La presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo repudia la decisión del gobierno de eliminar la unidad de investigación que funcionaba dentro de la Conadi, dice que la búsqueda de los nietos no se detiene y que los diputados que fueron a fotografiarse con los represores deben estar fuera del Congreso.
Por Luciana Bertoia.
Estela de Carlotto lleva 47 años buscando verdad y justicia. Con las otras mujeres que conformaron Abuelas de Plaza de Mayo buscan a cientos de niños y niñas que fueron apropiados durante los años del terrorismo de Estado. Las Abuelas, en estas casi cinco décadas de existencia, hicieron lo que se creía imposible: restituyeron 133 identidades, hicieron que la ciencia brinde las respuestas que ellas buscaban para encontrar a sus nietos, lograron que el derecho a la identidad se conozca en el mundo entero como el derecho argentino y hasta fueron moldeando instituciones del Estado.
El gobierno de Javier Milei y Victoria Villarruel puso bajo asedio al movimiento de derechos humanos. El miércoles, el Presidente, por decreto, eliminó la Unidad Especial de Investigación (UEI) que funcionaba dentro de la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad (Conadi). Fue una nueva estocada contra la búsqueda de los bebés robados durante la dictadura. De esta forma, la administración de La Libertad Avanza (LLA) bloqueó la posibilidad de que el organismo, que depende de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación, conduzca averiguaciones para dar con el paradero de los nietos que aún falta encontrar y que acceda a los archivos en poder del Estado. “Nosotras no tenemos odio ni revancha, simplemente necesidad de que lo que se consiguió en tantos años de lucha no se cierre, no se borre, no se transforme en otra cosa”, reclama la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo en diálogo con Página/12.
–¿Por qué piensa que el gobierno avanza contra la Conadi?
–El gobierno está avanzando contra todo lo que es derechos humanos. La Conadi es un lugar especialísimo, que tiene 31 años desde su creación. La fundó Carlos Menem. Cada día, la Conadi se inclina hacia más personas para que no sean solamente aquellos desaparecidos por razones políticas, sino también los niños que se roban o que se quitan en los hospitales. Se dedica en sí a la defensa de la infancia. Pero no avanzan solo contra la Conadi. Nosotras, las Abuelas de Plaza de Mayo, estamos sin presupuesto. Dicen que no nos van a dar ni un centavo. Es un acto de maldad de un gobierno que debería permitir que tengamos la seguridad de saber que somos quienes somos cuando tenemos dudas y reponer esa injusticia de vivir con otro nombre, con otra gente y con otra historia. Éste es el gobierno que tenemos. No nos quiere. Más vale está cerrando espacios permanente y uno de esos espacios es la Conadi, que la ha desmantelado.
–¿Le parece que el gobierno responde a lo que reclaman los represores o apropiadores?
–Sí. Por un lado, sí, si tenemos en cuenta que la vicepresidenta es pariente de militares y que está con ellos, pero quien gobierna es Milei, no ella. El que decide es él. La responsabilidad corre para él. A veces me dan ganas de llamar para que me de una audiencia, que no me la va a dar, para ver por qué tiene esta represión y este odio contra los derechos humanos --si los derechos humanos también lo cubren a él, si lo necesitara. Nosotras no tenemos odio ni revancha, simplemente necesidad de que lo que se consiguió en tantos años de lucha no se cierre, no se borre, no se transforme en otra cosa.
–¿Qué expectativas tiene frente al anuncio del gobernador Axel Kicillof de que creará una unidad de investigación de apropiaciones en la provincia de Buenos Aires?
