El Presidente cree que para que la coalición funcione con normalidad hay que mantener el orden interno y por eso promocionó las llegadas de Zabaleta y Taina a los ministerios de Desarrollo Social y Defensa.
Cada movimiento implica una pieza del rompecabezas oficialista. Los nombres que salen o los que entran al Gabinete definen la identidad del Gobierno, pero también exponen la influencia de los socios que formaron el Frente de Todos. Alberto Fernández está convencido que para que la coalición funcione con cierta normalidad, es clave mantener el equilibrio de poder interno.
Ayer por la tarde juraron en el Salón Blanco de la Casa Rosada los nuevos ministros de Desarrollo Social y Defensa. El primero, “Juanchi” Zabaleta, intendente de Hurlingham, tiene la estampilla del albertismo pegada a su cuerpo. Se quedó con la silla que abandonó Daniel Arroyo, propuesto para ocupar la lista de diputados nacionales. Conurbano, pragmatismo y lealtad.
El segundo, Jorge Taiana, dejó el Senado, a dónde llegó de la mano de Cristina Kirchner, luego del llamado del Presidente para sumarse a las filas de su gobierno. Kirchnerista, con recorrido histórico dentro del peronismo, el flamante ministro reemplazó a Agustín Rossi, desplazado del ministerio por mantener su candidatura a senador en Santa Fe en paralelo a la lista avalada por la Casa Rosada.
Zabaleta es uno de los intendentes del conurbano más cercano al Presidente. Tanto que suele visitar asiduamente Balcarce 50. Mantiene un vinculo tenso con La Cámpora, pero apela al pragmatismo peronista para que la relación no se quiebre. En el Gabinete es considerado un “hombre del Presidente”, que manejará una de las cajas más importantes del Estado y será el nexo con las organizaciones sociales.
Taiana tiene un perfil similar al de Rossi. Credenciales en los pasillos del peronismo, recorrido histórico en defensa de los gobiernos del kirchnerismo y aceptación de los socios fundadores del Frente de Todos. Al igual que el “Chivo”, llegó por un pedido de Alberto Fernández y no como parte de un acuerdo con Cristina Kirchner, aunque la Vicepresidenta levantó su pulgar.
En definitiva, Zabaleta y Taina llegaron al Gabinete promocionados por Fernández. Ambos nombres mantienen el equilibrio de poder que buscó implementar el Jefe de Estado en el comienzo de la gestión. Los socios no levantan la voz y aceptan el movimiento en el tablero.
Ese equilibrio está vinculado al peso de los apellidos, el pasado, el comportamiento público y las jefaturas políticas. Pero también al reparto de poder en toda la estructura del Estado. Cuentas claras para que la coalición no tambalee resquebrajada por la ambición de poder.
Del Gabinete actual, hay cinco nombres que se referencian en el kirchnerismo. El ministro del Interior, Eduardo “Wado” De Pedro es el dirigente de mayor confianza de Cristina Kirchner en la Casa Rosada. Es parte del riñón K, donde conviven unos pocos, entre ellos Máximo Kirchner y su madre.
En la vereda kirchnerista también está el actual ministro de Desarrollo Territorial y Hábitat, Jorge Ferraresi. El ex intendente de Avellaneda es un ultra kirchnerista que ocupa la vicepresidencia del Instituto Patria. Reemplazó a María Eugenia Bielsa, que había llegado por decisión de Fernández. En ese movimiento el kirchnerismo ganó espacio y poder dentro de la estructura de ministros.
La ministra Ministra de las Mujeres, Géneros y Diversidad, Elizabeth Gómez Alcorta, abogada de la líder de la Tupac Amaru, Milagros Sala, es cercana al mundo K, al igual que el ministro de Cultura, Tristán Bauer, dirigente cercano a la Vicepresidenta.
Un caso especial es el del ministro de Justicia, Martín Soria. El rionegrino no es parte del núcleo duro del kirchnerismo, pero se acercó al espacio en los últimos meses, a fuerza de criticas grandilocuentes al funcionamiento de la justicia, uno de los temas que más cuestionó Alberto Fernández y, en especial, Cristina Kirchner.
En una entrevista que brindó a La Nación en abril del 2019 dejó en claro su lugar en el heterogéneo mundo peronista. “No soy peronista, soy kirchnerista, cómo lo era mi papá. Tengo cariño y respeto por Cristina, pero de ahí a ser kirchnerista.... ”, aseguró. Claro. Concreto. Sin margen para interpretaciones erradas.
Soria reemplazó a Marcela Losardo, amiga y socia en el estudio de abogacía que conserva el Jefe de Estado. Al igual que el cambio que se generó en la cartera de Hábitat, el kirchnerismo logró ganar un casillero en ese movimiento de ministros. Salió una dirigente que no era querida por la Vicepresidenta y llegó uno que tenía su aval.
