La renegociación de la deuda, la relación con sus eventuales pares, Vaca Muerta y el armado de su propio equipo son algunos de los interrogantes que se plantean alrededor de su postulación
Nombre “puesto” hasta la mañana del miércoles para renegociar la deuda desde el cargo de ministro de Economía, el rol que ocupará Guillermo Nielsen, si es que ocupa alguno, volvió a ser un enigma que capta toda la atención del mercado. Con la expectativa puesta en que el próximo viernes 29 se devele el misterio, las alzas y bajas de candidatos para la que es hoy la cartera más caliente alimentan la ansiedad de todo el espectro político, empresario y financiero.
A la luz de las nuevas dudas que surgieron en torno a su designación, no son pocos los dilemas que plantea el nombramiento, incluso para el propio Nielsen.
Tal vez el más relevante se centra no sólo en su eventual propio cargo, sino en el de los demás. Es decir, en la preponderancia de los puestos que ocupen otros como, por ejemplo, Matías Kulfas, el principal asesor de Alberto Fernández quien se consolida como candidato firme para el Ministerio de la Producción. ¿O será de Economía sin el área de Finanzas? Lo concreto es que existen en torno al presidente electo diferentes miradas respecto del manejo del manejo de la deuda y el margen de desequilibrio fiscal viable para encarar la renegociación. También respecto a las condiciones de esa reestructuración, particularmente los plazos. Hay quienes imaginan, alrededor del presidente electo, consensuar con los acreedores una propuesta que implique no pagar durante todo el mandato, lo que sería avanzar aún más allá de la propuesta del asesor Martín Guzmán, quien propone dos años de gracia. Nielsen no se contaría en este grupo. En una negociación en ciernes, todos empiezan a marcar la cancha.
Alberto Fernández, en su visita a México. Detrás, Todesca y Kulfas (Juan Vicente Manrique)
La escasa sintonía entre Nielsen y Kulfas también plantearía otros interrogantes, basados en las eventuales áreas de injerencia de cada uno, particularmente la de Energía. Se sabe que para Nielsen, el foco en la política energética resulta vital. Desde su perspectiva, el desarrollo de Vaca Muerta no es independiente de la renegociación de la deuda. El economista, que elaboró su propio plan para la explotación de los hidrocarburos no convencionales, suele decir que de ahí saldrán los dólares para pagar los compromisos. Lo afirmó textualmente en su última presentación pública en Miami: “la Argentina necesita desarrollar una alternativa de generación de dólares y empleo de la importancia del sector agropuecuario. Ahí está el trabajo en (combustibles) no convencionales”. Su plan en ese sentido prevé fuertes incentivos y, sobre todo, garantías, para quienes decidan nuevas inversiones en el sector y le habría valido algunos cuestionamientos.
Nombre ‘puesto’ hasta la mañana del miércoles para renegociar la deuda desde el cargo de ministro de Economía, el rol que ocupará Guillermo Nielsen, si es que ocupa alguno, volvió a ser un enigma
A la par de ese proyecto, Nielsen se abocó en las últimas semanas a armar equipo para avanzar en conversaciones preliminares con grupos de acreedores con miras a la próxima reestructuración de la deuda. La figura principal de ese elenco es Adrián Cosentino, quien ya ocupó la Secretaría de Finanzas en la gestión de Hernán Lorenzino, y sobre quien no recaen objeciones. De hecho, podría ser eventualmente quien tome la posta de la negociación si finalmente no avanza la designación de Nielsen. Pero no habrían corrido con la misma suerte otros integrantes de ese equipo, entre quienes se cuentan Germán Plessen, quien fue subsecretario de Financiamiento bajo el mando de Cosentino, y Gabriel Rubinstein, quien participó de la gestión de Roberto Lavagna con el propio Nielsen.
La energía y Vaca Muerta, en el centro del plan de Nielsen
En paralelo a las tratativas con los acreedores privados, talla la renegociación con el Fondo Monetario Internacional (FMI). En ese plano, Nielsen está completamente alineado con la estrategia del presidente electo en responsabilizar al organismo por el megacrédito que concedió al Gobierno de Mauricio Macri. Considera que las posturas actuales asumidas por los funcionarios del FMI delatan “mucha culpabilidad” por haber desembolsado USD 44.000 millones sin ningún resultado positivo. Pero el tono de los últimos intercambios, en los que se preanuncian diferencias respecto del manejo del frente fiscal, indicarían que probablemente la discusión con el Fondo no avance a la misma velocidad que con el resto de los tenedores de deuda. Y, aunque descarta de plano una renegociación a la uruguaya, es decir, sin quitas, Nielsen insiste en la necesidad de una reestructuración rápida, casi urgente, y lo más amigable posible.
“Más allá de quita sí o no, maltratar a los acreedores hoy en una renegociación agresiva, crea un obstáculo para mañana, cuando se quiera volver a tener financiamiento del mercado. Castigar el stock, es decir, la deuda a renegociar, puede afectar el flujo futuro, los dólares que podrían llegar”, analizó un experimentado ejecutivo de un banco involucrado en las sucesivas operaciones de los últimos años.
Adrián Cosentino, otro ex secretario de Finanzas en la danza de nombres
En cualquier caso, de confirmarse que no será ministro de Economía –y tampoco negociador de la deuda–, se especula con que Nielsen seguiría en carrera para presidir YPF. Ese destino es, en definitiva, el que ambicionó desde que Fernández lo consideró una voz de referencia en la cuestión petrolera. Tal vez en ese terreno, además, cuente con más apoyos que en el mercado financiero.
Lo mismo que en cierto sector empresario muy cercano al presidente electo que lo ve con buenos ojos, en el rubro de hidrocarburos también aprecian el plan que diseñó para Vaca Muerta. Contaría, además, con un aval fundamental: el de Miguel Galuccio, el principal hombre de consulta Cristina Fernández de Kirchner.
“Está en el sentido correcto, el plan tiene que ir por ahí”, dicen en las oficinas del ex presidente de YPF, hoy al frente de las operaciones de Vista Oil&Gas. También para ese cargo hay una danza de nombres que, entre vetados y potables, puede deparar alguna sorpresa. Casi como al día siguiente de ganar las elecciones, el organigrama del futuro gobierno desvela a propios y ajenos.
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