El ministro está "dolido", tras haber sumado a la mesa de las SIRA a un representante fabril. De Mendiguren, el as bajo la manga para la interna industrial.
Por Ariel Maciel
Las críticas que se engendraron en la Unión Industrial Argentina (UIA) por la falta de dólares para la importación de insumos le dolieron a Sergio Massa, que le había dado a la principal central fabril del país un lugar privilegiado en la mesa de control de las SIRA para evitar problemas con urgencias y casos extremos que pudieran poner en juego la continuidad de una fábrica y su impacto en el empleo. El ministro de Economía se "lamentó" de que el sector más dinámico de la actividad productiva se haya "vuelto en contra" del modelo industrialista que impulsó su gestión, confiaron fuentes cercanas, a pesar de las restricciones de divisas internacionales por la que atraviesa el Banco Central (BCRA). Ahora el funcionario analiza una redefinición de las relaciones que mantiene con ese conglomerado de empresas grandes, medianas y chicas, repartidas en sectores y regiones.
Fuentes del equipo económico admitieron a Letra P que Massa está "dolido" con las críticas, aunque aclararon que la "mayor decepción" está en "el poder de influencia que tiene Techint sobre el resto del ecosistema industrial, más que por los reclamos". Sucede que en el Gobierno ven con preocupación que la T esté a la cabeza de una suma de reclamos, basados en situaciones reales, con el objetivo de "cuestionar la gestión del ministro y de todos los que tienen relación con la gestión". Es por eso que quedó enmarcado en los cuestionamientos el presidente de la UIA, Daniel Funes de Rioja, a quien le reclamaron un tono más enérgico en los reclamos por la falta de insumos.
En Hacienda creen, sin embargo, que el problema no es de Massa sino del modelo que expresa. "Hoy Techint ya no es la misma empresa que representaba a los intereses nacionales de las fábricas y que se enfrentaba con las exportadoras que pensaban más en los negocios del comercio exterior que en el mercado interno. Hoy su sede está en Luxemburgo y sus empresas buscan las mejores condiciones para exportar petróleo y gas. Incluso, usaron los dólares para importar de su propia empresa los caños del gasoducto Néstor Kirchner, evitando pedir el financiamiento en el Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES) de Brasil, sabiendo que el gobierno necesitaba urgente terminar con la obra para tener gas propio en el invierno próximo", definió un funcionario al holding que comanda Paolo Rocca.
A pesar de su malestar, el jefe del Palacio de Hacienda no se sorprendió con el escenario adentro de la central fabril. Quienes lo asesoran, le adelantaron que existen tensiones adentro de la UIA que "buscan poner condicionamiento al modelo de desarrollo". Por eso, profundizó sus lazos con dirigentes empresarios adentro de la entidad para mantener el puente de diálogo con la industria y poder anticiparse con medidas ante focos de crisis en la producción. Pero también multiplicó relaciones con otras entidades fabriles, ante la posibilidad de que se rompa el vínculo con los industriales que conviven en la sede de Avenida de Mayo. En el último semestre, el propio ministro o su tropa de máxima confianza visitó parques industriales, eventos y reuniones con centrales pymes como Enac, Cgera e IPA, entre otras.
Massa y su entorno ven en la "sobreactuación" de algunas empresas, que "envalentonan a otras fábricas", un "desprecio" por la ayuda que el Gobierno realizó al entorno productivo durante la crisis de la pandemia y el impacto mundial de la guerra en Ucrania. "Es cierto que hay problemas en la industria por la falta de dólares, pero está claro que esta gestión hizo un aporte histórico para que las fábricas funcionaran, incluso pagando sueldos. Por eso estamos convencidos de que el ataque no es al ministro, sino a lo que representa: un modelo industrial, con fuerte mercado interno y con exportación de valor agregado. Por eso el vínculo con las pymes siempre fue bueno, porque lo que piden es solucionar problemas puntuales, no hacer negocios de sobreestockeo o de quedarse con los dólares que necesitan las demás empresas", se quejó un hombre del entorno massista.
A diferencia de Matías Kulfas, que durante su estadía al frente del Ministerio de Desarrollo Productivo vio desde la platea la pelea desatada con la llegada de Funes de Rioja al poder fabril, Massa evalúa tener cierta influencia en la renovación de autoridades en la UIA de mayo del año que viene, aunque sin interferir en la autonomía de la central fabril. Una de las cualidades que le reconoce a la entidad centenaria es su "amplitud" de visiones y la "capacidad de diálogo" que encontró hasta el momento. Tiene en su equipo al secretario de Industria, José Ignacio de Mendiguren, como un as bajo la manga, ya que conoce el mundo de los comandantes de las fábricas, por ser actualmente parte de la Junta Directiva y haber ejercido la presidencia en dos oportunidades.
Y si bien es cierto que el foco de tensión actualmente es Techint, el jefe del Palacio de Hacienda mira de reojo el movimiento de otras empresas grandes, como Arcor y Ledesma, y de algunas territoriales. Según pudo saber Letra P, existe cierta desconfianza de los movimientos de las Uniones Industriales de Córdoba y Buenos Aires. En territorio bonaerense, su presidente Martín Rappallini, también tesorero de la UIA y aliado a la T, mantiene una relación de fuerte tensión con el gobierno de Axel Kicillof. Y en la provincia mediterránea, el último antecedente es un cruce que tuvo De Mendiguren en el Coloquio de la UIC, que se realizó hace tres meses, en donde cuestionaron la intervención del estado en los negocios de las empresas.
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