eliminar las retenciones al maíz y la suba de la cotización internacional de ese grano que es el alimento de las vacas; los costos de producción del tambo crecieron y la industria no los puede reconocer vía precios, ya que el consumo interno de lácteos cayó entre el 7 y 8% debajo de 2015.
–Ya vivieron otras crisis parecidas, ¿cómo se sale?
–Se vivió parcialmente en 2002 pero el consumo se reacomodó rápido. Esta es la crisis más profunda que ha vivido el sector, porque además nos golpeó el clima, que castigó a Santa Fe, Córdoba y Entre Ríos, con bajas en la producción de 15 a 20%.
–Los tamberos reciben precios de quebranto y acusan a la cadena de comercialización de quedarse con la parte del león … –Es muy difícil que un empresario atente contra su negocio a través de un precio o un margen excesivo. No veo a quienes se apropien de rentas excesivas a costa del eslabón que les permite sostener su actividad. Estamos atravesando un momento muy difícil. Vamos a crecer y el crecimiento trae abaratamiento de costos. El problema de la lechería no pasa por el margen de los supermercados. Pasa porque el país está preparado para procesar el doble y falta la materia prima. Hoy se está recuperando el precio internacional y no hay leche para exportar. La Serenísima tiene una capacidad ociosa de 3 millones de litros diarios.
–¿Es esto lo que los impulsa a buscar leche en otras zonas?
–Hace dos años lanzamos el plan más leche. Es nuestro libro de cabecera, que implica asistir a los productores y entender que entre las limitaciones a la lechería está la gran competencia con la agricultura. Por eso, siguiendo el ejemplo de lo que se hizo en Nueva Zelandia, fuimos hacia los lugares donde no se producía leche. En Trenque Lauquen se lograban 100.000 litros por día. Hicimos una planta de alta tecnología, trabajamos con ayuda financiera, con semen sexado para lograr más terneras y hoy hay una nueva cuenca de leche de 2 millones de litros por día.
–¿Ve la luz al final del túnel?
–El primer semestre del año que viene va a ser complicado, pero el segundo semestre de 2017 se vuelve a crecer. Estamos acompañando a los productores con ayudas financieras y acortando el plazo de pago de 45 días a 32 y con un precio en torno a los 27 o 28 centavos de dólar. No estamos haciendo todo lo que los tamberos necesitan para resolver su situación, pero tenemos un plan. Las crisis son difíciles, pero si hay un plan, superarlas será más fácil.
–Usted tuvo una relación intensa con Guillermo Moreno, ¿lo sigue viendo?
–Más que Guillermo Moreno, hubo políticas que nos afectaron. Ya no lo veo.
–¿Cómo ve el futuro con Arcor?
–A Luis Pagani (presidente y accionista de Arcor) lo conozco desde hace mucho tiempo. Tiene una personalidad y una empresa que le va a aportar muy importantes ingredientes adicionales a nuestra organización. Nosotros también vamos a ayudar a Arcor. Son dos organizaciones con culturas diferentes pero con estructuras parecidas que están dando lugar a una gran empresa.
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