El candidato de Unión por la Patria (UxP) evitó dar nombres de potenciales funcionarios si llega a la presidencia. El mensaje de la “unidad nacional” y la convocatoria a técnicos ajenos al oficialismo. Los nombres que están cerca del ministro y tendrán un rol. La deskirchnerización y el esquema de acuerdos político y legislativo que no vuelva esencial la incorporación de dirigentes opositores.
Pablo Ibáñez
Hubo algo de cábala pero, sobre todo, un mensaje político: Sergio Massa atravesó cuatro meses de campaña, entre la PASO y el balotaje del domingo próximo, sumó miles de horas de discurso, habló de infinidad de temas pero gambeteó, hasta el final, en algún caso en medio de espadeos mediáticos, filtrar o anunciar los nombres de funcionarios que lo acompañarían en su eventual gobierno propio, si el 19-N derrota a Javier Milei.
La cábala es, en cierto modo, heredada: en 2015, Daniel Scioli anunció, con mucha antelación, a quienes ocuparían lugares clave en la gestión que no fue porque el perdió en la segunda vuelta con Mauricio Macri. Al margen de la superstición, que no es menor, detrás anida un factor político con dos matrices: Massa quiso que la discusión electoral gire, exclusivamente, en torno a sí mismo y evitó los anticipos para trasmitir la señal de que será una elección propia.
Detrás del llamado al gobierno de unidad nacional, anida la especulación de que Massa incorporará a dirigentes de otros espacios, y se mencionó incluso a figuras como Horacio Rodríguez Larreta y Gerardo Morales. Massa evitó los nombres propios y encontró el atajo de hablar de los “mejores” sin importar de donde vengan. Agregó, aunque esa convocatoria no genera expectativa entre los votantes, que convocará a otros sectores y hasta especificó que su eventual ministro de Economía no será de su espacio político.
“Faltan mil años”, dicen cerca de Massa cuando se interroga sobre su equipo y si, por caso, dejará el ministerio de Economía en caso de ser electo. La libido del candidato, y de su equipo, está toda puesta en la elección y la campaña se volvió quirúrgica y cuidada, al punto que se interpretó que no era positivo anunciar nombres. Se evaluó la posibilidad pero se resolvió que no era lo indicado.
Cerca de Massa deslizan que podrían circular algunos nombres este fin de semana. Sobre Economía se especuló con una convocatoria a Carlos Melconian, que a su lado negaron, y se habló de la posible incorporación de Martín Rapetti, un consultor que colaboró con Facundo Manes y luego estuvo, junto a Diego Bossio, en la campaña de Juan Schiaretti. Bossio fue uno de los dirigentes de ese espacio que en la última semana se expresó primero contra Milei y luego en apoyo a Massa.
“No se trata de repartir cargos”, repite Massa en un intento por antagonizar con Milei que anunció cargos y hasta coqueteó, en un momento, con la posibilidad de que Patricia Bullrich sea su ministra de Seguridad, alternativa que por otro lado en el bullrichismo descartan.
Ministeriables
En los últimos diez días, Massa puso en la cancha a dos figuras clave para tratar de consolidar su deskirchnerización: el exgobernador de Salta Juan Manuel Urtubey y la diputada nacional Graciela Camaño. Desde antes tiene protagonismo Natalia De la Sota, diputada nacional por Córdoba e hija del exgobernador José Manuel De la Sota. Urtubey, que integró Alternativa Federal con Massa, Schiaretti y Roberto Lavagna en 2019, estaba distanciado del candidato y Camaño los vinculó: se reunieron, charlaron y quedaron en trabajar juntos.
En Economía evitan los nombres y las pistas pero ante una eventual victoria de Massa se da por hecho que Urtubey tendrá un rol en el equipo de gobierno. El mapa de cercanía del candidato-ministro es la pista más sólida para proyectar roles y oficios en un eventual gobierno: Juan Manuel Olmos, un operador todoterreno, que fue una figura clave en el equipo massista, puede ser uno de los funcionarios que viene del albertismo que siga en un eventual gobierno.
Del ecosistema Cristina, la figura con más chances de tener algún nivel de protagonismo, a quien Massa tiene más cerca en su operativa diaria, es Eduardo “Wado” De Pedro, el único referente que cada tanto aparece en el menú massista en actos y eventos. Massa, sin embargo, no desliza qué rol y si será, o no, de relevancia. Sugieren, a su lado, que el cuatrienio de De Pedro en interior no aparece como mejor registro para proponer una continuidad. Otro nombre que circuló en el mundo Massa fue el de Sergio Uñac, el gobernador de San Juan.
La señal que emite el candidato es que no habrá doble comando y que el equipo de gobierno será una decisión autónoma. Apunta, sin velos, a dar por cerrado el ciclo de influencia de Cristina Kirchner e, incluso, de su hijo, Máximo Kirchner. La ejecución de ese proceso, que en el PJ creen inevitable, será de todos modos un trámite que deberá administrar Massa, si es presidente, a partir del 20 de noviembre.
La hipótesis de incorporar figuras de la oposición, como Morales, parece más difusa en la práctica. Massa, según cuentan a su lado, imagina un formato de diálogo entre partidos políticos pero no la fusión entre espacios con identidades diferentes. “Lo ideal sería que lograr un entendimiento sobre puntos básicos, 5 o 10, que compartan el oficialismo y un sector importante de la oposición, y eso funcione como marco sin que sea imprescindible que se incorporen al gobierno”, confió un operador del UxP.
En esa línea, el anuncio de Massa de que la Oficina Anticorrupción será ocupada por una persona sugerida por el principal bloque opositor. El candidato proyecta, por otro lado, otro tipo de acuerdos como los gobernadores entre los que comenzó a definirse un potencial bloque patagónico que reúna a los mandatarios de la Patagonia, de Tierra del Fuego a La Pampa. Esta semana, estuvo en Río Negro y se mostró con los mandatarios electores de Río Negro. Alberto Weretilneck, y de Neuquén, “Rolo” Figueroa.En la ecuación que deslizó Massa aparece un mapa por sectores y por regiones que por espacios políticos en el sentido estricto.
Comentá la nota