Los ministros que juegan más fuerte políticamente, ya sea por el cargo que les tocó o porque trascienden a partir de declaraciones o enfrentamientos con la oposición, y aquellos que ejercen su función desde un perfil más bajo y acotado al área que administran.
La dicotomía halcones y palomas se presentó siempre para marcar las diferencias entre miembros de un mismo equipo, tanto en las internas de las que ningún grupo laboral escapa como en la forma de mostrarse hacia fuera. Todo gabinete tiene esta ambivalencia. Ministros de vuelo alto, rapaces y de movimientos rápidos conviven con funcionarios más calmos, que raramente se separan del perfil técnico y hasta suelen sufrir los embates de los halcones, carnívoros políticos por naturaleza. Entre las palomas están las que igualmente toman vuelo y pueden llegar a convertirse en águilas y aquellas más pasivas.
El gabinete de Axel Kicillof, tampoco es una excepción a esta regla. El propio Gobernador es un halcón cuando se trata de defender sus convicciones ideológicas, confrontar con la oposición o plantarse frente a un reclamo. Claro que, a veces, el ejercicio de la política exige jugar otro rol para avanzar en los consensos, y hasta para preservar su propia imagen. Al fin de cuentas, los halcones son aves atractivas y admirables hasta cuando cazan, pero también la percepción depende de la presa: no es lo mismo una comadreja que un conejito.
Coincidentemente, casi todos los halcones del gabinete provincial conviven en el Comité de Emergencia COVID-19. Por distintas razones, y desde perfiles diferentes, Carlos Bianco (jefe de Gabinete), Sergio Berni (ministro de Seguridad), Daniel Gollán (Salud), Andrés Larroque (Desarrollo de la Comunidad) y Estela Díaz (Políticas de Género) conforman esa mesa que atiende la crisis sanitaria. Y ya han existido algunos picotazos internos. Se suma a la bandada de halcones la ministra de Gobierno, Teresa García, activa militante en la confrontación con la oposición y reclamadora hacia dentro de algunas acciones que la llevan a confrontar con otros miembros del staff.
Es reconocida la posición de García respecto a la continuidad del Procurador, Julio Conte-Grand. Lo quiere fuera del Ministerio Público, mientras que el ministro de Justicia, Julio Alak, tiene otra postura. La titular de Gobierno, aunque en este caso no lo diga para afuera, también muestra a veces diferencias de cómo el Ejecutivo suele manejarse con la oposición en la Legislatura. Conocedora del Parlamento provincial sabe que ir siempre al choque es contraproducente, sobre todo si se depende de Juntos por el Cambio para que las leyes vean la luz.
Pero tampoco concede cheques en blanco. En su relación de tira y afloja con los intendentes opositores, fue una de las primeras en cruzar al alcalde de Vicente López, Jorge Macri, a quien le atribuyó la responsabilidad de demorar el tratamiento de la Ley Impositiva. Después, Kicillof la mandó a calmar las aguas con la oposición para mantener el puente sano. La paz duró un tiempo y subsistió hasta hace un par de semanas.
Las críticas del intendente de Vicente López hacia el Gobernador por el manejo de la pandemia y la aparición de María Eugenia Vidal pidiendo el voto para la oposición en las elecciones del año que viene cambiaron el escenario. Sobre todo, en la relación con los alcaldes del PRO en general y con el primo del expresidente en particular. En el Gobierno consideran que Jorge Macri perdió el eje que venían siguiendo el resto de los alcaldes con relación a la cuarentena.
“Se puso a hacer política en el medio de la pandemia, cuando estamos todos en otro canal, y desacomodó lo que se venía construyendo”, dijo ante La Tecla un miembro del gabinete. “Nos pareció irrisorio que se ponga a objetar que Axel no podía decir que el sistema de salud estuviera destruido cuando llegamos, y la verdad es que estaba destruido”, remarcó. En Juntos por el Cambio se defienden: “¿El puede criticar a Vidal y nosotros no podemos decir nada de él?
Por fuera de esta discusión, lo cierto es que los cuestionamientos al Gobernador y la propia dinámica de la crisis sanitaria y económica, también facilitaron el acercamiento discursivo del Gobierno con los intendentes del espacio, por lo general, halcones. “Empezó a haber una coordinación con ellos para contestar o salir en bloque a instalar temas”, contó un miembro del equipo de comunicación.
