Entusiasmados por el ordenamiento macroeoconómico, aunque preocupados por la apreciación cambiaria, los hombres de negocios aceptaron pagar US$25.000 el cubierto para la cena de lanzamiento de la Fundación Faro, que dirige el ultraconservador Agustín Laje para apuntalar las ideas de Milei. Manzano, Hugo Eurnekian, Mindlin, Migoya, Betina Bulgheroni, Belocopitt, Sebastián Bagó y los hermanos Neuss, presentes ante un discurso incómodo.
Alejandro Rebossio
A más de uno de los 400 empresarios que fueron a cenar este miércoles al Yacht Club Puerto Madero por el lanzamiento de la Fundación Faro le costaba aplaudir cuando el presidente de la nueva entidad libertaria, el joven politólogo y filósofo ultraconservador Agustín Laje, ofrecía su discurso previo al de Javier Milei. No podían disimular en sus rostros que no compartían el credo de Laje. Algunos estaba ahí para evitar decirle no al jefe de Estado a la hora de recaudar fondos para su fundación, inspirada tal vez en la Pensar de Mauricio Macri, pero que se define abierta y orgullosamente de “derecha”. Casi todos comulgan con la prédica del libre mercado, aunque a muchos no les gusta cuando les toca en su propio sector. Pero pocos suscriben en un 100% a lo que Laje denomina su “fe”.
Milei presenta su propia fundación libertaria: US$25.000 el cubierto para participar de la cena de lanzamiento
“Rompieron los fundamentos de nuestra sociedad moderna: igualdad ante la ley, libertad individual, se mutiló la unidad de la razón humana. Ahora había que votar por el color de la piel, había que votar con los genitales, había que votar con la cama, había que votar con la ascendencia étnica. Miren lo que pasó en EE.UU.”, intentó adoctrinar Laje. “La Fundación Faro se comprometerá en la lucha contra el wokismo para recuperar la cultura de la libertad”, continuó, pese a que ese progresismo ha sido origen de libertades.
“Promoveremos la libre empresa, el libre mercado, la propiedad privada y enfrentaremos no sólo en el terreno económico esas ideas sino que además vamos por el terreno cultural contra las agendas woke. No aceptaremos ni transigiremos con ninguno de los disvalores de las izquierdas en ninguna de sus versiones, ni la izquierda económica ni la cultural, ni la izquierda disfrazada de nacionalismo ni la izquierda impulsada por los globalistas”, sentenciaba Laje, el mismo día en que la Argentina se retiraba de la cumbre mundial contra el cambio climático, después de ser el único país que en la ONU votaba contra los derechos indígenas y horas antes de ser el único que allí mismo se oponía a la protección de mujeres y niñas.
Lo escuchaban 400 empresarios, la mayoría varones. “Fue un desastre, está de la nuca”, comentó uno tras escuchar a Laje. Algunos que habían pagado los US$25.000 que valía el cubierto para que financiar a la nueva fundación, como José Luis Manzano, socio de Edenor y otras empresas de energía, minería y medios; o Hugo Eurnekian, CEO de la petrolera CGC y sobrino de quien fuera empleador de Milei.
Francisco Caputo, hermano del asesor estrella Santiago Caputo, quiso primero que las grandes empresas compraran mesas enteras por US$200.000, pero ni las petroleras, que con las mineras y los bancos son las que están más dulces en la aparente salida de la recesión, se mostraron dispuestas a poner tanto y por eso a último momento este lunes se les propuso armar vaquitas por sector.
Entre los comensales estuvieron los dueños de Globant, Martín Migoya y Guibert Englebienne; Betina Bulgheroni, esposa de uno de los accionistas de Pan American Energy (PAE), amiga de la secretaria general de la Presidencia, Karina Milei, y embajadora de la Marca País; Marcelo Mindlin, propietario de Pampa Energía; los productores agropecuarios Enrique Duhau y David Lacroze; el presidente de la estatal YPF, Horacio Marín, que niega haber puesto un peso y aclara que fue invitado; lo mismo que José Urtubey, del grupo papelero Tapebicuá, quien el año pasado llamó a votar contra Milei con el argumento de que iba contra la “justicia social”; o Jorge O'Reilly, socio de la desarrolladora inmobiliaria Eidico y amigo de Laje; Claudio Belocopitt, de Swiss Medical, que bajó el perfil después de que los trolls libertarios lo castigaran a principios de año por zaparse con la cuota; dos popes de los laboratorios, Sebastián Bagó y Eduardo Macchiavello, CEO de Roemmers; Germán y Patricio Neuss, íntimos de Santiago Caputo, coorganizadores del evento y responsables de un grupo con intereses en energía, inmuebles y campos; Miguel Boggiano, de Carta Financiera e integrante del consejo de asesores económicos del presidente; representantes de varias petroleras como Vista Oil & Gas (de Miguel Galuccio), la francesa Total y Tecpetrol, del grupo Techint, de Paolo Rocca. Y eso que el empresario italiano está preocupado: su siderúrgica Ternium analiza reducir horas extra y no recurrir a las suplencias por vacaciones de verano porque se frenó la recuperación en octubre y lo que va de noviembre.
