Por: Jorge Fontevecchia. Faltan pocos días para la elección que afectará la marcha mundial. En Medio Oriente esperan ver si gana Trump o Kamala Harris para decidir cómo avanzar en el conflicto militar entre Israel, parte de sus vecinos e Irán.
En Europa y Rusia esperan lo mismo para definir cómo continuar en el conflicto militar entre Ucrania y Rusia. Y en Argentina también se espera ver si el nuevo presidente de los Estados Unidos será Trump o Harris para terminar de pronosticar los escenarios económicos más probables, no solo el Gobierno y la oposición, sino las principales empresas para realizar sus planes de negocios e inversión 2025.
Justo la semana anterior estuvo en Buenos Aires el exdirector del diario The Washington Post Martin Baron, con prestigio propio porque previamente había ganado un Premio Pulitzer por la investigación de los casos de pedofilia eclesiástica que dieron base a la película Spotlight en el diario The Boston Globe, periódico que dirigió previamente. Y en múltiples entrevistas que concedió dijo encontrar muchas similitudes entre Trump y Milei: “Son bichos raros, odian a la prensa”, y refiriéndose a las falencias republicanas de ambos: “Son aspirantes a autócratas”, aunque económicamente sean opuestos demostrando indirectamente que la popularidad de Milei –como la de Trump– no reside completamente en sus ideas económicas, sino en sus formas de plantear soluciones simples con energía y resolución sumado a un estilo de comunicación brutalista.
Baron considera a Trump una seria amenaza para la democracia: “Trump y Milei critican todo el tiempo a la prensa con la idea de socavar su papel en una democracia”, y criticó a ciertos medios que “hacen de la polarización un modelo de negocio”, porque “políticos tribuneros precisan periodistas tribuneros”.
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Por su parte, dueño del The Washington Post desde 2013 cuando les compró el diario a los descendientes del fundador, Jeff Bezos, es parte del club de los nuevos superricos de la economía digital y con su Amazon sería algo así como el Galperin norteamericano, pero Bezos no tiene la posición libertaria habitual en este tipo de fortunas hechas en pocos años y se diferencia del igualmente exitoso y controversial dueño de Tesla y Space X y X, Elon Musk, que salta contento como un niño en el escenario donde Trump hace campaña, demostrando la existencia de múltiples formas de inteligencia y cómo aquel que es un genio para generar riqueza no necesariamente tiene que ser rico emocionalmente.
Pero frente a estas elecciones Bezos conmovió a todo el establishment periodístico impidiendo que por primera vez en décadas The Washignton Post publique el tradicional endorsement que nuevamente iba a favor de un candidato del Partido Demócrata esta vez promoviendo el voto por Kamala Harris, endorsement que además ya estaba redactado por el jefe de las páginas editoriales. Y al enterarse de la noticia, Martin Baron calificó la decisión como “un acto de cobardía”.
Lo que hizo Bezos contrasta extremadamente con la posición del The Washignton Post también siendo de su propiedad en las primeras elecciones de Donald Trump en 2016 cuando en el endorsement el diario escribió: “El candidato del Partido Republicano Donald Trump es terrible, no califica para ser candidato a presidente”.
Ya en 2016 hubo varios diarios que se negaron a hacer endorsement argumentando que los candidatos eran demasiado débiles (eran el mismísimo Trump y Hillary Clinton) y fueron criticados por sus colegas alegando que, justamente, en los tiempos más grises y difíciles los diarios tienen la obligación de tener coraje para tomar decisiones difíciles y arriesgadas.
Otro escándalo similar al de The Washington Post ocurrió hace pocos días con el mayor diario de la Costa Oeste de Estados Unidos, el dueño del diario Los Angeles Times también impidió que se publicara su tradicional endorsement, nuevamente a favor de la candidata del Partido Demócrata, lo que motivó a la directora de las páginas editoriales, Mariel Garza, a renunciar. Dijo a Columbia Journalism Review: “Renuncio porque quiero dejar claro que no estoy de acuerdo con que guardemos silencio. En tiempos peligrosos, la gente honesta debe ponerse de pie. Así es como estoy de pie”.
Salvo en el caso de las publicaciones de Editorial Perfil, en Argentina no existe la tradición de que los diarios recomienden explícitamente votar a favor o en contra de un candidato dependiendo las circunstancias de primera vuelta o balotaje: en el caso de PERFIL, a favor de Alfonsín y Lavagna, en contra de Menem, Néstor y Cristina Kirchner y de Milei. Tampoco existe en Argentina la tradición de demandar judicialmente al Poder Ejecutivo como también es una costumbre en Estados Unidos; uno de los tantos ejemplos son los Papeles del Pentágono que no habrían sido publicados si los diarios The New York Times y The Washignton Post no hubieran apelado ante la Corte Suprema de Justicia norteamericana para revocar la censura impuesta por el presidente Nixon en 1972. También PERFIL sigue la tradición norteamericana en este sentido con notable éxito varias veces corriendo el límite de la arbitrariedad y el abuso de poder de distintos gobiernos, y sentando precedentes.
Algunos ejemplos notables fueron en los 80 el habeas corpus frente a la Corte Suprema que obligó a la última dictadura a reabrir la revista predecesora de Noticias tras su clausura; el fallo del Tribunal de San José de Costa Rica ordenando revertir la condena impuesta por la célebre Corte Suprema de “la servilleta” en los 90 a favor de Carlos Menem; y en este siglo, el fallo de la Corte Suprema contra los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner por discriminación en la distribución de publicidad pública que cumplieron los gobiernos de Mauricio Macri y Alberto Fernández, pero no el de Javier Milei, por lo que ya hay otra demanda en proceso contra el actual Poder Ejecutivo en el mismo fuero Contencioso Administrativo.
Y otra demanda en el fuero Penal Federal que por su velocidad en llegar a su resolución en primera instancia viene siendo noticia en los últimos días por las querellas presentadas por Jorge Lanata y por mí contra Javier Milei por calumnias e injurias, respectivamente. En el primer caso, que tramita ante el juez Ariel Lijo, aún no hubo decisión; y en el segundo, que tramitó ante el juez Sebastián Ramos, donde hubo una absolución superexprés del Presidente que generó críticas de la mayoría de los organismos de defensa de periodistas y derechos civiles.
El viernes se presentó la apelación ante Sala II de la Cámara Criminal y Correccional Federal cuyo texto completo publicamos en la edición de hoy, porque consideramos que se trata de un documento de consulta para todos los periodistas que vienen siendo insultados por Milei y todos aquellos que como Martin Baron crean que sin prensa independiente no hay democracia.
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