Las demostraciones están en los cuestionamientos a Horacio Rodríguez Larreta por los contagios en las villas de la Ciudad, la excesiva apertura de actividades y la salida de runners que inundaron los paseos porteños. Por exposición, declaraciones altisonantes y operativos cinematográficos, Sergio Berni es, sin dudas, el funcionario más visibilizado del gabinete, y su impronta lo ha llevado a confrontar casi más con el adentro que con la propia oposición, a la que, de todos modos, también ha atendido con severidad.
En medio del operativo en Villa Azul, el ministro disparó que hay funcionarios que quieren resolver las cosas sentados a sus escritorios, y les recomendó salir del confort de la oficina para ver los problemas cara a cara en los barrios. En calle 6 leyeron las declaraciones como un teledirigido a Daniel Gollán, y lo consideraron “injusto”, porque el titular de Salud “ha puesto el hombro en toda la cuestión sanitaria y está en el territorio, no es de los que se quedan en la oficina”.
La historia tiene un trasfondo, vinculado con la manera en la que se encararon las cosas en ese barrio popular que comparten los distritos de Quilmes y Avellaneda. Mientras Berni cercó la zona y propulsó un operativo de aislamiento basado en el control policial, Gollán mostró diferencias porque, a su entender, el abordaje territorial del problema lo debía liderar Salud.
También tiene un trasfondo la fuerte embestida de la semana pasada contra la ministra de Seguridad de la Nación, Sabina Frederic, a quien Berni acusó en reiteradas ocasiones de no prestar la colaboración necesaria para combatir el delito en la Provincia. “En materia de seguridad estamos solos”, dijo y, sin rodeos, afirmó que desde el Gobierno central no le otorgan los recursos que pide. Declaraciones que provocaron cimbronazos no sólo en La Plata sino también en Olivos. Además, cada vez que Berni habla abre la duda de cuál es el pensamiento de Cristina Kirchner al respecto: el ministro y las expresidenta se mantienen en sintonía fina.
Sin embargo, la reciente pelea con Frederic, que no es la primera ni sería la última (los estilos no coinciden en nada), tiene el basamento en que la funcionaria nacional acordó con la intendenta de Moreno, Mariel Fernández, el arribo de tropas nacionales a ese distrito caliente del Conurbano. Berni se enteró por los medios y estalló de bronca; nadie le había dicho que tropas federales que él no maneja desembarcarían en su territorio de acción. La paloma osó sobrevolar el terreno donde el halcón ejerce su dominio con absoluta independencia. Por eso la espoleó públicamente.
Halcones y palomas, siempre los hay. Hoy, este es el panorama en el gabinete bonaerense; quizá en unos meses sea otro. Estas raras avis de la política suelen mutar a veces, y quienes hoy aparecen como palomas, mañana pueden ser feroces halcones, o viceversa.
Carlos Bianco, Jefe de Gabinete
Alter ego del Gobernador, Carli Bianco es más que la mano derecha de Kicillof en el Gobierno. Con un estilo diferente del de todos sus antecesores en el cargo, el jefe de Gabinete tiene un perfil personal bajo, pero el puesto lo posiciona como un permanente vocero del Ejecutivo, además de ser quien coordina y articula las acciones de los ministerios, sobre todo, del Comité de Emergencia creado para atender la pandemia. Activo en las redes sociales para responder a la oposición, comunicar acciones y difundir notas periodísticas relacionadas con el Ejecutivo, Bianco maneja, además, relaciones con la Legislatura y, fundamentalmente, con los intendentes, principalmente, del peronismo. En los últimos meses se ajustó un poco la relación, que no había comenzado con varios de la mejor manera. Algunos jefes comunales llegaron a sentirse destratados en el inicio de la gestión. Hoy, eso sucede en menor medida, y aunque algunos dicen que la Provincia debiera tener más juego político, reconocen que el feedback ha comenzado a ser mayor. Uno de los aspectos que en las últimas semanas lo ha diferenciado de los alcaldes es la postura del Gobierno, expresada siempre por él, de que “los intendentes no pueden impedir el paso de gente de un distrito a otro”. Una directiva que varios jefes comunales no han acatado.
