El líder del PSOE, Pedro Sánchez, quedó en medio de un gran enredo a raíz de las decisiones, algunas confusas, que tomó esta semana en el inicio de la nueva legislatura, en el marco de su estrategia para llegar a La Moncloa.
"Hay cosas que son inexplicables, y yo esto no lo entiendo. Tengo que asumir la decisión, pero no lo entiendo", afirmó el viernes, indignado, el presidente del gobierno de Extremadura, el socialista Fernández Vara.
"Estoy sorprendida y decepcionada con la actitud del PSOE", apuntó, por su parte, Ada Colau, alcaldesa de Barcelona y socia clave del líder de Podemos, Pablo Iglesias, cuyos diputados son imprescindibles para Sánchez.
La decisión en cuestión, que no entienden en las filas socialistas ni sus eventuales aliados, es la cesión de senadores del PSOE a los independentistas catalanes para que conformen grupo propio en la Cámara, una postura que iría en contra de la pretensión de frenar a los secesionistas de Cataluña en plena escalada del conflicto con la norteña región.
El portavoz socialista en el Senado, Óscar López, atribuyó este gesto a la "pura cortesía parlamentaria" y la desvinculó de un eventual pacto sobre la "gobernabilidad de España".
Sin embargo, los críticos de Sánchez advierten que el líder socialista se embarcó en una peligrosa estrategia que de la misma forma que puede mantener vivas sus aspiraciones de gobernar, también podría sepultarlas.
El conservador Partido Popular (PP) de Mariano Rajoy utilizó esta cuestión para intentar descarrilar a Sánchez de su camino: "Para nosotros, y me imagino que para muchos militantes del PSOE, es bastante incomprensible", dijo la vicepresidenta del gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría. "¿Hasta dónde está dispuesto a llegar Sánchez para conseguir lo que no le han dado los votos?", añadió.
El miércoles, antes de que se conformara el nuevo parlamento y mientras Rajoy intentaba no mostrase desesperanzado por el rechazo socialista a su oferta de "gran coalición" lanzada también a Ciudadanos, Sánchez tomó la iniciativa y comenzó a sentar las bases para un acuerdo complejo con dos posibles salidas.
La primera opción que baraja Sánchez es cosechar el apoyo de Podemos y los nacionalista vascos, y lograr la abstención de los independentistas catalanes, previendo el voto negativo del PP y de Ciudadanos.
Esta posibilidad implicaría que la fuerza de izquierdas que lidera Pablo Iglesias renuncie o más bien aplace su pretensión de celebrar un referéndum secesionista en Cataluña.
La apuesta del líder socialista pasa por convencer primero a Ada Colau, quien a su vez pretende alcanzar un pacto estable de izquierda junto con socialistas e independentista catalanes para gestionar el Ayuntamiento de Barcelona.
"Si Iglesias ve que se alcanza este acuerdo, tendrá un motivo más para intentarlo a nivel español", declaró el viernes Miquel Iceta, el líder de los socialistas en Cataluña.
De acuerdo con algunos analistas, la cesión de senadores a los independentista de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) tendría por objetivo facilitar la entrada de los socialistas en el gobierno de Barcelona.
Pero no fue así como lo entendió Colau, quien criticó con dureza a Sánchez a raíz de su decisión de facilitar que ERC y los independentistas de Democracia i Libertat (DiL) -el nuevo partido del ex presidente catalán Artur Mas-, tuviese grupo propio en el Senado, a la vez que dejaba a su formación, En Comú Podem (que concurrió a las elecciones con Podemos) sin grupo en el Congreso de los Diputados.
"El PSOE ha preferido pactar con PP (Partido Popular) y Cs (Ciudadanos) para dejar sin voz propia en el Congreso a la fuerza ganadora de las elecciones en Cataluña (En Comú Podem), y lo han hecho amparándose en una normativa que otras veces han interpretado de manera distinta", escribió el sábado Colau en su página de Facebook.
"El PSOE pactó por detrás con Convergencia (actual DiL) para que tengan grupo propio en el Senado y el Congreso, a pesar de no cumplir los requisitos, y a pesar de que Convergencia defiende acciones unilaterales que para el PSOE son, supuestamente, "líneas rojas", añadió.
"Parece la antesala a la gran coalición de lo Viejo contra lo Nuevo", remarcó Colau, alineándose con Pablo Iglesias, quien ya se había mostrado muy "decepcionado" y había escenificado un gran enfado con Sánchez por haber preferido pactar con los liberales y conservadores en vez de hacerlo con él.
En el Congreso de Diputados el Secretario General del PSOE forjó el primer pacto de la legislatura con el líder de Ciudadanos, Albert Rivera, para que el socialista vasco Patxi López se convirtiera en el presidente de la Cámara Baja, que por primera vez está en manos de una fuerza que no es la mayoritaria.
Ese acuerdo -al que luego se sumó el PP de Rajoy tras constatar que no podía imponer a su candidato-, sin bien permitió también repartir los cargos de la Mesa del Congreso, logrando que el órgano que gestiona la actividad parlamentaria fuese más plural, provocó un cortocircuito con Podemos.
La fuerza de izquierda, que cuenta con 69 diputados, incluidos los 12 de En Comú Podem (Cataluña), los 9 de Compromís (Valencia) y los 6 de En Marea (Galicía), reclamaba que se le permitiera formar cuatro grupos en la Cámara Baja para dar visibilidad a sus aliado territoriales.
El PSOE, pero también PP y Ciudadanos, se oponen a ello con el argumento de que el actual reglamento del Congreso lo prohíbe. Pero Pablo Iglesias asumió ese compromiso con sus aliados y lo defendió hasta que quedó excluido.
La confrontación entre el PSOE y Podemos se incrementó con el acuerdo del Senado, precisamente cuando debían acercar posiciones.
Pero lo que ocurrió es que a la vez que enojaba a la fuerza antiajuste, Sánchez se acercaban a Ciudadanos, partido que con su apoyo podría facilitar su investidura si, a su vez, Podemos se abstiene, posición que parece más asumible y que necesitan que también adopten los nacionalistas e independentistas. Sería el "Plan B", hasta ahora poco entendido, de los socialistas.
Comentá la nota