Por: Jorge Fontevecchia. “Se desconoce la causa exacta de la esquizofrenia, pero es posible que tenga que ver con una combinación de factores genéticos y ambientales“ (Mayo Clinic). Desde Darwin sabemos que los factores ambientales influyen sobre los factores genéticos haciendo perdurar aquellos que se adapten al ambiente.
Probablemente la prolongación durante generaciones de nuestra exacerbada polarización político/económica haya predispuesto a nuestras mentes a desarrollar mecanismos de defensa frente al cambio vertiginoso de narrativas.
A veces el humor es la forma menos dañina de procesar el abrupto contraste del paso de una narrativa a otra. El ministro de Seguridad bonaerense, Sergio Berni, dijo: “Es increíble cómo mejoró la seguridad con nosotros. Hasta el 10 de diciembre, la gobernadora tenía que vivir en un cuartel para que no la maten las mafias. Ahora camina tranquila por la playa”.
El "tribunal ético de juzgamiento del lawfare" será otro "conflicto objetivo" con medios y periodistas
Con agudeza, Berni pone foco en la mejor síntesis del contraste: María Eugenia Vidal, a comienzos de enero, yendo a la playa de Pinamar con su nueva pareja no necesita siquiera palabras. Pero los ejemplos se expanden a todos los campos. En la propia provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof no paga los bonos provinciales, de cuya solvencia no se dudaba hace un año y hasta hace dos años eran tan demandados como los bonos de la deuda nacional, que también en el transcurso de meses se volvieron impagables. ¿Cuál hubiera sido hoy la situación si Macri y Vidal hubieran sido reelectos?
La provincia de Buenos Aires es un espejo ampliado de nuestros contrastes, desde la seguridad a no pagar la deuda, pasando por el aumento de impuestos. Un buen laboratorio de lo que luego puede darse a nivel nacional. ¿Kicillof no pagó al vencimiento su deuda para enviar un mensaje a todos los acreedores de bonos argentinos y –a lo Trump– luego negociar mejor desde una posición de dureza? ¿O el default es una alternativa a considerar según cómo avance la negociación del ministro Guzmán?
En materia de seguridad, las discrepancias entre Sergio Berni y su par a nivel nacional, Sabina Frederic, también pone en contradicción el sentido de dos narrativas: que toda la provincia de Buenos Aires y el Ministerio de Seguridad nacional reportan en forma absoluta a Cristina Kirchner.
Pero aun más esquizofrénicas resultan las narrativas en lo relacionado con los medios de comunicación y sus periodistas. En un reportaje de Horacio Verbitsky a Alberto Fernández publicado la semana pasada en su sitio El Cohete a la Luna, el periodista le toma examen al Presidente. Hay que verlo: http://bit.ly/verbitsky-entrevista-fernandez.
Verbitsky le dice a Alberto Fernández: “Leí la tesis de graduación de periodismo de tu compañera, Fabiola. Al analizar el conflicto de Clarín con el kirchnerismo, dice que no fue un capricho de Kirchner ni de Magnetto, sino que existen intereses objetivos contrapuestos. Si la contradicción es objetiva, ¿cómo te vas a manejar vos?”. Más adelante, con cierta piedad, Verbitsky vuelve a marcarle al Presidente que si la contradicción es objetiva el conflicto será inevitable.
Eso parece entender el constitucionalista Eduardo Barcesat al anunciar que presidirá un “tribunal ético de juzgamiento del lawfare” que analizará entre las víctimas los casos de Cristina Kirchner, Lula y Rafael Correa y entre los imputados argentinos, además del juez Claudio Bonadio, a varios periodistas. Lo que será un conflicto bien objetivo con los medios y varios importantes periodistas.
El tribunal que sesiona en Madrid está integrado por Renata Avila Pinto, defensora de Julian Assange junto al juez español Baltasar Garzón, quien también integra el tribunal, el ex secretario general de la Federación Internacional de Derechos Humanos William Bourdon, la ex ministra de Justicia de Alemania y comisionada de las Naciones Unidas Herta Däubler-Gmelin y la ex presidenta del Comité de Derechos Civiles de Nigeria, y miembro de la Iniciativa por el Diálogo Político de la Universidad de Columbia, Ayo Obe, entre otros, lo que pareciera indicar una iniciativa de cierta importancia y conflictividad.
El integrante francés del tribunal, William Bourdon, abogado de Danielle Mitterrand y defensor de detenidos en Guantánamo, había dicho al diario Libération que “el terrorismo es un crimen muy subjetivo. Si uno razona de esta manera, Yasser Arafat podría ser perseguido”.
Que no sea punible judicialmente aquello que pueda resultar para algunos un crimen subjetivo explica que el tribunal del lawfare se autotitule ético y su sanción busque ser moral. Pero aun en el terreno de lo simbólico resultaría esquizofrénico ver condenado por “crímenes periodísticos” a Jorge Lanata antes que a Lázaro Báez por corrupción.
Otra disociación que deben tramitar las mentes argentinas es la del asfalto que tocaba Macri diciendo “esto no es relato, es real”, con la denuncia del ministro de Obras Públicas Gabriel Katopodis diciendo: “Macri anunció 4 mil km de ruta e hizo cero, y seis de cada diez obras se encuentran suspendidas”.
En el reportaje del fin de semana pasada a Evo Morales, justificó su deseo de quedarse otro mandato más diciendo que en los tres anteriores solo había cambiado un ministro de Economía y, a pesar del éxito en la gestión, el entrante decía que todo estaba mal.
No puede haber presos políticos y democracia, como sabe Alberto Fernández
Morales “corrige” el problema creando otro peor, pero revela la dificultad de los países no desarrollados: mientras en las principales democracias del mundo ante cada cambio de presidente cambian solo doscientos funcionarios, porque el resto de la administración del Estado del más alto nivel es profesional y estable, en nuestros países cambian miles de funcionarios y siempre lo que hizo el anterior fue un desastre, y no pocas veces, un crimen.
“La política no es sinónimo de griterío y discordia”, dijo Pedro Sánchez a sus 22 ministros al poder por fin formar gobierno en España. La salud mental de los ciudadanos y quienes vayan a ser futuros dirigentes lo requiere. Por ejemplo: no puede haber presos políticos y democracia al mismo tiempo. Por eso Alberto Fernández hace malabarismo hablando de detenidos arbitrarios.
Otras esquizofrenias precisarán más que retórica.
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