Atrás quedaron las controversias y el hijo del DT, con trabajo y profesionalismo, se ganó la valoración del plantel de River; cuáles son las tareas y cómo es la relación con su padre y los futbolistas; el sueño de un nuevo título
Con 32 años, este napolitano tuvo la particularidad de ser un blanco fácil cuando el equipo descarriló; también se le objetó el suculento aumento con el que iba a engrosarse el nuevo contrato, acuerdo que se hizo en el epílogo de la gestión Passarella pero que no prosperó cuando asumió la actual conducción que lidera el presidente D'Onofrio.
La aparición de su nombre en escuchas telefónicas con integrantes de la barra brava, los cortocircuitos con Mora y alguna palabra desacertada para con Teo Gutiérrez en el partido con Colón, la defensa a ultranza de las contrataciones del Malevo Ferreyra y Juan Carlos Menseguez -dos compinches- hicieron que creciera su imagen negativa.
El nuevo año modificó la escasa consideración y la mirada crítica que había sobre él. Una menor exposición, aunque no puede contener la efusividad en cada gol -termina abrazado con los futbolistas-, y que los jugadores destaquen su valiosa participación en la tarea diaria y el profesionalismo con que las ejecuta, son síntomas del crecimiento de Emiliano.
"Me sorprendió la tarea que está realizando Emiliano; está muy metido, es de analizar todo: desde los partidos hasta las pequeñas cosas que van pasando en cada uno de los entrenamientos"
Cuando arrancó su carrera como técnico, Ramón se apoyó en Omar Labruna como colaborador; luego fue el turno de Sebastián Rambert y, desde hace un tiempo, confió en Emiliano. En el tercer ciclo en el club, el riojano, además, sumó a Marcelo Escudero entre sus laderos. La escasa diferencia de edad con los futbolistas le permite a Emiliano tener una relación fluída, algo que los más jóvenes -éste es un grupo con muchos sub 23 - valoran; fue también quien sedujo a Cavenaghi para que volviera y quien no tiene reparos en fijar una mirada contraria a la que pueda sostener el entrenador, con el que lo une una relación más de amigo que de padre-hijo.
En el día a día, el que manda es Emiliano. Nadie se puede asombrar si es el primer integrante del staff técnico en llegar al entrenamiento, donde su tarea es preparar los trabajos de campo -Ramón termina eligiendo entre las variantes que le presenta-; analizar los partidos junto con Escudero, pasar los informes del equipo rival, llevar las estadísticas o desarrollar y contrarrestar la pelota parada son algunos de los otros desafíos. La injerencia en la táctica, en cambio, es poca: ahí es cauteloso al momento de opinar y, aunque tiene participación, quien elige y resuelve es Ramón. Entre los técnicos argentinos que más los seducen están Gareca y Martino.
Aunque cuando se retiró como futbolista -en el país jugó en River y San Lorenzo- su deseo era desligarse del ambiente que rodea al fútbol, la insistencia de Ramón, a quien él en la intimidad llama "Negro" y no "papá", lo convenció para que lo acompañara. Con el paso de los años, los que están a su lado aseguran que que formarse al lado de su padre fue la mejor decisión.
Hoy, en el predio de Ezeiza, River empezará a desandar una semana de trabajo singular: el domingo puede consagrarse campeón, el sueño que atesoran Emiliano y Ramón.
Fernando Cavenaghi capitán de river
Para el trascendental encuentro con Quilmes, en el Monumental, Ramón Díaz dispondrá de todos los futbolistas. Jonatan Maidana y Ariel Rojas cumplieron con la fecha de suspensión y regresarán a la titularidad, en reemplazo de los juveniles Germán Pezzella y Matías Kranevitter; los colombianos Teo Gutiérrez, que sintió molestias en la rodilla derecha, fue suplente e ingresó en el segundo tiempo y selló con un gol la victoria en la Paternal, y Eder Álvarez Balanta -ausente del último juego porque no se repuso de una desgarro en el isquiotibial derecho- se entrenarán a la par del resto y se perfilan para suplantar a Daniel Villalva y Ramiro Funes Mori, respectivamente..
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