La fundación Luchemos por el Oeste da de comer todos los días a 200 personas y brinda talleres gratuitos de cerámica y carpintería. Trabaja con jóvenes judicializados. Reparten leña a los vecinos.
En el barrio San Lorenzo por calle Doctor Ramón al fondo, donde apenas llega el agua y la luz, y el asfalto quedó lejos, a más de un kilómetro, la fundación cada día despierta con el objetivo de ayudar e incluir. Una de las maneras es dar un almuerzo cada mañana a más de 200 personas de todas edades. Dos cocineras del barrio son las encargadas de alimentar a todos.
“Sopa, pastas, milanesas, comen bien. Le damos un menú variado”, contó Roxana.
El comedor se creó en 2008 y fue el punto de partida para la Fundación que observó que la primera necesidad a cubrir pasaba por la alimentación de los vecinos más carenciados. Rafael Aguiar fue el precursor de Luchemos por el Oeste, acompañado por Jorge Neyroud que hace las veces de tesorero. Además del comedor en el primer año de vida el pequeño grupo de personas inició un taller de costuras para mamás solteras y los “hombres se dedicaban a soldar rejas de vecinos y lavar los tanques de agua”, recordó Roxana.
Con los años, la fundación creció hasta llegar a implementar talleres de carpintería y cerámica para jóvenes. Y otro paso fundamental para el equipo de trabajo fue armar la leñera que les permite cortar y repartir madera para calefaccionar a los hogares con falta de gas.
La leñera como espacio para los talleres está justo frente al comedor, en Doctor Ramón al fondo.
La leñera es el espacio que contiene a menores y adultos que están con probation. La fundación los recibe dos veces a la semana.
A Roxana le llega una nota de la Justicia donde se le explica la situación de la persona y se le solicita si los puede recibir para que contrapresten horas comunitarias en el fin de su pena. El grupo de trabajo aprueba la idea y desde el juzgado correspondiente autorizan a la persona para que asista al lugar.
“Ellos creen que no le importan a la sociedad, pero acá encuentran un grado de importancia. Se sienten personas útiles capaces de llegar a algo. Son un integrante más del grupo. Acá no se lo discrimina por lo que pudo pasar. Cada persona que llega se convierte en uno más entre todos”, relató Roxana.
El trabajo específico es cortar la madera y repartirla entre las familias necesitadas del barrio que la usan como calefacción.
La madera fue donada hace un tiempo por Ramón Flores, un hombre de Junín de los Andes que conoció a la fundación a través de su sitio on line y en forma solidaria viajó hasta el oeste neuquino para entregar su donación.
Un grupo de jóvenes cada día repartía la madera de 8 a 13. Aunque ahora no les alcanza el dinero para pagar el flete entonces los vecinos se tienen que acercar al lugar para retirarla. Quisieran tener los fondos pero es muy poca la ayuda que reciben.
“Al ministro de Desarrollo Social le pedí aportes pero me dijo que vendiera esa madera para juntar plata. Optamos por desobedecer la orden y preferimos luchar pulmón a pulmón para que la gente tenga para calefaccionarse”, dijo la presidenta de Luchemos por el Oeste.
“Acá nadie manda. Nos compramos todos nosotros. Estaría bueno que el Gobierno nos ayudara con algo. Además ayudar a la gente está bueno”, dijo Franco Piccioli, joven que integra el grupo de trabajo en la leñera.
Homenaje
La leñera lleva el nombre de Carlos “Cane” Erice, en recuerdo de un chico que estaba con probation y murió asesinado de varias puñaladas en mayo de este año. Los compañeros decidieron homenajearlo inscribiendo su nombre en el lugar.
“Cane estaba acá y fue el que impulsó a muchos chicos a venir y por eso se lo homenajeó. Cuando quiso cambiar le quitaron la vida. Sus compañeros ven lo que dejó”, expresó Roxana.
“Él nos impulsó a hacer esto”, dijo Ricardo Fuertes, un joven que está a cargo de la leñera.
“No nos sacó las ganas su asesinato, al contrario, vamos a terminar esto por él”, dijo Franco, otro compañero
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