Lo anuncia este jueves la Sociedad Argentina de Gastroenterología. Es para el posgrado de tres años que brinda junto con la Universidad de Buenos Aires y formará parte de la plan para obtener el título.
"Dime, y lo olvidaré. Muéstrame, y podré recordar. Involúcrame, y lo entenderé". La frase de Confucio sirve para ilustrar el complejo vínculo que los estudiantes tienen con su objeto de su estudio. Si ese objeto es un sujeto -más precisamente un ser humano- la importancia del involucramiento puede ser vital, la delgada línea -llevado a un extremo- entre la vida y la muerte. Si rellenáramos el esqueleto de este razonamiento con la palabra "endoscopista", la filosofía del pensador chino cobraría un significado más acabado aún.
¿Qué significa mostrarles e involucrar a los futuros endoscopistas? En parte, algo muy simple: darles la posibilidad derealizar prácticas con robots antes de empezar a trabajar con personas. Y no sólo eso: también ponerles como condición que lo deban hacer para aprobar el posgrado de tres años que los habilita a ofrecer sus servicios en el mercado de la salud.
En varios países del primer mundo es redundante destacar que los estudiantes deben adquirir "horas de vuelo" mediante la práctica con robots antes de tocar a un paciente. En la Argentina, en cambio, ese escenario todavía se está construyendo. En la Sociedad Argentina de Gastroenterología (SAGE), que ofrece junto con la Universidad de Buenos Aires uno de los cursos de posgrado más importantes del país en la especialidad, tomaron la iniciativa de jerarquizar a sus profesionales con estas prácticas.
Este jueves por la noche, en un acto en la Asociación Médica Argentina, se anunciará que todos los futuros gastroenterólogos que pasen por las aulas de la SAGE deberán realizar de forma obligatoria un curso de prácticas endoscópicas con robots, mediante técnicas de simulación.
Demostraron que las prácticas con robots mejoran la performance de los alumnos, medidos al comienzo y al final del curso.
Se trata de la presentación formal de un proyecto que, en voz baja, empezó a fines de julio. Ahora sólo queda que las autoridades de la UBA incorporen definitivamente este curso en el plan de estudios del posgrado en gastroenterología. Son 12 horas cátedra en las que los alumnos realizarán prácticas que les brinden habilidades psicomotrices para una buena práctica endoscópica, y a la vez poder tomar mejores decisiones en cada momento del estudio.
"Con un trabajo de campo pudimos demostrar que el aprendizaje con robots es clave. Los alumnos aprenden a recorrer la mayor cantidad de partes de la superficie explorada con el endoscopio sin tocar las paredes, y también a insuflar la menor cantidad de aire posible", le explicó a Clarín Jorge Olmos, presidente de la SAGE.
Desde esta sociedad médica prefieren no asociar la iniciativa con la coyuntura. Es decir, con la muerte de la periodista y legisladora Débora Pérez Volpin en una endoscopía. Por el hecho, el profesional Diego Bialolenkier fue condenado en julio a tres años de prisión en suspenso y a más de siete de inhabilitación para ejercer.
Aunque no maneja estadísticas, Olmos coincide en la percepción de que a partir de ese hecho dramático hubo una disminución de endoscopías. Los datos fueron difundidos recientemente por Endoscopistas Digestivos de Buenos Aires: hablan de una caída de hasta el 50 por ciento en la cantidad de prácticas que se realizan. El experto asegura que la iniciativa de la simulación con robots busca "mejorar a los médicos en su formación", aunque aclara: "Todos los estudios tienen su riesgo y las complicaciones son parte de la medicina".
La SAGE hizo un convenio con el centro de simulación médica Simmer, ubicado en Olivos y considerado unos de los mejores de Latinoamérica, para brindar de manera gratuita este curso a sus alumnos. Hay un promedio de 45 estudiantes por año, futuros gastroenterólogos y endoscopistas, que participarán de estas simulaciones médicas. En Capital Federal, sólo la UBA (asociada con la SAGE) y la Universidad del Salvador brindan este posgrado en su oferta académica.
"Entre los médicos y las sociedades médicas tenemos que llevar confianza a la sociedad. Queremos que la gente se haga los estudios endoscópicos. No nos parece bueno que por miedo la gente deje de prevenir, por ejemplo, el cáncer de colon", dice Olmos y agrega: "Los futuros profesionales estarán mejor preparados haciendo estas prácticas con robots".
Las simulaciones contribuyen a mejorar las habilidades psicomotrices del profesional durante la endoscopía.
Hay diferentes alternativas de cursos de simulación, tanto para los profesionales novatos (el caso de los que harán el curso de la SAGE) como para aquellos que ya tienen una experiencia y quieren perfeccionarse. La oferta académica va desde dominar los principios básicos de la endoscopía hasta reconocer las lesiones endoscópicas y su manejo terapéutico, para aquellos que ya tienen en su haber más de 50 estudios realizados.
Claudio Perreta, especialista en clínica médica, instructor en simulación y director ejecutivo de SIMMER, consideró: "El convenio con la SAGE es muy importante porque nos convierte en un instrumento que colabora con la instrucción de futuros gastroenterólogos. Esta es una herramienta muy utilizada en países de avanzada como Estados Unidos". Y destacó que "la simulación acorta la curva de aprendizaje: permite que los errores cometidos con un simulador se conviertan en una oportunidad de enseñanza, sin que el paciente se exponga a la formación de un profesional".
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