–Muchísimas, porque Axel es un excelente gobernador, un hombre que tiene el cerebro bien puesto. Gobierna para un pueblo y sabe que tiene que hacer lo mejor para ese pueblo. Lo conocemos hace muchos años, sabemos quién es. Fundar un espacio en Buenos Aires --que es tan enorme, casi como un país-- es beneficiar a una sociedad que necesita saber su historia, reconocerse, encontrarse. Falta mucho todavía. Estamos buscando a muchos nietos que no encontramos. Vaya a saber dónde están. La provincia de Buenos Aires, que es muy importante, quizá contenga a muchos de ellos --que no saben, no se dan cuenta o sienten algo y no saben cómo resolverlo. Nosotras hacemos las cosas en paz, para el bien común y no le hacemos daño a nadie. Estamos sufriendo que el gobierno, que fue votado por el pueblo, esté haciendo tanta división entre lo que quiere y lo que no quiere --como si esto fuese un mercado donde se vende verdura. Igual, estamos luchando. Me gustaría mirarlo a los ojos a Milei para entender por qué es tan negativo con un sector y con otro tan generoso.
–El viernes, Milei dijo que hubo una campaña de desprestigio contra las Fuerzas Armadas y volvió a hablar de reconciliación. ¿Qué le generan a usted estos dichos?
–Reconciliación, nada. Acá es verdad, memoria y justicia. Acá hubo un genocidio. Hubo muertos, heridos, desaparecidos, niños robados. Todo eso hay que aclararlo. Y, por supuesto, esto fue hecho por las Fuerzas Armadas y de seguridad. La responsabilidad de cada quien hay que investigarla. Los que no tengan nada que rendir porque no hicieron nada malo estarán tranquilos y los que hicieron lo que no debían hacer tienen que pagarlo para evitar que en un futuro vuelvan a repetir la historia. ¿O acaso no tenemos que defender el futuro? Acá hubo 30.000 desaparecidos, y todavía se burlan de este número.
–¿Cómo se encara la búsqueda de los nietos en el contexto de un gobierno que niega los crímenes?
–Igual que siempre. Nosotros tenemos la comisión directiva, los equipos técnicos, la Conadi --que era un elemento valiosísimo. Estamos en un momento muy sórdido, muy ilógico y muy negativo. Funcionarios prometen en vano y no hacen lo que prometieron. Que nos tomen como si fuéramos niños de escuela primaria nos duele mucho. Acá hay dolor, hay lucha y, por suerte, hemos formado una comisión directiva con los nietos. La presido yo y la vicepresidenta es Buscarita Roa, una querida Abuela. Somos las únicas dos que estamos. Rosa Roisinblit cumplió 105 años. Yo no pude ir, pero fueron a saludarla sus nietos y la gente de Abuelas. Nosotras lo que tenemos es amor y necesidad de que esto se conozca, que los responsables tengan las sanciones correspondientes y que nunca más vuelva a pasar una cosa así.
“Deberían estar fuera del Congreso”
El 11 de julio, seis diputados de LLA fueron al penal de Ezeiza a visitar a Alfredo Astiz y otros represores que están presos por crímenes aberrantes. La comitiva --integrada por Beltrán Benedit, Guillermo Montenegro, Alida Ferreyra Ugalde, María Fernanda Araujo, Lourdes Arrieta y Rocío Bonacci-- partió desde el Congreso con una camioneta que puso a su disposición la Cámara Baja, que preside Martín Menem.
Al Servicio Penitenciario Federal (SPF) se le complicó explicar cómo se había gestado la visita. La ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, procuró despegarse de los excursionistas y dijo que se enteró de la visita por los medios, especialmente después de aparecieran mensajes en los que se informaba que ella facilitaría el ingreso de los legisladores que empatizan con los criminales de uniforme. El cónclave fue extenso y difícilmente haya pasado desapercibido. Los diputados se fotografiaron con los genocidas. En la foto de familia estaba Adolfo Donda, que este año fue condenado por haber participado de la apropiación de su sobrina, Victoria Donda Pérez, nacida en la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA).
A partir de lo que denunció una de las visitantes, Lourdes Arrieta, en la justicia federal de Lomas de Zamora se supo que la visita fue solo un eslabón de una larga cadena: hubo reuniones y proyectos para sacar a los genocidas de las cárceles. El gran organizador de la movida es el cura Javier Olivera Ravasi, hijo del represor Jorge Olivera, que acaba de ser expulsado de la diócesis de Zárate-Campana.
