Carlos Arroyo atraviesa tiempos agitados. En días donde todos tienen la mirada puesta en el 22 de junio, el jefe comunal tiene la responsabilidad de que su gestión no se detenga.
Por: Mariano Suárez.
Y ese intento lo lleva adelante con una oposición que le traslada toda la responsabilidad al oficialismo (algo lógico) y un oficialismo que está más interesado en resolver alineamientos y candidaturas que en aprobar los proyectos que envía el Ejecutivo. A este panorama conocido en las últimas horas se le sumó un condimento novedoso: la interna del propio arroyismo. Sí, el espacio del intendente, cada vez más aislado dentro de Cambiemos, también tiene internas.
La semana pasada el intendente firmó el decreto para remover a Manuel Tonto de la delegación de Batán. El funcionario había cosechado críticas a lo largo de estos años de gestión, pero no más que el delegado del Puerto Luis Ignoto, por citar un caso. El principal cuestionamiento siempre fue el estado de las calles, una constante en toda Mar del Plata.
La decisión provocó un cimbronazo en el arroyismo. Manuel Tonto es el hermano de Juan Tonto, el secretario del Concejo Deliberante y referente de la juventud arroyista. Además de ellos, forman parte del gabinete la directora de Niñez y Juventud Laura Hernández y el director de Cooperación Internacional y Relaciones con las ONGs, Federico Chioli.
El espacio se conformó en 2015, antes de que Arroyo ganara la Intendencia. De hecho, se sumaron al equipo del actual jefe comunal antes de que definiera su participación en Cambiemos. Con un trabajo prolijo y presencia territorial, jamás fueron los predilectos del intendente pero se ganaron un lugar.
Juan Tonto se ganó un espacio importante en el cuerpo legislativo. En un lugar donde priman las rivalidades logró ser uno de los arroyistas que tiene diálogo con la oposición y el oficialismo. Además, desde que el intendente decidió no hablar más con el presidente del Concejo Guillermo Sáenz Saralegui, Tonto se convirtió en su interlocutor.
Con ese recorrido, se quejaban después de conocer la decisión de Arroyo, esperaban que al menos les dieran alguna explicación de por qué decidió correr al delegado de Batán. “No sabemos por qué, solo nos enteramos que lo echó”, confiaron desde el sector. Y le apuntan a una interna del arroyismo.
La apuntada es Stella Maris Marinier, subsecretaria de Asuntos de la Comunidad, y una funcionaria con una relación muy cercana al intendente. Marinier inició la gestión como delegada en Sierra de los Padres. No cosechó demasiados amigos: los trabajadores del lugar realizaron un paro por malos tratos. Arroyo resistió a la funcionaria de su confianza hasta que la situación no dio para más: la corrió y envió a Carlos Irazoqui como “normalizador”. Sin embargo, lejos de “castigarla”, el intendente la premió y la puso a cargo de la subsecretaría de Asuntos de la Comunidad.
Cuentan que la semana anterior, Marinier fue al despacho de Arroyo como hace habitualmente. Y comenzó a cuestionar la labor de Tonto al frente de la delegación de Batán. Lo convenció de ir a recorrer el lugar. Y después de eso firmó el decreto.
Sin embargo, cuando los periodistas le preguntaron por los motivos Arroyo sembró puras dudas. “Vi cosas que estaban bien y otras que no”, dijo Arroyo y apuntó: “Es una jugada de ajedrez, ya van a entender”. Nadie entendió.
La situación mantiene furiosos a los integrantes de la juventud arroyista. A punto tal que amenazaron con romper e irse del espacio. Significaría reducir más un espacio que cada vez está más aislado dentro del mundo Cambiemos.
En el punto de mayor tensión intervino Guillermo Arroyo para tratar de calmar los ánimos. Habló con Juan Tonto y se comprometió a hablar con su padre y encontrar un lugar para contener a Manuel. “No sabemos nada, pero ¿qué nos pueden ofrecer?”, se preguntaron.
Algunas versiones indican que el intendente le ofrecería un puesto para coordinar las delegaciones municipales con los entes para agilizar las respuestas que demandan los vecinos. Eso habría deslizado el intendente. Hasta ahora, sus acciones y sus dichos parecen ir en sentido contrario, pero en el mundo Arroyo todo es posible.
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