Dos figuras de máxima confianza de la cúpula local del Pro ganarán más poder en la etapa final del gobierno de Héctor Gay. Los amarillos no dejan resquicios para sus socios políticos en los principales despachos de Alsina 65, sobre todo luego de las últimas renuncias.
Hay fotos que dicen más que mil palabras. Los últimos movimientos en el gabinete municipal demuestran la intención del comando Pro de concentrar gran parte del poder en el núcleo duro y consolidar a dos figuras como ejes centrales de la gestión. Se trata del secretario general Pablo Romera, virtual intendente en funciones toda vez que Héctor Gay necesita delegar, y el secretario de Gestión Urbana, Tomás Marisco, brazo ejecutor de la mayoría de las políticas de alto perfil que tuvo este gobierno en los últimos tiempos. Una reciente imagen oficial de ambos recorriendo una obra vial, en ausencia de Gay por vacaciones, vino a reforzar la idea.
El ascenso de Marcos Streitenberger a secretario de Gobierno, casi un alter ego de Marisco, y la reactivación de una secretaría como Innovación en manos de Ricardo de Weerth, área sobre la cual intenta poner muchas fichas Romera, refuerzan esa noción.
Quedan pocas figuras políticas fuertes en el resto de las áreas. El pase de Adrián Jouglard al Concejo Deliberante y la renuncia de dirigentes con aspiraciones de crecimiento como Emiliano Alvarez Porte o Ignacio Caspe son algunos ejemplos.
A esto se suma la desaparición que más debería llamar la atención, la de Nicolás Vitalini, concejal mandato cumplido y uno de los candidatos naturales a pelear por la sucesión de Gay considerando que formó parte del equipo desde su creación, que fue presidente del Concejo, que encabezó la boleta amarilla en la elección legislativa de 2017 y que era una de las voces más punzantes a la hora de defender la gestión o de polemizar con sus contrapartes peronistas.
Las razones de su alejamiento no solo del espacio sino de la política activa nunca fueron debidamente aclaradas, pese a que se trata de uno de los principales cuadros que acuñó la tríada Moirano-Nardelli-Gay. Se dio a entender que se trata de cuestiones personales, ya que el futuro de su familia no estaría en la Argentina, aunque es probable que también haya influido que comenzaron a cerrarse algunas puertas que trababan su proyección. No hay mucho riesgo al afirmar que llegó a fantasear con pelear por la jefatura comunal, pero ese sueño, en algún momento del año pasado, se esfumó. No se lo volverá a ver en el ruedo hasta nuevo aviso.
En otra escala, también es llamativa la salida del joven concejal José López, autor de varias de las principales ordenanzas económicas del gobierno durante sus cuatro años en la banca. En julio último, a la hora de discutir las listas, su nombre nunca fue una posibilidad para renovar y entonces se supo que se iba a la actividad privada. Hubo otros casos de ediles que tampoco quedaron en las boletas de 2021 pero sí se mantienen en el elenco municipal, como Lucía Pendino o Marisa Pignatelli. Vitalini y López, dos dirigentes otrora muy valorados en Alsina 65, se corrieron de todo tipo de función. No es común.
En rigor, no es falso el argumento más utilizado en las últimas semanas para justificar partidas, ese que alega razones personales. Volviendo a Alvarez Porte o Caspe, las funciones en materia de seguridad o en una delegación que atiende tanta problemática social como Noroeste son ultra desgastantes, exigentes las 24 horas. Sin embargo, no hace falta raspar mucho para darse cuenta de que ambos tenían (¿tienen?) deseos de ir a más en la política.
El radical difícilmente se baje de la pelea por 2023 y es esperable que, luego de un prudente paréntesis, vuelva a protagonizar actividades públicas en el marco del partido. ¿Por qué se fue de manera tan repentina, apenas unos días después de defender el presupuesto de su área en el Concejo? ¿Se cansó de la gestión de un día para el otro, justo cuando había recuperado el rango de secretario?
Las versiones son múltiples. Se supone que la UCR había negociado algunos cargos en el gabinete a cambio de no competir en el tramo local de las primarias, pero después esos puestos no llegaron. A eso se suma que uno de los temas clave de este año para el Municipio, la recuperación de las cámaras de vigilancia urbana, lo extirparon de su área para dárselo a la cartera de De Weerth con la lógica de que se trata de un asunto de tecnología.
Se tejieron todo tipo de hipótesis, pero ninguna terminó de redondear el episodio. Ya romperá el silencio el exfuncionario.
Si bien en principio circuló la idea de que la cartera de Seguridad quedaría vacante, hoy la línea rectora es reordenarla como subsecretaría debajo de Gobierno. Casi descartado algún exintegrante de las fuerzas para dirigirla, en la comuna sugieren que el candidato que pica en punta es un civil, sin profusa actividad política reciente.
En el caso de Caspe, no lo habría alegrado el nombramiento de Fabián Tuya como coordinador de delegaciones, ya que pretendía algo similar para él o algún puesto destacado en la Secretaría de Políticas Sociales que le signifique un ascenso. Luego de trajinar los barrios potencialmente menos proclives a votar a Juntos en las últimas campañas, el exbasquetbolista creía que podía tener un mejor premio. No obstante, esa opción se fue desinflando y se irá de la función pública el 1 de marzo.
Suena como reemplazante Patricio Pañepi, un trabajador social de mucha trayectoria pese a su juventud. Fue dirigente del Club Vista Alegre, trabajó codo a codo con los cartoneros y es uno de los creadores del programa que apuntaba a que ningún chico de Villa Caracol duerma en pisos de tierra, ese plan para poner base material en las viviendas más humildes donde el suelo terroso hace estragos. Su principal ventaja es el conocimiento del territorio, aunque el punto a definir es si tendrá suficiente respaldo político, ya que no es un hombre de la entraña Pro. No obstante, más de un dirigente de alto perfil considera que su nombramiento podría ser un buen mensaje, un reconocimiento a la idoneidad.
Comentá la nota