No asistió Marcos Galperin ni su empresa, Mercado Libre, compró asientos. No tuvieron una buena semana tras el derrape de la acción por resultados menores a los esperados, mientras desde un taxista hasta una vendedora de una pollería cuentan que ya ninguno de ellos acepta pagos con QR poque la mayor empresa latinoamericana les cobra demasiada comisión. En tanto, el presidente del Banco Central, Santiago Bausili, promete a mediano plazo nivelar la cancha entre bancos y fintech: en algunos casos desregulando a los primeros y en otros, poniéndoles exigencias a las segundas. Pero ahora su prioridad es otra: seguir acumulando reservas, tarea que para sorpresa del mercado y hasta de él mismo está resultando mejor a lo previsto porque nadie anticipó un blanqueo de capitales tan exitoso, que ahora está permitiendo activar créditos en dólares a la exportación o financiamiento de empresas a través de obligaciones negociables (ON).
Se esperaba que después de la primera etapa del blanqueo, que finalizó hace una semana, cayeran las compras de divisas del Central, pero no: ya suman en noviembre casi US$1.000 millones. Gabriel Vidal, director de la sociedad bursátil Criteria, explica que el campo se apuró a liquidar ante la expectativa de que no habrá devaluación y quizá pronto se acabe el dólar blend (los exportadores pueden liquidar 80% de sus ventas al tipo de cambio oficial, a $1.019, y 20% al contado con liquidación, a $1.145). Otro director de Criteria, Nicolás Max, advirtió que la victoria de Trump puede traer fortaleza del dólar, a la que está atado el peso, y recordó que en su primer gobierno no les fue bien a los mercados emergentes, incluido Brasil, que sufrió una potente depreciación del real.
“Estamos bien en términos macro”, elogiaba uno de los empresarios en la cena de la Fundación Faro el equilibrio fiscal, la emisión monetaria cero y la baja de la inflación al menor nivel en tres años. “Pero dudo de la sustentabilidad porque el sistema productivo está sufriendo la apreciación cambiaria, mientras todavía hay inflación, altos costos laborales, altos impuestos de los que pagan mientras otros evaden y una infraestructura debilitada”, agrega el hombre de negocios. Un litro de leche en Alemania cuesta 0,45 euros y en la Argentina, 1,20, al tipo de cambio oficial.
Ajenos a esta inquietud, funcionarios e influencers libertarios se quedaron cenando después de que hablaran Laje y Javier Milei -que fue acompañado de su novia, Amalia “Yuyito” González- hasta la 1 de la madrugada. Estuvieron desde Karina Milei y el jefe de Gabinete, Guillermo Francos, hasta los ministros de Economía, Luis Caputo, de Justicia, Mariano Cúneo Liberano, y de Capital Humano, Sandra Pettovello, pasando por el presidente de la Cámara de Diputados, Martín Menem, su primo Eduardo “Lule Menem, asesor de la hermana del jefe de Estado; el secretario de Finanzas, Pablo Quirno, el subsecretario de Políticas Universitarias; Alejandro Álvarez, el diputado Alberto Benegas-Lynch y su padre homónimo, el apodado Prócer, que participa de la fundación; el vocero presidencial, Manuel Adorni, el asesor económico Ramiro Castiñeira y el youtuber Daniel Parisini, alias Gordo Dan, cuyos productores niegan que su streaming sea financiado por YPF o la Secretaría de Inteligencia (SIDE) sino sólo por anuncios privados.
