Por: Jorge Fontevecchia. Existe una tendencia en determinados constructores de subjetividad a asignar el actual aumento de la inflación al gobierno anterior.
Como generalmente coincide con aquellos que minimizaron el paro y manifestación del jueves pasado, se puede inferir un sesgo que busca disculpar y justificar al gobierno actual. Es comprensible desear el éxito económico de todos los gobiernos que termina siendo el del país en su conjunto.
La forma que tiene el periodismo de contribuir a ese logro común es con el pensamiento crítico, herramienta básica del conocimiento.
Para poder comprender si el plan económico del gobierno de Milei es antiinflacionario o, al revés de lo declamado, es un plan inflacionario resulta imprescindible visibilizar claramente la inflación no solo de mes a mes, no solo la acumulada en el año, sino la interanual mensual anual que es lo que se hizo en el cuadro que acompaña a esta columna.
Martín Guzmán cerró el año 2021 con 51% de inflación, equivalente a 3,5% mensual, alta, pero tolerable siendo la misma que había dejado Macri en 2019, después de haber emitido en 2020 una enorme cantidad de dinero por la pandemia. El año 2022 comenzó mal para Guzmán, en marzo la inflación casi se duplicó pasando a 6,7% en el mes, lo que si se anualizara daba poco más de 100% anual, intolerable para un segundo año sin pandemia. Renuncia, asume Silvina Batakis, la inflación aumenta a 7,4% en julio; lo que si se anualizara arrojaría 136% y asume Massa, quien promete volver a bajar la inflación a 3% mensual (lo que tenía Guzmán en 2021) en abril de 2023. Logró bajarla por unos meses cerrando 2023 por debajo de ciento por ciento (el lechón que le disputó el economista Laspina a Carlos Heller) con 4,9% en noviembre y 5,1% en diciembre terminando el año 2022 con 95% de inflación interanual.
Pero en 2023 Sergio Massa no solo no lo logra sino que empeora los números de Guzmán y Batakis llegando a su “prometido” abril de 2023 con 8,4% de inflación, cuando todavía no se le podía achacar ninguna influencia a la posibilidad de que Javier Milei fuera el futuro Presidente y su promesa de dolarización empujara el aumento del precio de dólar no oficial retroalimentando la inflación.
Dos situaciones son objetivamente ciertas: la sequía no solo generó déficit comercial sino que agregó un punto de déficit fiscal por la menor cantidad de retenciones a las exportaciones que el Estado dejó de recibir durante 2023, aumentando la necesidad del Banco Central de emitir para financiar al Gobierno, explicando el aumento de la inflación, pero también Massa como parte de su campaña electoral agregó medidas proselitistas que tuvieron costo fiscal y mayor necesidad de emisión: “el plan platita”.
Aun así termina el mes de noviembre con 12,8% de inflación y 161% de inflación interanual.
Diciembre de 2023 ya es responsabilidad del gobierno de Milei con su devaluación del 118%, duplica la inflación de noviembre con el 25,5% de diciembre, último índice de inflación por todos conocido cerrando el año 2023 con 211% de inflación. Pero si se anualizara ese 25,5% de diciembre anualmente, es decir todos los meses de la misma inflación, daría el inimaginable número de más de 1.400% de inflación en doce meses.
El REM es el Relevamiento de Expectativas de Mercado que realiza el Banco Central donde se promedian los pronósticos de aumento de la inflación para los doce meses siguientes de las principales consultoras privadas. El cuadro que acompaña esta columna continúa de enero a diciembre de 2024 con ese promedio del REM, que supone una inflación de enero casi igual a la de diciembre: 25%, bajando para febrero a 18%, siguiendo siempre de forma decreciente: 15% en marzo, 12% en abril, 10% en mayo y 8% en junio, primer mes con un solo dígito de inflación mensual. El REM también pronostica una inflación anual en todo 2024 de 213% a diciembre de 2024, lo que resulta bastante parecida a la de 2023 que fue 211%.
Pero si se observa la inflación mensual interanual antes de que asumiera Milei, el peor mes de Sergio Massa, noviembre de 2023, fue 161% interanual y la peor de Martín Guzmán, poco más de 100% interanual, mientras que de febrero a octubre de 2024 la inflación interanual de esos diez meses de Milei sería más de 300% llegando a 368% en junio. Simplificadamente: de manera sostenida a lo largo de un año completo Milei más que triplica la inflación de Guzmán y más que duplica la de Massa.
¿Es este un plan antiinflacionario o un plan adrede inflacionario con un propósito ulterior: estabilizar por efecto de una depresión de la economía para posteriormente dolarizar o bimonetizar la economía?
Milei define esta etapa como de estanflación cuya definición es: “concepto acuñado a partir de los términos ‘estancamiento’ e ‘inflación’, que se utiliza para designar una situación económica en la que se da una alta inflación y un estancamiento de la economía, con tasas de crecimiento del PIB bajas o negativas.”
El neologismo fue acuñado en 1965 para un discurso en el Parlamento por el entonces ministro de Finanzas británico, Ian McLeod quien, entonces dijo: “Ahora tenemos lo peor de ambos mundos: no sólo inflación por un lado o estancamiento por el otro, sino ambos juntos. Tenemos una especie de ‘estanflación’.”
Ocho años después durante la crisis del petróleo de 1973 se “consolidó la creación de un nuevo fenómeno hasta entonces poco conocido: la ‘estanflación’. El extraordinario aumento del precio de este recurso produjo, entre otros efectos, un enorme aumento en los costos de producción, lo que obligó a las empresas a elevar los precios de los bienes en esa misma proporción. El aumento en el nivel general de precios no se equilibró con la demanda como en casos anteriores, lo que derivó en menor consumo y por ende en una reducción de la producción, lo que además, generó mayor desempleo. Por primera vez convivían la inflación y el desempleo.”
Durante el período de Guzmán y el comienzo de Massa hubo inflación, pero con crecimiento. Los últimos tres trimestres de Massa fueron de estanflación, los de Milei: ¿serán de depresión?
Una depresión económica “ocurre cuando una recesión se alarga y no muestra posible mejora. Aunque no existe una definición formal, el consenso es que ocurre ante una caída del PIB mayor del 10%”. El ejemplo clásico fue la Gran Depresión de 1929.
En depresión se frena la inflación por la caída de la capacidad de compra, caen las ventas, la producción y la inflación. Incluso se produce desflación, inflación negativa por caída de los precios.
Para la mayoría de los economistas la desflación tiene peores consecuencias sociales que la inflación y se la combate con mayor ahínco, salvo algunos economistas de la escuela austríaca como Murray N. Rothbard, recurrentemente citado por Milei, quienes “defienden la deflación como algo positivo, argumentando que al bajar los precios aumentaría el poder de compra del individuo”, los que sobrevivan, se podría agregar.
El futuro dirá.
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