Juntos por el Cambio ya tiene dos figuras que blanquearon sus aspiraciones y hay otras dos que demoran la definición. En el peronismo todavía hay que despejar una gran incógnita.
Por Maximiliano Allica
A un año de las elecciones generales de 2023, en Bahía Blanca comienzan a acelerarse algunos movimientos en las principales coaliciones para determinar quiénes llegarán con chances de competir por la sucesión de Héctor Gay.
Ya hay al menos dos figuras dentro de Juntos que expresaron su intención de pelear por la intendencia, mientras otros dos con posibilidades reales de participar (y ganar) siguen jugando al misterio y esperarán un tiempo más para blanquear sus intenciones.
En el Frente de Todos aún nadie exteriorizó quién será de la partida, aunque a medida que pasa el tiempo las posibilidades de que emerja un tapado se diluyen y las opciones que maneja el peronismo parecen cada vez más claras, aunque aún queda por despejar una importante duda.
Por fuera de esos dos espacios principales, los libertarios intentarán meterse en la discusión, aunque visto desde hoy parten con menos chances.
En el oficialismo local, el trío conductor formado por Héctor Gay, Santiago Nardelli y Nidia Moirano aún debe ratificar si la senadora será la aspirante del núcleo duro del Pro. Por lo pronto, a modo de señal, viene apareciendo cada vez más seguido en los actos públicos junto al intendente y es esperable que siga levantando su perfil.
La duda allí es si efectivamente será candidata o si la están poniendo al frente para que se lleve las marcas y le quite presiones a algún otro dirigente con chances, como los últimos dos cabezas de lista en las legislativas de 2021, Adrián Jouglard y Fernando Compagnoni.
En la intimidad del comando amarillo aseguran que no es así, que la candidata del espacio será Moirano, solo que no le ven sentido a oficializarlo con tanta antelación ya que le darán un blanco fijo a la oposición para que comience a apuntarle los dardos.
Lo cierto es que, por esa línea interna de Juntos, el apellido que disputará la intendencia no saldría de los recién mencionados. No obstante, los más especuladores siguen creyendo que no hay que descartar del todo al propio Gay, quien el año que viene finalizará su segundo mandato y ya dijo hartas veces que no quiere ir por un tercero. Sin embargo, algunos continúan sosteniendo que si se perfila una PASO muy peleada en Bahía y el actual jefe comunal es el que mejor mide, habrá que convencerlo.
Esta definición del Pro es una de las tres principales incógnitas en el tablero. La segunda es Lorenzo Natali. Su irrupción el año pasado sacudió las estructuras de Juntos por el Cambio, sobre todo por el triunfo en las primarias seccionales representando al radicalismo en contra del partido favorito, que era el Pro. Su altísimo nivel de conocimiento, su buena imagen personal y su condición de outsider en momentos de fuerte rechazo a los políticos profesionales le dan un plus por sobre el resto de los interesados.
La debilidad de Lorenzo es la misma que su fortaleza. No tiene tradición política y una campaña ejecutiva es mucho más exigente que una legislativa. Podría flaquear a la hora de discutir sobre temas muy específicos, que requieren trayectoria y conocimiento.
A su favor podría jugar que el país llegue a las urnas en medio de una gran crisis económica, que limite el interés de la discusión local a un sector relativamente reducido del electorado. De hecho, el contexto nacional siempre es decisivo a la hora de las definiciones locales, independientemente de los nombres que se suban a la grilla bahiense.
El exconductor de LU2 será otro que no dirá ni que sí ni que no hasta último momento. Lo impulsa un sector de la UCR, en especial los viejos caudillos como Juan Pablo Baylac, aunque no hay que dejar de observar la variable Emilio Monzó. Lorenzo no se sumó a la política desde la UCR sino desde el monzoísmo, que este año dejó de trabajar con Facundo Manes y se fue a las huestes de Patricia Bullrich. La figura de Lorenzo, como tantas otras, está muy atada a los alineamientos nacionales y hoy es un dado más moviéndose en el cubilete. Pero lo cierto es que no hay laboratorio político que analice el 2023 sin ponerlo en la escena.
Uno que sí manifestó sus deseos de competir por la intendencia es el senador Andrés de Leo. Al revés que Natali, tiene un largo recorrido en la política y, como presidente de la Coalición Cívica en la provincia de Buenos Aires, es el único dirigente de esta región que se sienta en la mesa nacional de Juntos por el Cambio. Delante suyo discuten Mauricio Macri, Horacio Rodríguez Larreta, Patricia Bullrich, Gerardo Morales, Martín Lousteau, Maximiliano Ferraro, Miguel Pichetto y el resto de los peso pesado de la alianza. Maneja información y contactos privilegiados.
De Leo, igual que Moirano y otros, tiene un nivel de conocimiento claramente más bajo que Lorenzo o Gay, aunque los lilitos entienden que a medida de que se acerquen las elecciones eso se puede revertir con campaña. Su principal debilidad es que la Coalición Cívica no tendrá candidato presidencial propio, con lo cual deberá pedir boleta "prestada". Allí se verá su muñeca como negociador.