Federico Thea, Secretario General
Una de sus funciones ejecutivas es la relación con la Legislatura, lo que le permite levantar de a poco su perfil político. En paralelo eleva sus apariciones públicas en los medios y en las redes sociales, donde ejerce un rol de defensor de las políticas de Estado. Aparece más ahora, en medio de la crisis sanitaria, pero también tuvo una activa participación durante el conflicto desatado por la extensión de prisiones domiciliarias que concedió la Justicia, que generaron muchas críticas apuntadas al Gobierno provincial. “Las discusiones partidarias deberían quedar para otro momento”, dijo por aquel entonces, cuando señaló además que “la discusión política, siempre está bien, pero no cuando se hace en base a mentiras, o buscando llevar intranquilidad a la población en un momento como este”. Thea tiene también juego con los intendentes de la Primera sección electoral, a partir de su trabajo previo en la Universidad de José C. Paz y su estrecha vinculación con el jefe comunal de ese distrito, Mario Ishii.
Daniel Gollan, ministro de Salud
La crisis por el COVID-19 lo ha llevado a elevar su perfil, y aunque Gollán hubiera preferido que esa exposición se circunscribiera a lo estrictamente sanitario, también sabe jugar fuerte en el barro de la política. Sus declaraciones contra la Ciudad de Buenos Aires por la expansión del coronavirus en las villas capitalinas exceden el plano meramente técnico. Esos dichos generaron una alta tensión entre el Gobierno de la Ciudad y el bonaerense, que debió mitigar la Casa Rosada; a la vez, también le sirvieron a Kicillof para lograr una de las primeras coordinaciones discursivas con los intendentes peronistas del AMBA, que salieron a bancar al ministro y a su jefe. Tanto Gollán como su viceministro, Nicolás Kreplak, tienen ADN de puro cristinismo, y actúan en consecuencia. Kreplak, en principio, vino a la Provincia a tomar un rol meramente técnico desde su visión de sanitarista, pero la pandemia lo colocó en un lugar de mucha exposición, en la que tampoco se siente incómodo. Acompaña a Gollán en las alturas del vuelo que, por razones obvias, deben ejercer por estos días los responsables del sistema sanitario.
Teresa García, ministra de Gobierno
Un halcón de vuelo alto, cuyas alas se despliegan en base a una experiencia y trayectoria reconocidas que ya habían hecho base en la política bonaerense por su paso por el Senado. Mujer cercana a Cristina Kirchner, su relación con Kicillof se forjó en la oficina que ella tenía en el Congreso cuando era diputada nacional y era paradero obligado del actual Gobernador y de otros integrantes del Gabinete, como Bianco y Costa. De contacto permanente con los intendentes, Teresa es la encargada de sobrellevar la relación con los alcaldes de la oposición. De muy buena sintonía con muchos radicales ha chocado en los últimos meses con jefes comunales del Pro, sobre todo con Jorge Macri. Además, junto a Thea, ejerce una función específica en la coordinación del Ejecutivo con la Legislatura. Su discurso es firme y sus peleas políticas no reconocen retrocesos cuando se fija una meta aunque ello la haga chocar incluso con miembros del propio equipo del Gobernador. Dosifica sus apariciones en la prensa, pero cuando lo hace dispara con munición gruesa. Por pertenecer al grupo de riesgo frente al coronavirus está obligada a ejercer el cargo desde su casa, pero no deja ni por un minuto de hacer política y mover varios hilos del Ejecutivo
Andrés Larroque, ministro de Desarrollo de la Comunidad
“El Cuervo viene a hacer un laburo territorial y una constante interlocución con los intendentes, y puede desplegar territorialidad con los jefes comunales y las organizaciones sociales”, anticipó a este medio un hombre de La Cámpora, donde Larroque es secretario general. Forjado en el cristinismo más puro, el reemplazante de Fernanda Raverta en la cartera social se siente muy cómodo en la militancia territorial, en el contacto con las bases y la arenga política. La situación actual le ofrece un terreno acorde para no pasar inadvertido. En su trayectoria política mantuvo siempre cierta distancia con los medios, pero ahora, ese perfil comenzaría a cambiar. Así lo esperan en el Ejecutivo, porque es un arma fuerte para sostener el relato oficial y para confrontar con la oposición. Para conocer cómo trabaja, piensa y dice alcanza con entrar en su cuenta de Twitter.
