La ONG Poder Ciudadano reunió en su cena anual a Carlos Arslanian, Ricardo Gil Lavedra, Guillermo Ledesma y Jorge Valerga Aráoz, quienes integraron la Cámara Federal porteña que en diciembre de 1985 condenó a las comandantes militares. Estuvieron políticos, empresarios e integrantes del Poder Judicial
Por Omar Lavieri
“Me parece que exageran”, dijo Jorge Valerga Aráoz, uno de los jueces que juzgó y condenó a las Juntas de Comandantes de la dictadura en 1985. Lo decía sin falsa modestia luego de que concluyera el homenaje que la ONG Poder Ciudadano organizó para los que hace casi 37 años firmaron la condena contra los amos de la vida y la muerte entre 1976 y 1983. El evento en realidad fue un agradecimiento que incluyó aplausos de pie de un enorme auditorio compuesto por dirigentes políticos, empresarios y periodistas. Y es por eso que Valerga Aráoz creyó que era una exageración.
Obviamente que el impulso a todo lo relacionado con el juicio lo dio la película Argentina, 1985, que mediante la ficción recordó el más luminoso momento de la historia judicial argentina: cuando se condenó a los responsables del horror de los secuestros, torturas y desapariciones durante la dictadura.
Gracias a ese impulso, Poder Ciudadano, con la excusa de su cena anual, rindió homenaje a los jueces de ese cuerpo que aún están vivos. León Arslanian, Ricardo Gil Lavedra, Guillermo Ledesma y Jorge Valerga Aráoz fueron el centro de una conmemoración en la que confluyeron muchas veces las palabras “democracia”, “justicia” y “coraje”. Andrés D´Alessio y Jorge Torlasco, los integrantes fallecidos de la Cámara Federal que juzgó a las Juntas, también fueron recordados.
La palabra coraje estuvo presente en la noche del hotel Sheraton donde Poder Ciudadano realizó un reconocimiento a aquellos jueces y también a otros actores políticos, judiciales y sociales que permitieron la realización del juicio. Se destacó la decisión política del presidente Raúl Alfonsín de impulsar el proceso. Se reconoció la tarea del fiscal Julio Strassera, autor del alegato que finalizó con el rememorado “Señores jueces, Nunca más”. Su hijo Julián Strassera agradeció el recuerdo, destacó a Alfonsín y habló más del hombre que del funcionario judicial y tuvo palabras cariñosas también para su madre, que acompañó al fiscal en aquellos meses tormentosos de 1985.
Se resaltó la actuación de la Comisión Nacional de Desaparición de Personas (CONADEP) y se le entregó un reconocimiento a una de sus integrantes, Graciela Fernández Meijide, que no pudo ser de la partida. Hablaron Adriana Amado, vicepresidenta del Consejo de Administración de Poder Ciudadano y el director Ejecutivo Pablo Secchi, quienes destacaron la importancia del Juicio a las Juntas como pilar de la democracia argentina y ofrecieron a Poder Ciudadano como un articulador de consensos. También habló Hugo Wortman Jofré, presidente del Consejo de Administración de Poder Ciudadano, abogado y que - en sus primeros tiempos de trabajador judicial- integró por unos meses la fiscalía que encabezó Strassera junto a Luis Moreno Ocampo en aquel tumultuoso 1985. Wortman Jofré hizo consideraciones técnicas sobre el Juicio a las Juntas y sobre el acuerdo existente en la Argentina para juzgar a los represores.
Además nombró al equipo de la fiscalía, tal vez los menos conocidos de la historia del Juicio: “En este homenaje no debemos olvidar a los jóvenes de Strassera que con arrojo se abocaron a recoger la prueba, ordenarla y darle sentido jurídico. Ellos fueron: Lucas Palacios, Maco Somigliana, Sergio Delgado, Mabel Colalongo, Javier Scipioni y Judith König. Otros, colaboramos en distintas etapas, pero sin la vocación y convicción que ellos pusieron en la tarea”. Algunos de aquellos jóvenes de 1985 estaban entre el auditorio y fueron aplaudidos. Wortman Jofré cerró su alocución con una pregunta/reflexión: “Así como logramos este nivel de consenso para juzgar los crímenes de lesa humanidad, ¿Se podrá lograr ese consenso para juzgar la corrupción?”.
Desde Malibú, Los Ángeles, Estados Unidos, envió un video para sumarse al homenaje Luis Moreno Ocampo, que fue fiscal adjunto durante el juicio y además fundador de Poder Ciudadano, una ONG que propugna la transparencia y lucha contra la corrupción. En cada una de las mesas había ejemplares de gentileza del libro “Cuando el poder perdió el juicio” que escribió Moreno Ocampo.
Fue invitado a hablar en el homenaje el juez de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, Ricardo Lorenzetti, quien destacó el consenso democrático y de respeto por los derechos humanos conseguido a partir de aquel juicio histórico. Remarcó además el coraje institucional tanto de Alfonsín como de la CONADEP y de los jueces y fiscales que participaron del juicio. “En aquellos años había divisiones profundas en la sociedad y no había tanta coincidencia en llevar adelante estos procesos”.