El presidente de la Cámara de Diputados, Sergio Massa, tiene un solo ministro en el Gabinete. Su cartera asignada es la de Transporte. Fue ocupada por Mario Meoni y, luego de su fallecimiento, por Alexis Guerrera. Daniel Arroyo, con pasado en el Frente Renovador, ya no estaba en el espacio cuando arribó a la estructura de ministros y llegó a través del Presidente.
El resto de los ministros se los considera - dentro del Gobierno - cercanos a Alberto Fernández. En esa lista hay tres dirigentes que eran parte del Grupo Callao: el ministro de Producción, Matías Kulfas; el Jefe de Gabinete, Santiago Cafiero y la vicejefa de Gabinete, Cecilia Todesca Boscco. Nombres propios que durante los gobiernos de Cristina Kirchner caminaron por una vereda distinta a la del sector K más duro.
La ministra de Seguridad, Sabina Frederic, forma parte de Agenda Argentina, un colectivo de, según se definen en su web, “pensamiento crítico de los ámbitos académico, profesional, político y cultural”. Es un espacio en el que también milita Santiago Cafiero y el Subsecretario de Asuntos Políticos de la Presidencia de la Nación, Miguel Cuberos, otro nombre que estuvo en las filas del Grupo Callao.
El ministro de Trabajo, Claudio Moroni, es cercano a Fernández, al igual que el ministro de Turismo, Matías Lammens, que fue convocado por el Presidente y tiene su pie de apoyo en un viejo amor del Jefe de Estado: el peronismo porteño. Ambos no son compatibles con la línea ideológica del kirchnerismo.
El ministro de Obras Públicas, Gabriel Katopodis, es uno de los dirigentes en ascenso dentro del Gabinete. Nexo con los intendentes del conurbano y articulador de la estructura política de campaña, el ex jefe comunal de San Martín es uno de los ministros que más frecuentan al Presidente. Busca siempre el equilibrio y se aleja de los extremos. Habla con todos.
Ginés González García había llegado al Ministerio de Salud por pedido de Alberto Fernández, con quien había compartido Gabinete en el gobierno de Néstor Kirchner. La llegada de Carla Vizzotti, luego del estallido por el vacunatorio VIP también fue pedida por Fernández. La actual ministra tenía el visto bueno de la pata K de la coalición, más allá de que Daniel Gollan y Nicolás Kreplak son los preferidos del kirchnerismo en materia sanitaria.
El ministro de Educación, Nicolás Trotta, llegó promocionado por Víctor Santa María, uno de los sindicalistas más importantes del país, que milita en el PJ Porteño y que lidera el Suterh, gremio que agrupa a los porteros y encargados de edificios. Trotta era el rector de la UMET, universidad que fue fundada por Santa María. Fue aceptado por Fernández.
El canciller Felipe Solá y el ministro de Economía, Martín Guzmán estuvieron siempre más cerca de Alberto Fernández que de Cristina Kirchner. El caso de Solá fue más visible. Formó parte de las filas del Frente Renovador cuando Sergio Massa estaba en la vereda opositora al kirchnerismo. Guzmán tuvo un amplio aval de los fundadores del Frente de Todos para llegar al ministerio de Hacienda. Mantiene una relación sinuosa con Cristina Kirchner.
Distanciado de la conducción de La Cámpora, Juan Cabandié arribó al ministerio de Medio Ambiente por su vinculo personal con el Presidente, mientras que Luis Basterra, que ocupa el ministerio de Agricultura, tuvo el impulso de un sector de los gobernadores del PJ. Es un dirigente que ha sabido mantener el equilibrio dentro de los diferentes mundos del peronismo.
Roberto Salvarezza, que lidera el Ministerio de Ciencia y Tecnología, formó parte de la lista del 2017 junto a Cristina Kirchner. El ex presidente del Conicet es una figura que no encaja en ninguna tribu. Es, ante todo, un dirigente valorado y respetado en todos los espacios internos de la coalición.
En los organismos más importantes aparece el peso de La Cámpora. PAMI es conducido por Luana Volnovich y Anses por Fernanda Raverta, dos dirigentes de la agrupación que lidera Máximo Kirchner. En el último caso, Fernández tenía especial interés en sumarla a la estructura política del Estado. En el caso de YPF, el lugar de Guillermo Nielsen fue ocupado por Pablo González, el ex vicegobernador de Santa Cruz, un hombre ligado a Alicia Kirchner.
En un Gabinete donde la mayoría de los ministros llegaron pedidos por Fernández o son cercanos a él, el kirchnerismo logró ganar terreno con el correr de la gestión. Para después de las elecciones en el Gobierno advierten que llegará una renovación del Gabinete. El objetivo es que sea más compacto, más chico. Si se concreta de esa forma, Fernández deberá volver a repartir las cartas. Entonces, comenzará una nueva negociación en búsqueda del equilibrio.
Por Joaquín Mugica Díaz
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