Agustín Simone, ministro de Infraestructura
Juega en la política sin salirse de su metier de la obra pública, con un buen desarrollo territorial a través del diálogo permanente con los alcaldes. “Simone sabe cómo funcionan los municipios, fue cuatro años secretario de Hacienda de Ustarroz en Mercedes y empatiza con los intendentes”, destacó una fuente de calle 6 para graficar el rol que tomó. Aunque no es demasiado activo en las redes sociales se mueve con expertise en los contactos con la prensa, y su ministerio funciona bien en cuanto al suministro de información. Ganó puntos cuando advirtió al Gobernador que los camiones de Vialidad estarían parados por el detenimiento de obras, y los ofreció para la logística contra la pandemia. Esos vehículos recorrieron 52.000 kilómetros repartiendo insumos hospitalarios por toda la Provincia. Por otra parte, el funcionario peleará internamente por un mayor presupuesto para su área, como adelantó a La Tecla en abril, cuando dijo que “el seis por ciento del presupuesto total debería ser para infraestructura. Es el mínimo necesario. Deberíamos tener el equivalente, al menos, a mil millones de dólares por año, que la Provincia no lo tuvo nunca”. Una paloma que puede ser halcón.
Sergio Berni, ministro de Seguridad
El de vuelo más alto y picadura más letal cuando declara. Independiente en sus decisiones, de lengua libre y filosa, Sergio Berni no diferencia entre oficialismo y oposición si alguien o algo choca con su visión de cómo deben ser las cosas. Además, una reciente encuesta de Julio Aurelio le otorga una imagen positiva del 65%, superior en casi medio punto a la medición de abril. Ese dato, también, lo envalentona para seguir con su estilo. “Cuando se compra el paquete de Berni se compra completo, pero es bueno en lo suyo”, responden en la Gobernación ante la consulta de cómo se equilibra en el gabinete la postura del ministro con la del resto del equipo, sobre todo, después de que señalara que algunos funcionarios “quieren solucionar las cosas desde sus escritorios”. Berni juega de memoria con Cristina Fernández, la única a la que reconoce como jefa, y eso le otorga una pátina de inmunidad que, incluso, obliga a otros ministros bonaerenses (la semana pasada lo hizo Teresa García) y a miembros del gabinete nacional a poner paños fríos. En los últimos días acusó a su par de Nación, Sabina Frederic, de no apoyarlo en el combate contra el delito. En esa pelea, hasta se comparó con Belgrano, al afirmar que “si (como hizo el creador de la bandera) tengo que vestir cardones simulando ser policías, lo voy a hacer. No sin antes decirles la verdad a los bonaerenses”; a lo que agregó: “Si a Belgrano le hubiesen dado los ponchos, los alimentos y las armas que necesitaba, otro hubiera sido el resultado de la batalla de Vilcapugio”. Las frases fuertes del funcionario, que tiene una altísima exposición mediática, generan ruidos internos y disparan rumores. El no cambiará el estilo, y se lo toma o se lo deja como es y a sabiendas de quién es su escudo.
Mara Ruiz Malec, ministra de Trabajo
Aunque es activa en las redes sociales y empieza a mostrarse un poco más, su tarea se circunscribe a lo que sucede en el área laboral, donde algunos actores todavía la miden con distancia, bajo el preconcepto de cierta inexperiencia por su juventud. La pandemia le ha jugado en algunas cosas a favor y en otras, en contra. Por un lado viene postergada (o al menos no ocupa el centro de la escena) la discusión salarial con los diferentes gremios y sectores estatales; y eso le permitirá ganar expertise antes de las pujas que se abrirán cuando se vuelva a la normalidad. Por otro lado, la crisis dispara conflictos laborales de manera permanente, y allí es donde se requerirá de mucha muñeca política. En calle 6 destacaron que Ruiz Malec tuvo intervenciones exitosas en el conflicto de Cresta Roja en febrero, en el del frigorífico Penta en abril y en la crisis que amenazó la continuidad de Dánica; además de organizar las visitas del Gobernador a distintos establecimientos fabriles. Pero el escenario que viene se presenta complicado y el ministerio deberá tener un rol fundamental en la defensa del trabajo genuino.