Pero el Gobierno festeja la baja de los dólares paralelos y del riesgo país, que es el reflejo del apetito local por los títulos de deuda argentino (aún en Wall Street no se atreven a comprarlos). La firmeza de Milei en el ajuste fiscal y monetaria y la tolerancia social a aceptarlo, después de cuatro décadas democráticas de fracasos económicos, explican la confianza de los inversores financieros. Pero en el festejo del cumpleaños del rey británico Carlos III en la embajada porteña, este jueves, el secretario Quirno elegía la prudencia en las conversaciones amenizadas con whisky y música de Blur o Rolling Stones. Aunque reconocía el interés de seguir reduciendo el riesgo país (ya está en 772 puntos básicos) para volver a financiarse en algún momento, sin fecha, en el mercado, recordaba que ya tenía recursos propios para pagar el vencimiento de deuda de enero próximo. Tampoco ofrecía precisiones sobre el préstamo que quieren pedirle al Fondo Monetario Internacional (FMI) para reforzar las reservas y salir del cepo cambiario, aprovechando que desde enero próximo su principal accionista, EE.UU., estará gobernado por un Donald Trump que se reconoce admirador de Milei. El presidente argentino le pasó al futuro secretario de Eficiencia Gubernamental de Trump y dueño de la mayor fortuna del mundo, Elon Musk, el teléfono de su ministro de Desregulación y Transformación del Estado, Federico Sturzenegger, para que lo aconseje en la materia.
Un diplomático noruego le comentaba a Quirno su entusiasmo por el proyecto de Golar, empresa de su país, y PAE, controlada por la británica BP y participada por los Bulgheroni y la china CNOOC, para instalar un buque en el Golfo San Matías, en Río Negro, que licúe el gas venido de Vaca Muerta para exportarlo a China, India o Brasil en 2027. El próximo 4 de diciembre se celebrará una audiencia pública en la ciudad rionegrina San Antonio Oeste, para debatir el impacto ambiental ese golfo donde los turistas se bañan en Las Grutas, las ballenas van a reproducirse o se pescan pulpos.
En ese mismo golfo desembocará el oleoducto Vaca Muerta Sur y si se concreta, también se radicará la planta de gas natural licuado (GNL) de YPF, que negocia con dos empresas alemanas tras las dudas de la malaya Petronas. Pero antes que esos proyectos se concreten ya el gasoducto ex Néstor Kirchner ahora renombrado Perito Moreno permitió pasar de un déficit energético de US$4.000 millones en 2022 a un superávit de ese mismo tenor en 2024 y a la previsión de duplicarlo en 2025. Son más dólares que ingresarán y que apreciarán más el tipo de cambio, para desgracia del campo, la industria o la economía del conocimiento.
Pero para el sector petrolero es todo fiesta: celebran el ordenamiento macroeconómico, el aumento de la nafta y el gasoil, aunque caiga el consumo interno, el Régimen de Incentivo de Grandes Inversiones (RIGI, que dura dos años y por eso acelera iniciativas, como las cuatro que se presentaron por US$2.500 millones en minería y energía renovable) y la esperanza de que en medio año se libere el cepo. Pero entre tanto entusiasmo de negocios, otros diplomáticos de países desarrollados alertaban en el ágape británico que la Argentina está aislándose del mundo con sus posiciones contra los indígenas, las mujeres y la lucha ante la crisis climática. Más allá de Trump, en el G7 gobiernan progresistas en Alemania, Reino Unido y Canadá o centristas en Francia.
Hace pocas semanas, el secretario de Finanzas compartió un encuentro con la plana mayor de la consultora y auditora norteamericana EY en la Argentina. Compartieron el entusiasmo por los resultados macroeconómicos y por el RIGI, sobre el que EY asesora a empresas para presentarse. Incluso la firma, que cumple 65 años en el país, le anunció que contratará a 1.000 profesionales, desde contadores y abogados hasta informáticos, para atender mercados desarrollados en los que, pese a la apreciación cambiaria, el salario duplica o triplica al argentino, como en EE.UU.
Pero así como hay clientes de EY que se entusiasman con inversiones, otros en consumo masivo lamentan que la caída de las ventas persiste y hay quienes en el sector productivo también alertan sobre el asunto que está poniéndose cada vez más en el tapete ahora que la inflación y el dólar parecen domados: la Argentina está cara para producir bienes y servicios y eso abre incertidumbre sobre el futuro. Quizás los logros le alcancen a Milei para ganar las elecciones legislativas de 2025 o incluso la reelección en 2027, pero tarde o temprano el conurbano, que no se mudará en masa a trabajar en minas del noroeste o pozos de Neuquén, puede quedar ensombrecerse por el creciente desempleo.
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