El 17 de noviembre de 2022, con CFK de asado en La Plata, comenzó un proceso político de acumulación que incluye negociaciones e imágenes.
Por Martín Granovsky
En un principio era el Verbo, dice el Evangelio según San Juan. Sin pretender ninguna teología bonaerense, la interpretación de los movimientos de Axel Kicillof debería decir otra cosa. Debería formularse así, con permiso de Juan: en un principio era la Foto.
Como en las estadísticas, siempre puede elegirse un inicio. En este caso no hay dudas. La primera foto es la de Cristina Fernández de Kirchner el 17 de noviembre de 2022 a la noche. El lugar, la residencia oficial del gobernador. El menú, asado.
Hubo una previa. Nada menos que el acto del Día de la Militancia en el Estadio Único de La Plata, con CFK de única oradora. Fue el día en que la vicepresidenta no solo habló de economía, en su discurso productivista habitual, sino que incorporó la cuestión de la seguridad y reclamó más gendarmes en el Conurbano. Recordó su propio ejemplo, con el Operativo Centinela que en su segundo gobierno, entre 2011 y 2015, se desplegó en el Gran Buenos Aires para reforzar la presencia de fuerzas federales junto a, o versus, la Policía Bonaerense.
Si después del acto había cena, Kicillof era el anfitrión natural. Después de todo en la capital de la provincia que gobierna desde 2019 se había producido la aparición de Cristina ante un auditorio masivo. Pero la política no es cuestión de sociales, y el asado surgió de un plan y no de la improvisación. Lo mismo que la elección de los participantes, que esa noche quedaron flanqueando a las dos principales figuras. Una, la de CFK. Otra, consagrada por CFK, la del gobernador.
Para entonces Kicillof ya recitaba su mantra de tres partes.
Primera parte, claro que le gustaría ser candidato a gobernador, y buscar el voto para reelegir, porque claro que habría mucho por hacer, ya sin pandemia.
Segunda parte, Kicillof, decía el mismo Kicillof, es parte de un espacio político y las decisiones se toman colectivamente.
Tercera parte, la jefa de ese espacio política era, y es, la ex Presidenta.
Ése fue el mantra que Cristina no solo no interrumpió sin que bendijo de manera implícita con su presencia. Después de todo, no estaba en duda la última parte.
Los comensales de noviembre de 2022 fueron, además, entre otros y otras, el presidente del justicialismo bonaerense Máximo Kirchner, el ministro del Interior Wado de Pedro, la senadora Teresa García, la vicegobernadora Verónica Magario, la ministra de Gobierno Cristina Alvarez Rodriguez, el ministro de Desarrollo de la Comunidad Andrés “Cuervo” Larroque, el intendente de La Matanza Fernando Espinoza, la intendenta de Quilmes Mayra Mendoza, el intendente de Ituzaingó Alberto Descalzo, las senadoras por Buenos Aires Juliana Di Tullio y por Mendoza Anabel Fernández Sagasti y el intendente de Merlo en uso de licencia Gustavo “El Tano” Menéndez.
Y en esta historia, casi un álbum de campaña que fue hilvanándose con imágenes, imágenes técnicamente pobretonas de las que odian los editores y editoras de fotografía, pero imágenes significativas desde el punto de vista político, la clave pasó a ser la evaluación de quién se agregaba. Porque, dicho sea de paso, bajarse n se bajó nadie.
La última foto de las más poderosas es la del último jueves, 4 de mayo. Kicillof recibió a 45 jefes y jefas de sindicatos de la Central de Trabajadores Argentinos, de la Corriente Federal de Trabajadores de la Confederación General del Trabajo y de gremios fuertes en afiliados y tradición como la Unión Obrera Metalúrgica y el Sindicato de Mecánicos y Afines del Transporte Automotor, el SMATA.
Este diario pudo reconstruir la trama de las conversaciones.
Una definición alcanzada por consenso fue seguir trabajando por la postulación de Cristina a la Presidencia.
Otra decisión fue concentrar los esfuerzos en organizar un acto el 25 de mayo, con doble recuerdo. Por un lado, los 50 años de la asunción de Héctor Cámpora en 1973, en un proceso que terminaría cinco meses después con Juan Domingo Péron en la Casa Rosada.
El tercer punto de acuerdo fue el pedido unánime, según los asistentes, de que el gobernador sea el candidato para el mismo puesto en las elecciones del 22 de octubre. En la Provincia, se sabe, no hay ballotage. Aunque nadie entre los consultados sueña con una elección vecinalista, separada de la nacional, a la vez le ven chances a Kicillof.
--¿Acaso el tercer punto no estaba consensuado de antes? --quiso saber Buenos Aires/12.
--No en una mesa como la del jueves, con casi 50 gremios con peso a nivel del país y también de la Provincia --fue la respuesta de un funcionario.
La bienvenida y la apertura de la reunión con la dirigencia sindical estuvieron a cargo de Walter Correa, ministro de Trabajo y él mismo secretario del gremio de curtidores. Correa ya acuñó una frase que no cambia, sea en público o en privado: “El Plan A y el Plan B son iguales, Cristina Presidenta y Axel gobernador”.
En el mismo sentido vienen trabajando dirigentes como el canillita Omar Plaini, el supervisor eléctrico Carlos Minucci, el veterano de la CTA Edgardo Depetri, que también fueron parte del encuentro iniciado con foto en el salón dorado y rematado con un asado.
Arrancó con el hilo el diputado y secretario de la CTA nacional, Hugo Yasky. El dirigente docente reivindicó el trabajo de Kicillof en términos de gestión y fue el primero en lanzar el deseo de buscar la reelección.
En la misma línea se fue pronunciando el resto, desde el metalúrgico Abel Furlán al mecánico Paco Manrique, pasando por el gráfico Héctor Amichetti, la judicial Vanesa Siley y el secretario general de la CTA bonaerense y líder del Sindicato Unificado de Trabajadores de la Educación Hugo Yasky.
Todos pertenecen a la última generación de secretarías generales de los gremios, y algunos de ellos, como Baradel, explicaron su posición política específicamente provincial no solo por lo que a su juicio entrañaría una remake conservadora sino por la experiencia de haber vivido bajo Mauricio Macri, María Eugenia Vidal y el sueño de Marcelo Villegas, ministro de Trabajo de Vidal, de contar con una Gestapo propia para combatir a los sindicatos.
El cierre le correspondió a Kicillof. Un funcionario presente sintetizó que el gobernador hizo una exposición sobre el estado de la Provincia al asumir, con el impacto consecutivo de la pandemia, la guerra de Ucrania y la sequía. También realizó un análisis de la coyuntura económica que al mismo tiempo buscó dos cosas. Una, no castigar a Sergio Massa, con quien el equipo de Kicillof colabora aunque no gestione. Otra, dejar registrada una vez más la necesidad de redistribuir porque los trabajadores están perdiendo su porcentaje en el ingreso nacional aunque el nivel de empleo no sea bajo.
Y seguirán las fotos.
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