El Concejo Deliberante el jueves votó la licencia por dos meses de la directora administrativa del Hospital, Natalia Grisolia, quien acaba de ser operada a raíz de padecer cáncer. El expediente enviado por el Ejecutivo llegó a la secretaría del deliberativo en horas de la mañana del miércoles.
Llamativamente, los concejales lo trataron una vez que la prensa se retiró del lugar. Según pudo averiguar La Voz del Pueblo, aludiendo a lo delicado del tema, los concejales vecinalistas solicitaron a sus pares opositores conversar el tema una vez que este diario y el resto de los medios presentes ya no estuvieran en el lugar.
La fuente consultada informó que desde el oficialismo les pidieron acompañar el proyecto y hacerle despacho en ese momento. Cabe mencionar, que la letra de la carátula en ese momento era "el Departamento ejecutivo solicita la remoción de la licenciada Natalia..." Los concejales de Cambiemos, FPV-PJ y FR no firmaron el despacho en ese momento.
Volviendo con los hechos hacia atrás, también vale aclarar que cerca de las 12 del mediodía se vio al concejal Guillermo Salim ingresar a cada uno de los bloque de la oposición, con el fin de explicar el pedido de remoción de la funcionaria del Hospital y la intención que todos los bloques acompañen. En ese momento, sólo el Frente Renovador, manifestó que no iba a avalar ningún proyecto que dejara sin derechos o sin trabajo a una persona enferma. Los restantes concejales quedaron en estudiar los argumentos esgrimidos.
Al día siguiente, tanto Cambiemos como el FPV-PJ se comunicaron con la licenciada que se encontraba en el Hospital Italiano haciéndose exámenes médicos con su oncólogo y cirujano, puesto que el viernes anterior la habían intervenido nuevamente.
El FPV-PJ solicitó una reunión con el presidente del Concejo, Luis Aramberri, para evitar la remoción y proponer la licencia de Grisolia. A esa altura de la tratativas el expediente ya había mutado la palabra remoción por reemplazo ya que se habia incorporado el nombre de quien va a ejercer las tareas en lugar de la funcionaria.
En horas de la tarde se produjo un quiebre entre parte del bloquevecinalista y el Ejecutivo.
La cuestión que surgió porque no querían levantar solos la mano para votar la ordenanza que la dejara a la licenciada sin trabajo, tal como lo pretendían los autores de la misma.
Un grupo formado por Guillermo Salim, Werner Nickel y Luis Aramberri se presentó en el despacho del intendente para hablar con él y con el jefe de gabinete Hugo Fernández y "negociar" los términos del proyecto que debía votarse en pocas horas.
Se supo que el Ejecutivo se mantenía firme en la decisión de reemplazar a la licenciada Grisolia, máxime que por esas horas ya tenía quien ocupara ese lugar. La oposición no estaba dispuesta a acompañar en esos términos y el bloque vecinalista quedó atrapo en medio de dos frentes.
Extraoficialmente se pudo saber que el jefe de gabinete se retiró antes de la reunión, "dando un portazo", seguramente desconforme con la posición que finalmente se adoptaría.
Coincide esta actitud con la manifestada al diario por la funcionaria que afirmó que siempre tuvo buena relación con el intendente, no siendo así con Hugo Fernández.
Minutos antes de ingresar al recinto, concejales oficialistas confiaron que de haber persistido el Ejecutivo en remover del cargo a la directora administrativa, hubieran renunciado a sus bancas, considerando esa actitud, su límite dentro del ámbito político.
Contradicción, gasto desmedido
Entre los argumentos esgrimidos para remover del cargo a Natalia Grisolia estuvo el de los gastos, el déficit del hospital (nunca reconocido abiertamente), la necesidad de ser austeros en estos tiempos difíciles. Otra cuestión planteada fue la necesidad de contar con "firma" para todo el movimiento administrativo del nosocomio.
Cabe recordar que en reiteradas ocasiones en ausencia de algún secretario se han visto decretos y documentación importante firmada por otro funcionario.
En cuanto al gasto, con el presupuesto 2016 se votó un aumento en 6.000.000 de pesos en la creación de nuevos cargos políticos. De éstos, 1.500.000 pesos anuales se llevará el jefe de gabinete, Hugo Fernández, entre sueldos, aguinaldos y aportes; 1.200.000, la doctora Mónica Capellari, con su nuevo cargo de Secretaria de Salud. Además elex concejal Ricardo Ravella comenzó a cobrar un sueldo de director por su tarea en el Parque Industrial, tarea que hasta 2015 hizo ad honorem.
Se creó el cargo de sub secretario de Obras Pública, esperando la jubilación de Roberto Aranegui, con un sueldo afín.
Se promocionó a un nuevo cargo al ex delegado de Copetonas, Jorge Fuertes, y se incorporó un subdirector del Hospital con sueldo acorde a esta categoría. Reapareció Javier Kristensen con un cargo creado para él, de coordinador de prensa municipal.
Como estos, otros gastos conocidos, la Fiesta del Color -por ejemplo- que bajo decreto del ejecutivo usarán el Fondo de Financiamiento Educativo para pagar los premios, en un evento que si bien es importante para la actividad juvenil, podría suprimirse ante la necesidad de austeridad y déficit que se afronta.
¿A quién molestó Grisolia?
Los números dejan expuesto que no se trató de una cuestión económica, tampoco administrativa.
Pero aunque esto fuera cierto, y la economía tuviera que ajustarse, lo humanitario, el ponerse en lugar del otro, debería primar siempre. De hecho es así en todas las empresas públicas y privadas, ante cualquier casio de enfermedad, siempre hay una contemplación, siempre. Como bien dijo Grisolia ella tiene cáncer y no un resfrío, entonces ¿Por qué obligarla a exponerse mediáticamente en defensa de sus derechos?
¿Qué hizo Grisolia para que recibir este destrato? ¿Qué hizo para tener que enfrentar a horas de ser operada por un cáncer, una situación estresante y desagradable como la definición de su futuro laboral?¿Por qué renovarle la confianza en diciembre y en febrero, ante una recaída, pensar en removerla?
Lo único que pide Natalia, es sostener su licencia para poder poder obtener la jubilación por invalidez. Un certificado médico le otorga seis meses de este beneficio, sin embargo el Concejo vota por sesenta días.
Natalia no es la única que está enferma.
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