El último en sumarse a quienes dijeron "yo voy a ser candidato" fue Emiliano Alvarez Porte, extitular del comité radical de Bahía y ahora alineado con dos figuras Pro, Cristian Ritondo y Patricia Bullrich. El exsecretario de Seguridad depende de que Juntos apruebe la candidatura a la Gobernación de Ritondo, dentro de alguna línea interna o como candidato de consenso, para tener chances de que le den boleta en nuestro distrito. Caso contrario, quedará en offside.
Y también habrá que esperar definiciones del radicalismo orgánico. Así como algunos intentan impulsar a Lorenzo, no se bajan de la puja Martín Salaberry y el Grupo Hospital, cuya cara visible es Elisa Quartucci.
En resumen, los apellidos en danza son Moirano, Natali, De Leo, Alvarez Porte y algún radical más. Llegado el caso, es probable que alguno deba bajarse, una primaria con demasiados postulantes puede ser nociva para la coalición. Nadie recomendaría que haya más de dos o, como mucho, tres precandidatos.
En el Frente de Todos, si bien todavía no lo dijo con todas las letras, es imposible proyectar las próximas elecciones sin Federico Susbielles. Su equipo está muy confiado en que llegará con altos niveles de aceptación en las encuestas y recuperará buena parte del voto perdido por esa coalición el año pasado (bajó del 41,51% obtenido en 2019 por el presidente del Consorcio del Puerto a un 23,05% de la lista encabezada por Gisela Ghigliani en 2021).
El susbiellismo entiende que el gobierno municipal llegará muy desgastado a las urnas y sin candidatos de peso, contra un Susbielles que logró instalarse como la contraparte de Gay a partir de tres ejes: una voluntad de trabajo muy férrea que le permitió encolumnar detrás suyo a muchas piezas sueltas del peronismo; la decisión de utilizar recursos del Puerto para volcarlos en diferentes sectores sociales, lo cual constituye una marcada diferencia con presidentes portuarios anteriores; y un sistema de comunicación intenso, que difunde a toda hora sus actividades en la terminal portuaria, los barrios y las unidades básicas.
Sus principales puntos flacos son los mismos que tendría cualquier otro postulante de ese frente. Uno, el rechazo de gran parte del electorado bahiense a todo lo que suene a kirchnerismo, vertiente del justicialismo a la cual "Chubi" adhiere. Y otro, el malhumor social que puede haber el año próximo con los gobiernos del FdT de Provincia y Nación por la crisis inflacionaria. Si el gobierno de Alberto, Cristina y Massa logra llegar a las elecciones con una economía que muestre, aunque sea levemente, un escenario de estabilidad, en Bahía el peronismo tendrá sus chances de ser competitivo. Caso contrario, será más probable el papelón que el milagro.
Y la tercera gran incógnita del tablero para 2023 es si esta coalición tendrá primarias o candidato único. A priori, el único capaz de competir seriamente contra el exbasquetbolista es el senador Marcelo Feliú. Peronista difícil de ubicar en alguna de las actuales líneas internas (no es definidamente K ni massista ni albertista ni reporta a la liga de intendentes bonaerenses), con los años se convirtió en un referente del que muchos recelan a nivel interno pero del cual no pueden prescindir al momento de buscar votos.
Con un mandato de legislador que vencerá el año que viene, es probable que su ubicación en el mapa electoral recién se conozca al filo del cierre de listas, previsto para junio próximo. Al menos eso sucedió la última vez que se dio un escenario similar, en 2019, cuando aceptó correrse de la competencia por el Ejecutivo para aceptar el tercer lugar en la boleta de senadores provinciales.
Y, finalmente, queda la duda del Frente Renovador. ¿Pondrá a un candidato propio, apuntalado desde arriba por el ahora onmipresente Sergio Massa? ¿O dará su apoyo a alguno de los candidatos justicialistas de mayor proyección? Si deciden salir a la cancha, Fabián Lliteras y Sebastián Mas son los hombres a considerar, aunque hoy por hoy siguen afirmando que todavía falta mucho para esas definiciones.
Es cierto, pero también lo es que el tiempo pasa. E instalar nombres en la consideración popular no se logra de un día para el otro.
En cuanto a los libertarios, las diferencias entre los líderes nacionales José Luis Espert y Javier Milei impiden la unión de ambas corrientes principales, tanto en el orden nacional como en los diferentes distritos. Y, si van divididos, es obvio que reducen sus posibilidades de ser realmente competitivos. Para colmo, continúa dando vueltas el rumor de que Espert se sumaría a la interna de Juntos por el Cambio, lo cual dejaría una sola opción libertaria "pura".
En nuestra ciudad hay dos concejales que ingresaron el año pasado por la fuerza de Espert, Martín Barrionuevo y Valeria Rodríguez, mientras que el incipiente mileísmo tiene como uno de sus puntales al empresario Carlos Alonso, quien se fue del espertismo el año pasado en malos términos y quedó con sed de revancha.
Si bien sus chances de triunfo son prácticamente nulas, tanto unos como otros pueden conseguir una cantidad de votos suficientes como para incidir en la elección. ¿A quién le "muerden" parte del electorado? En principio, por razones ideológicas, a Juntos por el Cambio. Pero ya se verá si eso significa que pueden contribuir al fin de la hegemonía que mantienen los amarillos locales en los últimos tiempos.
A ninguno le será fácil destronar a este oficialismo del Pro, que viene ganando elecciones con bastante comodidad desde su aparición en 2015.
Comentá la nota