Julio Alak, ministro de Justicia
Comenzó la gestión con un conflicto en las cárceles que lo llevó incluso a ser uno de los más requeridos por la prensa el día de la asunción. También se vio obligado a alguna aparición (aunque otros ministros lo hicieron más que él) cuando se desató el escándalo de los presos con prisión domiciliaria por el coronavirus; pero hoy, Julio Alak está lejos de aquel que fuera intendente de La Plata y cultivaba un alto perfil tanto político como mediático. “Alak no habla con la prensa y no lo podemos obligar, tiene cierta independencia en eso”, expresó a La Tecla uno de los responsables de la comunicación del Gobierno. El ministro de Justicia está en el gabinete por pedido de Cristina Fernández para manejar la relación del gobierno provincial con los jueces, pero tampoco pobló de gente propia la cartera. “El manejo del Ministerio de Justicia está centralizado en las segundas líneas, y el Turco ha acotado su propio juego”, confió una fuente cercana a la cartera.
Pablo López, ministro de Economía
Si por él fuera evitaría todo contacto posible con lo mediático y aquello que exponga su nombre en la marquesina de la política, pero es imposible que Pablo López subyugue en el submundo de la gestión cuando tiene un rol tan preponderante para la administración provincial. Manejar las cuentas bonaerenses, siempre te expone, y sobre todo cuando mucho de lo que vendrá depende del éxito de la gestión en la renegociación de la deuda, un terreno en el que tiene experiencia (fue el encargado de hacer lo propio en el gobierno de Cristina) y que, irremediablemente, lo pone en el primer plano del interés público. Forzado a volar, López incluso es más conciso y preciso que el propio Kicillof a la hora de explicar las cuestiones económicas. En la Legislatura ha tenido algunos cruces con senadores y diputados de Juntos por el Cambio, que le exigieron respuestas concretas no sólo en las discusiones por la controvertida ley Impositiva y la ley de Emergencias. “Tiene claro a dónde quiere ir, aunque haya cosas en las que no estemos de acuerdo”, dijo a este medio un diputado opositor.
Javier Rodríguez, ministro de Desarrollo Agrario
De perfil técnico, le toca la difícil tarea de mediar con un sector con el cual el kirchnerismo viene cruzado desde hace años, pero es fundamental para el desarrollo de la Provincia y para la recaudación. Precisamente por esa vía, la impositiva, es donde aparecieron los principales conflictos, sobre todo, con los cambios propuestos al principio para la ley Impositiva de este año, votada en enero. Rodríguez cumple a pie juntillas el pedido de Kicillof de estar mucho en el territorio y, a través de las redes sociales, muestra las reuniones que mantiene con los diferentes sectores vinculados a la actividad. Se limita a hacer declaraciones de su área, mucho en medios del interior, donde está el alma productiva asociada al agro.
Jésica Rey, ministra de Comunicación Pública
Su despacho es el más cercano al de Kicillof, y eso dice mucho. Más allá de ser la responsable de la comunicación hacia el exterior de las acciones del Gobernador y de los anuncios de gestión, tarea que cumple cuidando mantener el bajo perfil, Rey es la encargada de coordinar toda la exposición pública del Ejecutivo y determina las líneas discursivas. Salvo excepciones como las de Berni, claro. Está con Axel de sol a sombra y, pese a ocupar el cargo de ministra, nunca dejó de ser la vocera personal del Gobernador. Cada cosa que se comunica se habla entre ella y Kicillof. Si hay una orden de salida de un ministro, la hace directamente el mandatario con el funcionario en cuestión. Si se determina salir a contestarle a la oposición o a instalar un tema, es Rey quien baja las directivas a través de un activo grupo de WhatsApp, que también sirve para cambiar opiniones acerca de cómo salir y de quiénes podrían hacerlo. A veces se suman a esta estrategia intendentes del Conurbano.
Agustina Vila, Directora General de Cultura y Educación
Es curioso lo que sucede en los últimos años con la cartera educativa. Como su antecesor, Gabriel Sánchez Zinny, Agustina Vila intenta esquivar toda posible exposición, pero ocupa un cargo que, indefectiblemente, le demanda respuestas públicas. “Es muy ejecutiva, hasta se puso a hacer cuadernillos para los chicos”, dicen en la Gobernación para defender la gestión de una ministra que brilla por su ausencia mediática; pero, a la vez, hay funcionarios cercanos a Kicillof que muestran cierta intranquilidad. Con las clases paradas desde el inicio del aislamiento, y la presunción de que será una de las últimas actividades en volver, lo que suceda con las clases es de alta preocupación entre los ciudadanos, y marca una clara diferencia entre Nación y Provincia. Mientras Nicolás Trotta no esquiva las preguntas, Vila prefiere esperar. Este mes hubo diferencias en el salario que debían cobrar algunos docentes, suscitado por la unificación de los sistemas de pago para docentes estatales y para los privados dependientes de la DIGEP. Que se expusiera el problema en los medios generó malestar en las altas cúpulas de la cartera, donde se pidió una rápida solución que permitiera sacar el tema de los medios.
