Se acuerda un valor al momento del pedido, pero se ajusta cuando se paga si hubo cambios. Se reducen plazos de financiamiento. Aun así, todavía las pymes dicen tener demanda.
El contexto de alta inflación e inestabilidad cambiaria empujó a la cadena de las pequeñas y medianas empresas a operar con “precios abiertos” como resultado de las dificultades que tienen los proveedores para fijar un valor. Hay múltiples problemas, desde la suba del tipo de cambio, el aumento de costos salariales y la escasez de insumos, en algunos casos, que potencia más la suba de precios. Lo positivo para el sector es que, a pesar de todo, no se cayó la demanda.
Según indicaron empresarios y economistas consultados por Ámbito, la modalidad comercial que se ha impuesto entre las pymes y sus proveedores es la denominada como “precio abierto”, es decir, un ajuste de valor al momento de pagar una factura si es que hubo cambios de precios.
Al respecto, el presidente de la Confederación General Empresaria de la República Argentina (CGERA), Marcelo Fernández, se quejó de que el contexto de alta volatilidad “provoca un gran nerviosismo entre las grandes empresas”, que impulsa al ajuste de los precios. Fernández explicó que cuando reciben aumento de precios las pymes no tienen más alternativas que “absorber” el impacto. El empresario señaló que el sector pyme suele adaptarse rápidamente a nuevas condiciones. "Se cambian plazos y condiciones de venta”, explicó. El empresario, que es propietario de la fábrica de cierres para la industria textil, Lynsa, señala que los envíos de nuevas listas de precios se están haciendo cada 15 días.
Un fenómeno que viene ocurriendo entre las empresas desde 2018 es que el ánimo de los empresarios es bajo, aunque en sus unidades productivas el trabajo no disminuye. La Fundación Observatorio Pyme (FOP), una entidad que cuenta con el respaldo de la Unión Industrial Argentina (UIA) y la Universidad de Bologna indica en una reciente investigación que “el nivel de confianza de las empresas PyME se mantiene por debajo del real nivel de actividad (41 vs. 50), evidenciando de esta manera una distorsión negativa que condiciona las decisiones”.
Al respecto, Daniel Rosato, titular de Industriales Pymes Argentinos (IPA), destacó que “hay un problema financiero más que nada, porque demanda hay”. Rosato señala que la actividad de las pequeñas fábricas se mantiene a pesar del contexto de inestabilidad financiera tras detallar la relación para muchas empresa con los proveedores es de “precio abierto”. Advierte que las corridas cambiarias generan “clima de incertidumbre”.
Vicente Donato, director del FOP, explicó que por ahora el clima que predomina en las empresas es de “temor” pero que la actividad no está afectada. La entidad mantiene una muestra de opinión de más de 2000 empresas en todo el país desde hace 30 años.
Aunque el tipo de cambio blue viene subiendo de modo acelerado, en rigor, para las industrias y para el sector de software la necesidad de una devaluación para poder operar correctamente va muy por detrás del dólar libre. “Mostramos hace unos días que las empresas industriales percibían un retraso del dólar oficial del 50% y entre las de servicios del 70%”, explicó Donato. En ese sentido, el último reporte de FOP dice que “las diferencias intersectoriales sobre el nivel del tipo de cambio más adecuado para la propia actividad en la industria manufacturera son importantes y van desde un aumento del 28% en el sector de los aparatos eléctricos, electrónicos y de aparatos de precisión hasta el 76% del sector de las maquinarias y equipos”.
Comentá la nota