Desde hace unos años se ha popularizado el consumo de agua envasada en garrafas para fuentes o dispensadores portátiles. Garrafas que suelen estar presentes en lugares públicos y distribuirse a empresas, pero que ahora cada vez se utilizan más en domicilios particulares para consumo doméstico, especialmente en lugares donde no se suele tomar el agua del grifo, a pesar de que sea potable, debido a su dureza, a la cal y a que no presenta un sabor demasiado agradable.
La mejor agua es la que es muy blanda, y cuanto más dura, más cal. La mayoría de las zonas con mar tienen el terreno más calcáreo, y por tanto, aguas más duras. En zonas como Levante, donde el agua proviene de terrenos calizos, que disuelven mucho carbonato cálcico y magnesio, se generan aguas más duras y con más sabor. Por eso ha crecido tanto el consumo de agua envasada.
Sin embargo, a pesar de sus aparentes ventajas este tipo de aguas envasadas procedentes de manantiales presentan debilidades y algunas contraindicaciones. La principal, tal y como indica la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), es su escasa seguridad higiénica.
Según este organismo, el agua que se dispensa en este tipo de garrafas no tiene las mismas garantías y protecciones que el agua de grifo porque carece del desinfectante. Por lo que cualquier manipulación o almacenaje incorrecto antes de comercializarse, puede aumentar la presencia de microbios.
Además, algunas empresas almacenan estas garrafas a temperatura ambiente hasta su consumo, sin ninguna precaución especial, por lo que aumenta el riesgo. Pueden acumularse bacterias en las microgrietas de las paredes del recipiente. Si las condiciones de temperatura y humedad en las que se mantiene la botella no son adecuadas, la probabilidad de que esto ocurra aumenta.
En cuanto a la composición, la venden como un agua equilibrada en componentes minerales recomendada para la preparación de alimentos infantiles o perfecta para cocinar, como un agua embotellada clásica. Sin embargo, en la etiqueta pone “bebida refrescante".
También se indica que es un agua purificada por ósmosis inversa y esterilizada por ozono. Lo cual deja claro que no es agua de manantial natural porque esta no puede tratarse, ni puede modificar su composición.
Las aguas minerales naturales tienen una serie de características que las hacen únicas:
Se envasan con la misma composición que presentan en el manantial.
No requieren de ningún tratamiento químico ni microbiológico para su consumo.
Se envasan desde el manantial, protegiéndolas de cualquier contacto con el exterior.
Poseen una composición constante, un contenido mineral específico que depende de las rocas por donde se filtran de forma natural, así como el tiempo, profundidad y temperatura de su recorrido en el subsuelo.
Si es agua de manantial en dispensadores de garrafa no puede llevar desinfectante, puesto que perdería la condición de agua natural, mientras que si el origen es caudal de consumo público envasado, en ocasiones se indica que son tratadas con ozono para desinfección.
Además, en algunos casos, el agua de manantial envasada incluye otras sustancias como correctores de acidez (carbonato sódico y cloruro de calcio) y aromas. Por lo que nos encontramos legalmente ante otro tipo de bebida que no es estrictamente agua... pero que se vende como agua, y como tal la compramos.
Por otro lado, la OCU ya advirtió en 2013 que algunas aguas de manantial envasadas tenían una mineralización muy desequilibrada y agresiva, con una carga microbiana que sería inaceptable en un agua de distribución, por ofrecer menos garantías sanitarias. Pero estaba dentro de los rangos encontrados en aguas envasadas almacenadas. En concreto, se analizó la cantidad de minerales que contenían las 10 marcas más conocidas y si éstos coinciden con la etiqueta: media, débil o muy débil, además de estudiar los contaminantes que pudiera contener.
Lo importante es saber que este tipo de aguas envasadas no sustituyen al agua de grifo, sino que son una alternativa más. Para sustituir al agua del grifo deberían cumplir, como mínimo, con las mismas garantías que se exigen al agua del grifo. Sin embargo, como hemos dicho:
No tienen desinfectante, que da seguridad higiénica al agua de grifo.
Es manipulada antes de comercializarse, con lo que puede aumentar la presencia de microbios.
Está envasada en garrafas de plástico reutilizable y almacenada a temperatura ambiente.
Aunque no presentan materia orgánica, ni indicios de contaminación por restos del plástico del envase, sabores raros, etc. Sin embargo, sí tiene una elevada carga microbiana, similar a la que se encuentra en agua embotellada almacenada, y muy superior a la del agua del grifo.
Afortunadamente, no se trata de gérmenes patógenos, con lo que en principio no hay riesgo para la salud, pero como no tiene desinfectantes, no ofrece una completa seguridad. De hecho, la OCU sostiene que como la normativa permite al agua de garrafa una cierta carga microbiana (a diferencia del agua de grifo) “no es del todo extraño que sucedan de vez en cuando brotes o intoxicaciones”.
Y así ha sido en varios ocasiones. En 2016 hubo varios brotes de gastroenteritis en el área de Barcelona y Tarragona provocados por la intoxicación causada por el agua de garrafa procedente del manantial Font d'Arinsal, en Andorra. Los resultados de los cultivos realizados con las muestras de pacientes afectados revelaron la presencia de un norovirus como causante de la gastroenteritis. Este microorganismo, causante de la mitad de las gastroenteritis comunes, está presente en intestinos animales y se contagia a través de las heces, que, a su vez, pueden contaminar el agua.
Por otro lado, en 2018 supermercados como Eroski y Condis se vieron obligados a retirar del mercado un lote de agua envasada procedente del manantial Aiguaneu, en Gerona, tras detectar "agentes químicos" en los envases.
Aunque son casos aislados y desde entonces se han intensificado los controles, hay que tener claro lo que se compra y ser conscientes de que hay muchos tipos de aguas minerales envasadas, y las de manantial tienen sus propias reglas. Son productos diferentes y diferenciados que deben cumplir con una legislación y unos requisitos higiénico-sanitarios diferentes. El agua mineral natural procede de aguas subterráneas, bactereológicamente sanas, que destacan por su pureza original y por tener un efecto favorable para la salud, sin llegar a ser curativas. El agua de manantial también es de origen subterráneo, pero no deben demostrar efecto favorable para la salud.
Hay que fijarse bien en la etiqueta, si pone que es agua mineral, es agua mineral; si no lo pone en ningún sitio es que es agua tratada. Y si es agua tratada es posible que tenga carencias o que sea agresiva. Las aguas minerales naturales tienen una composición química estable; cosa que no ocurre con las aguas de manantial, a las que no se les exige una composición fija. Por eso una se indica en la etiqueta, y la otra no.
A juicio de la OCU este tipo de 'bebidas refrescantes' no aportan nada que no tenga el agua corriente de la mayoría de las ciudades españolas.
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