En la Casa Rosada se manejan con cautela, reconocen la complejidad política e identifican la encerrona discursiva; el acto partidario para demostrar fortaleza y el posible capitán de la estrategia legal
Delfina Celichini
La agenda oficialista dio un vuelco el viernes por la noche, cuando estalló la polémica por el tuit de Javier Milei donde promocionaba una criptomoneda –$LIBRA– que, en cuestión de horas, dejó un tendal de bancarrotas. La falta de reacción se apoderó por unas horas de la Casa Rosada, donde no supieron cómo manejar el escándalo que emergía desde la cima del poder. Cuando los teléfonos por fin se activaron se trató de exhibir calma, aunque los movimientos internos dieran cuenta de una preocupación creciente.
En el Gobierno prima la reserva como cortafuego. La preocupación no es jurídica, sino política. El episodio pone en duda la palabra presidencial sobre el tema que define el destino del Gobierno: la economía. Nada inquieta más al oficialismo que un tembladeral en los mercados. Por eso la respuesta vino en el lenguaje de la “casta”.
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El escándalo alteró la hoja de ruta partidaria. Lo que iba a ser un acto de afiliación para desgastar a Jorge Macri en la Ciudad se transformó en una demostración de fuerza. “Que explote”, se oyó entre los organizadores del evento previsto para el domingo a la tarde en la Plaza Seeber, en Palermo. La marea libertaria en X ayudó a empujar el relato: planos cerrados, tomas ajustadas, tuits de euforia desbordada. Todo para sobredimensionar el fervor en torno a Karina Milei y Luis “Toto” Caputo, los protagonistas del acontecimiento.
Karina Milei y Luis Caputo buscaron afiliados para La Libertad Avanza en la Plaza Seeber.Nicolás Suárez
Varias de estas publicaciones fueron reproducidas por Milei así como por la tropa digital de La Libertad Avanza, que buscaron correr el foco de la atención pública y desviar la conversación en las redes.
“ARRASÓ EL JEFE EN PALERMO. Una INFINIDAD de gente se congregó para BANCAR a Toto CAPUTO y KARINA MILEI”, celebró el influencer Fran Fijap en X. Su mensaje fue amplificado por la maquinaria digital del oficialismo, con el presidente de la Cámara de Diputados, Martín Menem, entre los entusiastas replicadores.
El estilo libertario de nunca ceder ante la crisis sufrió un ajuste. Milei tuvo que borrar su publicación original y dar explicaciones. Aclaró que no tenía vínculos con $LIBRA y admitió que desconocía sus detalles. Toda una rareza en su universo discursivo.
Le dio pie a la cuenta oficial de la Oficina del Presidente de emitir un mensaje institucional, que amplió con detalles la aclaración de Milei. Subrayó que el tuit de la polémica se publicó desde las “cuentas personales” del jefe de Estado y anunció la intervención de la Oficina Anticorrupción (OA) “para que determine si existió una conducta impropia por parte de algún miembro del Gobierno Nacional, incluido el propio Presidente”.
La estrategia fue pensada por los más íntimos. Fue manejado con hermetismo por el círculo más íntimo de Milei, que incluye al asesor Santiago Caputo, su hermana Karina y el vocero Manuel Adorni, quien se abstuvo de hablar y solo se limitó a retuitear al primer mandatario. No se le dio intervención a la Secretaría de Legal y Técnica, con Javier Herrera Bravo a la cabeza, una señal de que la estrategia pasaba más por la contención política que por el blindaje jurídico.
“El problema es que hay que guillotinar al que tiene la guillotina”, reconocen en la Casa Rosada, en alusión a la secretaria general de la Presidencia. Incluyen en este esquema al asesor económico del Presidente, Demian Reidel, que no tardó en despegarse del escándalo. “No he hecho nada relacionado con criptomonedas ni antes ni ahora”, dijo a través de su cuenta de X. Los que conocen el delicado equilibrio de funciones del “triángulo de hierro”, libran de culpa y cargo por el “criptogate” a Santiago Caputo. “Está en otras cosas”, señalan.
La estrategia legal se basa en demostrar que no hay conexión entre Milei y Kip Protocol, la empresa detrás de $LIBRA, además de resguardarse en la libertad y pleno conocimiento de los inversionistas al apostar por la criptomoneda. Lo dijo Francisco Oneto, un abogado que ya ha defendido al Presidente en otras causas judiciales, y quien tomó la delantera de su auxilio mediático sobre este tema apenas estalló el escándalo.
Según pudo saber LA NACION, se barajó la posibilidad de que Mariano Cúneo Libarona asumiera la responsabilidad legal de la defensa de Milei. La idea tenía dos objetivos en simultáneo: mostrar que la Casa Rosada se encolumnaba detrás del objetivo de esclarecer los hechos y, de paso, desprenderse del ministro de Justicia, un viejo anhelo de Caputo, que maneja la cartera a través del número dos, Sebastián Amerio.
Pero la idea murió antes de nacer. Echar a un ministro para resolver un problema legal del Presidente olía a desesperación, justo lo que el Gobierno quiere evitar. En la Casa Rosada, donde el hermetismo es norma, buscan encapsular el escándalo y mantener la imagen de control.
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