Rossi, Filmus, Kicillof y Moreau actuaron en el Congreso bajo las órdenes directas de Cristina.
Hay un club autoritario, una horda paleopolítica, un team de desastrosos pendencieros expertos en abrir la caja de Pandora de todos los peligros.
El manicomio de diciembre tuvo un clímax este jueves dentro y fuera del Congreso. Adentro, Leopoldo Moreau se paró frente a Emilio Monzó, le gritó “hijo de puta” y lo convocó a luchar. Casi se trenzan. Monzó arrojó un gancho al aire, fue un latigazo veloz, frustrado y a la vez contenido. No llegó a destino. Pero se vio ante cámaras.
Fue una rara trapisonda a la linealidad de los destinos políticos.
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A Moreau no le cabe lo que escribió Julio Cortázar, en Torito, su inolvidable texto de boxeo: “Qué le vas a hacer, ñato, cuando estás abajo todos te fajan”.
Moreau estaba abajo, como el kirchnerismo que perdió. Pero no lo fajaron. El gancho enviado desde la altura de su atalaya de presidente de la Cámara por Monzó no golpeó a nadie. El de abajo no ligó, y el de arriba, el representante de Cambiemos, los que ganaron la elección, quedó desubicado, errado.
Monzó no es Monzón, afortunadamente.
Afuera, los militantes de la irracionalidad se sentían vencedores. Y así se gatillaron las acechanzas, explotaron los balazos de goma, los hidrantes con pintura verde y una batalla insensata, imperdonable.
Hubo de todo menos prudencia.
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El oficialismo y la oposición jugaron un ajedrez que atentó contra sí mismo, contra toda forma de inteligencia y que propició la sinrazón.
Hablando de ajedrez y sinrazón: los persas inventaron el ajedrez, y el Pacto con Argentina para beneficiarse a sí mismos. Jaque mate. Ganaron.
Hoy Persia es Irán, una teocracia chiíta tutelada por el líder supremo Ali Jamenei, quien maneja ese poderoso feudo clerical sin quitarse el turbante por la lejana Argentina.
Iran movió primero. Y último. Teherán diseñó el pacto de la impunidad para los hacedores del atentado a la AMIA. Y finalmente confirmó abiertamente la vigencia de ese salvoconducto que Cristina Fernández de Kirchner decidió otorgarles pisoteando la sangre de los muertos de la AMIA.
Mientras tanto diciembre se presenta en la Argentina con esa sensación de finis mundi que dispersa paisajes delirantes, pero normales para nosotros. En esta semana las manifestaciones y los bloqueos confluyeron yuxtapuestos e imposibles. Se perfilaba la escalada.
El martes empezaron las calles a aglomerarse de multitudes diversas y dispares. Miles de pacíficos hinchas de Boca levantaban sus estandartes muy cerca de otros que encapuchados prendían fuego contenedores y rompían vidrieras. Era el día del hincha de Boca precisamente, pero también el de la protesta contra la Organización Mundial de Comercio, que instituyó a Puerto Madero como sede acordonándose respecto del resto de la ciudad.
En tanto, Agustín Rossi se trepaba a una mesa en el Congreso para disuadir a los agresivos tribuneros que insultaban a todo aquel que no fuera un representante K en la compleja discusión sobre las jubilaciones.
Rossi, el belicista pacificador lucía en un gran momento; imponiendo compostura a los gritos y a los empujones con las huestes de su propia tropa que a la vez lo descomponían todo a los gritos, arreglando él lo que la propia tropa desarreglaba y en ese caos se imponía una terreno vedado, un “terreno sagrado” al que no puede ingresar la racionalidad; es ese núcleo enigmático, ese corazón de las tinieblas, oscuro y extraviado desde donde se desmiente lo que es y se afirma irresponsablemente lo que no es.
Fue desde las oficinas de Rossi, hace 10 días, que Cristina habló en el Congreso en conferencia de prensa para demarcarse de toda responsabilidad en el acuerdo con los persas. La flanqueaban el propio Rossi y César Gioja.
El Pacto con Irán es un Memorándum de impunidad, y no un acto de justicia hacia las víctimas.
Los integrantes de la banda que propició el Pacto y la ofensa a los muertos; Luis D'Elía, Fernando Esteche y Yusuf Khalil, están presos. También Carlos Zannini, candidato a vicepresidente, cerebro leguleyo y ahora desde la cárcel solidario y sostenedor epistolar de Cristina Fernández.
Le escribió con una estilográfica desde prisión: “Queridísima Cristina: Quiero hacerte llegar mi apoyo y mi solidaridad ante el infame ataque y la artera agresión de la que te hacen objeto…”.
A pesar de sus discordias con Ella, el ex tenedor de libros presidencial y delfín con Héctor Timerman del Pacto con Irán, prefirió volver a lanzar su misiva como una botella al mar destinada a su Jefa y olvidar tácticamente las ingratitudes que los habían enojado.
El miércoles, la manifestación contra lo que denominaron los organizadores “ajuste neoliberal” fue masiva y sosegada. Preanunciaba sin embargo un temporal. Explotó el jueves. Violencia fuera y dentro del Congreso, los neoanarquistasconsiguieron bloquear la discusión sobre la reforma previsional que es a la vez la llave de todo el modelo tributario del oficialismo.
Por momentos parecía que la cantinela utópica, “vamos a volver” se materializaba de manera estremecedora observando a Agustín Rossi, Daniel Filmus, Axel Kicillof y Leopoldo Moreaumanejando dislates en la cámara. Ellos actuaron bajo las órdenes directas de Cristina.
La voz de Elisa Carrió sonó fuerte para imponer una tregua, abortar todo intento de DNU y propiciar un diálogo arraigado en el bono prometido según ella a los jubilados.
¿Qué relación tiene el Pacto de impunidad con Irán con la indigencia y con la locura, con este manicomio ? ¿Que relación tiene todo ésto con la violencia que vuelve a cubrir a las calles en este diciembre tan ajetreado y argentino?
En una partida de ajedrez cualquier pieza que se desplaza produce efectos en todo el tablero. Una mala jugada impacta para mal en la partida entera. Pero no se trata de una mala jugada sólo el sentido estratégico, sino del mal moral. De ese daño que producen quienes roban y mienten a la vez.
En toda esa Babel el presidente Macri no habló.
No por eso renunciará a la reforma previsional que propone, negociando ahora más a fondo con los gobernadores.
Conclusiones: hay un neoanarquismo fogoneado por el kirchnerismo perdidoso, que retomó sin embargo en éstos días las intensidades que fogonearon la construcción política instrumental de la desaparición forzada de Santiago Maldonado.
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Frente al neoanarquismo K que ignora el diálogo y prefiere la camorra y el griterío tribunero, es mejor evitar los golpes al vacío.
Es mejor un acuerdo real con los gobernadores que una trompada.
Pero ese round no violento es más complejo que las piñas, es crucial y recién empieza.
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