Augusto Costa, ministro de Producción
En el inicio de la gestión, con la creación de un superministerio dedicado al área productiva, más la ascendencia de Costa en el círculo cercano del Gobernador, se le asignaba al ministro un rol protagónico en la relación del Ejecutivo con la política y los medios. De hecho, Costa comenzó siendo prácticamente el vocero económico del Ejecutivo. La pandemia relegó un poco esa función y el ministro es una paloma de vuelo que puede llegar a volver a ser un halcón cuando todo se normalice. Mientras tanto, Costa se centra en los problemas de la cartera, que, de hecho, irán en aumento mientras la crisis económica y productiva siga en el ritmo actual. Pese a que en el Gobierno aseguran que se atienden las demandas de las Pymes, se avanza en la normalización portuaria y se entablan relaciones con los gremios, el sector empresario espera más respuestas. Poner en primer plano el Ministerio de Producción, no es algo que hayan logrado los antecesores de Costa, pero en el proyecto de gobierno de Kicillof siempre se presentó al área como fundamental y estratégica para el éxito de la gestión.
Estela Díaz, ministra de Mujeres, Políticas de Género y Diversidad Sexual
“Estela, sí que es un halcón en el gabinete”, dijo a La Tecla una funcionaria. Es que la responsable de la novel cartera de Mujeres, Políticas de Género y Diversidad Sexual es una aguerrida militante de los temas de género, y lo ejecuta con mayor intensidad desde el cargo público. Sin tomar las alturas que otros halcones en el gabinete, Díaz tampoco juega un rol de pacífica paloma. Militante del “Nunca Más de la violencia de género”, siempre está dispuesta a charlar con la prensa sin esquivar preguntas ni polémicas. Su cartera, además, se incorporó al Comité de Emergencia por el coronavirus, para atender la problemática del aumento de denuncias por violencia intrahogar tras el decreto del aislamiento social, y para coordinar la asistencia a las víctimas con el resto de los ministerios involucrados, sobre todo,
Desarrollo de la Comunidad.
Juan Cuattromo, presidente del Banco Provincia
De bajo perfil como su colega economista a cargo de la cartera de Hacienda, Cuattromo prefiere trabajar en silencio y sin sobreexponer la gestión del banco público, más allá de los anuncios importantes, que generalmente centraliza el Gobernador. En cuanto a la gestión en sí, el Banco Provincia debe ser otro actor preponderante en medio de la pandemia, sobre todo para agilizar las políticas de rescate de las empresas que se anuncian desde el Ejecutivo. Y, en ese sentido, la burocracia parece estar ganándole la pulseada a la eficiencia y celeridad que el momento requiere. Se multiplican los reclamos de las entidades que nuclean a los distintos rubros productivos acerca de las demoras en los créditos y los programas estatales. Lo mismo sucede con la deuda a proveedores que dejó el gobierno anterior y que el Ejecutivo canalizó a través de la entidad financiera con un complejo sistema de créditos. En el Ejecutivo dicen que evitaron emitir un bono, pero, en rigor, el remedio lleva demasiado tiempo de tramiterío burocrático que, de otra manera, se podría haber evitado.
Cristian Girard, Director Ejecutivo de ARBA
Otro de los economistas del círculo cercano a Kicillof, que desde su cargo al frente de la agencia de recaudación está llamado a tener un rol protagónico, sobre todo porque no le esquiva a la exposición ni a la declaración picante. Tiene un perfil más alto que los otros miembros del área económica y suele sumarse a los cruces con la oposición. Por ejemplo, ha escrito en su cuenta de Twitter que Macri y Vidal “dejaron miles de pymes quebradas, y aquellas que lograron llegar activas a 2020 lo hicieron en situación crítica, acumulando deudas considerables con el fisco”. Tiene en mente impulsar una modificación que lleve a que “en la estructura tributaria de la Provincia pese más la recaudación por impuestos patrimoniales que la de los impuestos a la actividad”, y es uno de autores del proyecto que el kirchnerismo motoriza en el Congreso Nacional para cobrar un impuesto extraordinario a las grandes fortunas. Una paloma en pleno vuelo que va camino a transformarse en halcón.
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