“Fueron pocas personas que decidieron avanzar, en medio de un altísimo nivel de incertidumbre. Y después de aquel juicio hubo avances y retrocesos. Podemos decir que esto forma parte del consenso, del contrato social de los argentinos. Empezaron unos pocos y terminamos todos juntos”, dijo Lorenzetti quien como juez de la Corte derogó las leyes del perdón.
El magistrado también reveló una charla íntima que tuvo con Ricardo Gil Lavedra en la que el juez que condenó a las Juntas le contó que ellos se denominaron “La hermandad de los astronautas”. Fue porque se metieron como en una cápsula espacial para evitar presiones. Lorenzetti reformuló aquello y dijo que eran astronautas, “por la altura de los ideales que tenían”.
Si bien el auditorio era multisectorial, había una buena cantidad de funcionarios judiciales, jueces y fiscales de distintos fueros que escucharon hablar de aquel juicio que marcó un antes y después en la historia de los tribunales. Cerca de Lorenzetti estaba sentado Eduardo Casal, a cargo interinamente de la Procuración General de la Nación. Entre los comensales estaban los integrantes del Tribunal Superior de la Ciudad Inés Weinberg, Marcela De Langhe y Santiago Otamendi, junto a Carlos Más Vélez, presidente del Centro de Planificación Estratégica del Consejo de la Magistratura porteño y a Lorena Tula del Moral jueza Contravencional y de Faltas de la Ciudad.
Asistieron además Julio Conte Grand, procurador de la Provincia de Buenos Aires, el juez de la Cámara Nacional Electoral Alberto Dalla Vía, el camarista de Casación Federal Diego Barroetaveña y los fiscales de Casación Javier De Luca y Mario Villar. También estuvieron el juez federal Sebastián Casanello (que se retiró antes de la cena), el fiscal federal Carlos Stornelli , el ex fiscal de Investigaciones Administrativas Manuel Garrido y el juez en lo Laboral Juan Carlos Cerutti. Hubo mucha presencia del fuero en lo Penal Económico. Dijeron presente los jueces Marcelo Aguinsky, Diego Amarante, Gustavo Meirovich y Javier López Biscayart y el fiscal Claudio Navas Rial. La vicepresidenta de la Asociación de Fiscales (AFFUN) Susana Pernas y el secretario de Coordinación Institucional de la Procuración General de la Nación, Juan Manuel Olima, se encontraban entre los invitados.
El final de la noche fue una amena charla de los cuatro jueces que condenaron a las Juntas conducida por la periodista Mónica Gutiérrez -fue cronista en aquel juicio-, quien logró que los magistrados relataran hechos desconocidos de aquellos momentos. Así fue que surgieron anécdotas simpáticas a pesar de que estaban enmarcadas en el juicio sobre los horrores de la dictadura.
Los jueces se soltaron, sonrieron y contaron pequeñas intimidades que provocaron aplausos y carcajadas en el numeroso auditorio. Se mostraron desacartonados y recordaron situaciones complicadas, como el haber recibido una amenaza de bomba no bien iniciado el juicio y haber decidido no suspender la audiencia. Relataron que tuvieron que imponer autoridad desde el inicio del proceso y fue así que mandaron a detener “temporariamente” a un defensor de los dictadores que había tenido una actitud fuera de lugar. Y lograron que las Madres de Plaza de Mayo presenciaran el juicio sin los pañales/pañuelos que simbolizan su lucha por la búsqueda de sus hijos.
Nombraron al general Roberto Viola y al almirante Emilio Eduardo Massera como los imputados más provocadores. También hubo lugar para escuchar que sus familiares o amigos en aquellos meses de 1985 les sugerían que era mejor no hurgar en el pasado. Y cómo vivió cada una de sus familias la época del juicio a los militares que tenían poder real. Todos resaltaron la voluntad política de Raúl Alfonsín en impulsar el juicio. Arslanian, reconocido peronista, recordó que Italo Luder, el candidato del justicialismo en las elecciones de 1983, había propuesto en la campaña que se aceptara la Ley de Autoamnistía dictada por la dictadura.
“Por entonces había gente que no quería que se revisara el pasado. Sin embargo Alfonsín tuvo un gesto político muy fuerte al impulsar la realización del juicio”, reconoció antes de recordar con dolor el estremecedor testimonio de Adriana Calvo de Laborde, quien contó, entre otras aberraciones sufridas, cómo la habían obligado a parir a su hija en un patrullero.
“Nunca habíamos hecho un juicio oral y sabíamos que teníamos que terminarlo rápido. No podía ser eterno porque el poder militar aún estaba al acecho”, recordó Gil Lavedra, que concluyó: “Hicimos lo que teníamos que hacer: cumplir con la ley que ese es el deber de los jueces”.
Luego de esas palabras la reunión terminó. Y los cuatro jueces homenajeados saludaron a los que se les acercaron a agradecerles personalmente. Nadie exageraba.
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