La impresión de billetes para financiar déficit fiscal ya se convirtió en, por lejos, la principal explicación de variación de la base monetaria. En el tercer trimestre, contrario a lo que venía ocurriendo, ya es el cuádruple que lo que representa la emisión que ocurre como contrapartida a cada operación de compra de reservas por parte del BCRA.
En lo que va del tercer trimestre del 2021, la emisión monetaria para asistir al Tesoro ya cuadruplica a la que generó la compra de dólares para engrosar las reservas y hacerle frente a la restricción externa. Cambió así la tendencia, ya que en la previa la adquisición de divisas venía siendo la principal explicación de las variaciones en la base monetaria. El fin estacional de la parte más significativa de la liquidación de la cosecha gruesa, la típica incertidumbre electoral y la necesidad de dar un impulso fiscal de cara a esa contienda, explican el fenómeno.
Hasta el 19 de agosto, último dato disponible, el BCRA le envió al Tesoro $380.000 millones. Se disparó el uso de la maquinita para financiar déficit primario y eso pese a que durante todos los meses del año la Secretaría de Finanzas viene logrando un rollover superior al 100%, sin que el algo más complicado agosto sea la excepción. Esos $380.000 millones cuadruplican a los $92.913 millones que tuvo que emitir el BCRA como contrapartida por las operaciones de compras de dólares en lo que va del tercer trimestre.
La dinámica era al revés en el segundo trimestre, tal como lo destacó el BCRA en su último Informe de Política Monetaria (IPOM). En ese entonces, la autoridad monetaria puso la prioridad absoluta en incrementar las reservas para obtener poder de fuego cambiario. Se sabía: en la segunda mitad del año, ya sin el agro aportando tantos dólares y con la incertidumbre electoral generando algunas presiones extra en el oficial, por la suba de la demanda de los USD200 mensuales, más lo que se genera en el paralelo, empujando a la brecha, iba a reaparecer el fantasma de la restricción externa.
En paralelo hubo un ajuste fiscal importante, en contaste con el gasto generado en 2020 por el IFE y el ATP, y también un auge de los instrumentos ofrecidos por el Tesoro, como salida a la falta de instrumentos de ahorro generada por el cepo. Por eso la relación entre la emisión para compra de dólares y para asistir al Gobierno fue muy distinta. Se volcaron $392.878 millones por el canal cambiario y $195 millones por el fiscal, en el segundo trimestre.
Desde el BCRA señalaron, acerca de ese período: “La segunda ola de COVID encontró a la economía transitando un proceso de recuperación en los niveles de actividad y empleo, con una mejora en los ingresos del sector privado y, por ende, con un mayor dinamismo de las cuentas públicas. En esta oportunidad, la focalización de las medidas de asistencia requirió de una expansión del gasto menor que la de 2020”.
Y agregaron: “Los esfuerzos desplegados por el Gobierno Nacional para reconstruir el mercado de deuda en pesos permitieron canalizar una proporción significativa de las necesidades de financiamiento a través del mismo y reducir la asistencia financiera del Banco Central al Tesoro Nacional. Entre abril y julio, al igual que en los primeros tres meses del año, el principal factor de expansión de la base monetaria fueron las compras de divisas al sector privado. Estas operaciones se enmarcan dentro del objetivo estructural del BCRA de acumulación de reservas internacionales”.
La dinámica empezó a cambió a partir de julio, en realidad, y desde entonces el BCRA le hizo prácticamente un envío vía Transferencias de utilidades por semana al Tesoro. La primera fue el 6 de julio, por $80.000 millones, seis días más tarde realizó otra por $50.000 millones, una semana más tarde hizo otra similar y en agosto sostuvo el ritmo semanal con envíos por $200.000 millones. Se trata así, todavía con ocho días hábiles por delante, del mes con mayor cantidad de transferencias al Ejecutivo en lo que va del año.
Las consultoras esperan que durante la segunda mitad del año el financiamiento del déficit primario recargado por el impulso electoral, con la pandemia y las necesidades sociales que genera como marco, trepe a entre $700.000 millones y $1 billón.
Por Mariano Cuparo Ortiz
Comentá la nota