El calor extremo disparó la demanda eléctrica a niveles récord hasta colapsar el sistema. Miles de usuarios sufren largos e imprevisibles apagones que acentúan la bronca. El gobierno acusa a sus antecesores de haber descuidado la red.
A diferencia de otros lugares del país, aquí el gobierno no puede culpar a las generadoras ni a las transportadoras: el problema está en la red de distribución de su Empresa Provincial de la Energía (EPE). La gestión de Hermes Binner recalca que es obsoleta, que sufrió largos años de desinversión y que no puede ponerla a punto de un día para el otro. Los usuarios que deben dormir sin ventilador ni split le recuerdan que este gobierno lleva dos años ya, y no tienen margen para oír explicaciones.
El consumo de electricidad en Rosario es de 1.300 megavatios por en un día normal, sin temperaturas de hasta 35 grados, como se están registrando. El miércoles, la demanda fue de 1.695 Mw; el jueves fue de 1.725 Mw; y el viernes la potencia requerida llegó a 1.733 Mw, cifras que nunca antes se habían registrado. El malhumor que han desatado tantas fallas repentinas del servicio obligó al ministro de Aguas y Servicios Públicos, Antonio Ciancio, y al titular de la EPE, Daniel Cantalejo, a explicar el origen del problema y a suspender la aplicación del ajuste tarifario previsto en el presupuesto 2009 hasta que merme la iracundia. También el gobierno analiza con la Defensoría del Pueblo implementar algún mecanismo de resarcimiento para los usuarios que perdieron mercaderías o se le quemaron artefactos por culpa de estos trastornos. Ciancio contempló "la bronca de quienes padecen la situación", pero resaltó que "es una proporción baja en un universo de 300.000 usuarios como los que hay en Rosario".
El ministro calculó que la EPE recauda anualmente –sin subsidios del Estado nacional– unos $1.500 millones, de los cuales unos 100 millones son disponibles para reinvertir en la red. Y, en contraste, dijo que sólo el reemplazo y puesta a punto de la red de media y baja tensión del macrocentro de Rosario demandaría $1.539 millones. "Es lo que costaría reemplazar 45 kilómetros de cableado de media tensión, 690 de baja, y agregar cuatro estaciones transformadoras", precisó Cantalejo. "Es como un árbol –metaforizó Ciancio–: primero nos ocupamos del tronco, las estaciones transformadoras, las grandes redes; y luego las ramas, que sería la red de baja tensión, un terreno frondoso y complejo", comparó.
NI HABLAR DE AUMENTO. En el medio, se cuela la actualización tarifaria que para este año se había previsto en un aumento del 6 por ciento promedio, y que se acumula a incrementos del 17, 11 y 9 por ciento desde 2008. "Aclaro que el primer aumento iba a hacerlo la gestión anterior, pero lo dejaron en suspenso para que nosotros afrontemos el costo", dijo Ciancio y adelantó que para este año la EPE invertirá 250 millones de pesos, de los cuales alrededor de 70 millones irán a mejorar la red rosarina. Por ahora, el aumento se paró.
"La red subterránea está colapsada en un 60 por ciento, hay cables de hasta 60 años, cuando la vida útil es de 25 años. En estas condiciones, no hay soluciones cortoplacistas, lamentablemente", advirtió Cantalejo. Otro factor es que el boom inmobiliario acrecentó la demanda sobre una red que no se adecuó a las circunstancias. La EPE ya esgrimía este argumento en 2006, durante la gestión de Jorge Obeid, y también ahora. "En dos años estamos abasteciendo 420 nuevos edificios en Rosario y la proporción de equipos de aire acondicionado, luego de la convertibilidad, pasó del 5 por ciento al 80 por ciento de la población", señaló el titular de la empresa. Diversas voces, entre usuarios, opositores y hasta de la corporación de la construcción, cuestionan que esos detalles son evidentes y deberían haber sido previstos a la hora de planificar la distribución eléctrica para la ciudad. Uno de estos, el diputado provincial Alberto Monti, llegó incluso a pedir la renuncia de Cantalejo como director de la EPE. Hasta que no llueva y refresque, para que la demanda eléctrica afloje, los ánimos no se van a enfriar solos por Rosario.
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