La oposición porteña enfrentará a un jefe de Gobierno blindado. Recalde y Donda se anotan por el peronismo ampliado. La novedad sería Lammens, el crédito de Lavagna. Cortina y las izquierdas.
Con el número puesto como candidato ganador, aunque no exento de los coletazos que generan los roces con el radicalismo, el jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, es el dirigente del Pro con el escenario más allanado para alzarse con una reelección.
Lejos de los debates sobre las postulaciones presidenciales, en Cambiem se da como un hecho que el alcalde va a renovar su mandato, reforzado por los resultados arrasadores que, Elisa Carrió mediante, logró en las elecciones de medio término, dos años atrás.
Larreta, además, contó con dos ases en la manga que le facilitaron la gestión en uno de los distritos más rico del país. Por un lado, el trabajo en tándem con el gobierno nacional, que le abrió el acceso al crédito necesario para desarrollar obras de infraestructura pesada que inaugurará en los próximos meses en una batería de actos en los que hará gala de su capacidad de gestión. A eso se suman las obras que la Nación realiza en territorio metropolitano, como la elevación de las vías ferroviarias, que naturalmente va a capitalizar el jefe de Gobierno.
La otra clave para el "modelo exitoso" porteño es la capacidad política que tuvo el oficialismo para neutralizar la "amenaza interna" que significó en 2015 Martín Lousteau y la escasa, sino nula, renovación de figuras abiertamente opositoras con chances de disputarle el poder en el distrito que el PRO gobierna desde hace 12 años.
La cooptación política de Evolución, expresada en la incorporación del economista al gobierno y el paraoficialismo ejercido en la Legislatura por su bancada, no se tradujo en el ascenso del peronismo porteño (y todas sus tribus), que sigue con grandes dificultades para romper la maldición que desde hace 23 años impide que un peronista llegue a gobernar la ciudad.
La apuesta a una estrategia de elecciones primarias en Unidad Porteña, la versión local de Unidad Ciudadana, incorporando a sectores de centro izquierda, no significó un incremento en el caudal de votos cuatro años atrás. La apuesta amplia, que implicó el desgaste de presentar nueve listas internas en la primaria, no redundó en mejores resultados para UP, que se mantuvo en el 21% de los votos, lo que en términos legislativos representa unos seis diputados locales.
El escenario porteño actual del peronismo, que está atado a cómo se resuelvan los acuerdos nacionales, no anticipa sorpresas en los nombres de los candidatos. Consecuente con el camino que viene recorriendo en la ciudad, el presidente del bloque porteño de Unidad Ciudadana, Mariano Recalde, ya anunció su intención de volver a competir como candidato a jefe de Gobierno, cargo por el que se presentó en 2015. En una eventual interna que imite a la de 2015, el camporista se mediría con Victoria Donda, que, desde Somos, su nueva agrupación, también quiere jugar por ese cargo.
Como en años anteriores, esa estrategia electoral va a volver a ser determinada por la resolución del escenario nacional. Una postulación de Cristina Fernández de Kirchner reforzaría la candidatura de Recalde y debilitaría la de Donda, a la vez que obturaría la aparición de un candidato tapado. De la misma manera, si Roberto Lavagna se decidiese a competir, también se sacudiría el tablero porteño ya que entraría en escena Matías Lammens.
Cerca del presidente de San Lorenzo de Almagro aseguran que ya tiene acordado con el ex ministro de Economía ser su representante en la ciudad, algo que rompería el statu quo de las candidaturas porteñas. Con varios amagues a lanzarse a la arena política en los últimos años, el dirigente es el reflejo de quienes ven agotada la posibilidad de disputar la ciudad desde las identidades políticas tradicionales. La contra es que el reloj de arena para instalar nuevos candidatos ya se dio vuelta hace tiempo y se achican los márgenes para presentar novedades.
En contraste con el estancamiento del voto peronista, la izquierda viene ganando terreno electoral. Más allá de las consideraciones sobre las diferentes elecciones, entre 2015 y 2017 el Frente de Izquierda y los Trabajadores (FIT), que integran el PTS y el Partido Obrero, más que duplicaron su caudal de votos y pasaron de un 2,6 a un 6,8 por ciento dos años después.
Sin chances de disputar la jefatura de Gobierno pero con la capacidad de dispersar el voto progresista, es más que probable que el Partido Socialista, que conduce Roy Cortina, vuelva a dar pelea y a conseguir una banca, como en las últimas dos elecciones.
El panorama lo completa Autodeterminación y Libertad, la fuerza que dirige Luis Zamora y que, más allá de la coyuntura en la que se presenta, es casi cantado que consiga una banca en la Legislatura.
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