Los organismos de derechos humanos hicieron, además, una presentación ante el supremo Horacio Rosatti porque en los chats también se menciona como participante de los encuentros pro-impunidad a la jueza Agustina Díaz Cordero, vicepresidenta del Consejo de la Magistratura. Este diario intentó comunicarse con la magistrada, pero no contestó los mensajes.
–¿Qué le pasó cuando se enteró de que hubo seis diputados que fueron a ver a Astiz y a otros represores presos en Ezeiza?
–Deberían dejarlos fuera del Congreso. Todos hemos visto a ese diputado que sin querer estaba besuqueando a su mujer y lo echaron. Y estos diputados que fueron a ver a estos criminales --que no se arrepienten y que si salieran lo volverían a hacer porque así lo dicen, y que merecen estar eternamente en la cárcel porque no son humanos-- no pueden quedar sin sanción. Dicen que fueron por error, que no nos tomen de tontos. Sabían a quiénes veían. Se sacaron fotos. Esto es una burla para el pueblo. Hay un sector de la sociedad que no ha sufrido lo que sufrimos nosotros y que tampoco se ha enterado por la prensa o por los libros qué es lo que ha pasado y que no debería volver a pasar. Sería bueno que en las escuelas y en las universidades se siga hablando de los derechos humanos y cuándo fueron violentados. Todos estaremos viendo qué es lo que el gobierno hace bien y qué hace mal. En tal caso, criticaremos para que vuelva para atrás. Así es la democracia, no estamos en dictadura.
–¿Usted reclama que los echen a los seis diputados?
– Claro. Es lo que merecen. Hay una liviandad muy grande en muchos partidos, que están viendo qué es lo que les conviene más a ellos que lo que le conviene a la sociedad. Esto se ve. Duele decirlo. Ojalá que reaccionen, que entiendan que ellos también son argentinos y que pueden ser víctimas el día de mañana con algo muy delicado, como es que te toquen la familia.
–¿Qué opìna del rol del cura Olivera Ravasi?
–Yo no lo conocía. Lo estoy conociendo ahora. Merece que la Iglesia católica le reclame y lo castigue como corresponde.
–¿Qué esperan que haga el Consejo de la Magistratura con la situación de la jueza Díaz Cordero?
–Nosotras lo que esperamos siempre es que se esclarezca quién es quién y qué ha hecho, si es que es algo que no corresponde. La justicia es la que tiene que saber qué es lo que tiene que hacer con las personas que cometen errores.
–¿Piensa que este gobierno tiene un plan de impunidad?
–Yo quisiera verle la cara a Milei, saber qué le pasó en la vida, si piensa que ser presidente es decir disparates. Un presidente tiene que hacer lo que es bueno para su pueblo. Han venido a gobernar con un criterio que lo están poniendo en práctica, y el pueblo es el que sufre.
–¿Cómo se enfrenta esta situación?
–Violencia, nada. Participación, sí; reclamo, también. No debe ofenderse a las personas que para reclamar hacen una marcha. El reclamo permanente debe ser al Presidente, que le lleguen los comentarios del pueblo al que le falta comida, de la gente que toma un café a la noche y no cena porque no tiene dinero. Esto les pasa a los viejitos y también a los niños. Todo esto es parte de la humanidad que debe tener un gobierno. Hay que hacérselo ver.
–El 5 de agosto se cumplieron diez años desde que encontró a su nieto Ignacio. ¿Cómo fue este tiempo con él?
–Estos años fueron hermosos. Nos fuimos conociendo. Él ya es papá. Tiene una niña, que es una belleza. Toda vez que podemos estamos viéndonos, conversando. Yo no soy muy de hablar por teléfono, pero él viene. Habla mucho con Claudia, mi hija, y ella me lo transmite. La nietita es una niña que admira a su abuela que no conoció. Tiene la foto de Laura en la habitación. Esta dicha de haberlo encontrado es permanente y en crecimiento. Él ya es un muchacho grande y un músico genial. Siempre quiere vernos, encontrarnos, aunque vivimos un poquito lejos. Tuve la dicha de encontrarlo. Cuántas Abuelas, que ya no están en este mundo, no han tenido esa felicidad…
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