Por: Joaquín Morales Solá. Encima de la crisis económica al oficialismo le estalló el escándalo de Chaco por el secuestro y la eventual muerte de Cecilia Strzyzowski, esposa de uno de los integrantes del poderoso clan Sena.
La Unión por la Patria duró menos de un día. El nuevo nombre del partido kirchnerista (y peronista) perdió sentido y significado cuando Cristina Kirchner agarró el micrófono en Santa Cruz y se despachó contra sus supuestos aliados Alberto Fernández y Daniel Scioli. El Frente de Todos optó por disimular sus diferencias durante mucho tiempo; la flamante coalición peronista Unión por la Patria es, en cambio, un surtido político fisurado desde el principio. Una Cristina Kirchner débil y urgida debe, en tales condiciones, elegir a quién la representará mejor en las elecciones presidenciales. Nadie es lo que parece ser. “Cristina habla de Alberto como si este hubiera nacido de un repollo, y Alberto habla de la inflación como si este país no fuera el que él preside. Menos mal que todavía está Sergio”, dice un intendente del conurbano que solía ser más albertista que massista. Los viejos albertistas son los más implacables con el Presidente. “La desorientación peronista tiene un culpable y se llama Alberto Ángel Fernández”, precisa otro antiguo amigo del jefe formal del Gobierno. ¿Por qué la culpa es de él? “Nunca tuvo una estrategia ni un plan ni una ambición. Nunca defendió a los suyos”, explica un intendente bonaerense que promovió desde el principio la independencia presidencial de Cristina Kirchner; sostiene que Alberto Fernández pudo rodearse de gobernadores e intendentes para organizar una renovación peronista que nunca sucedió. En tiempos recientes, el Presidente y su vice tuvieron algunas peleas por las elecciones primarias. Los exalbertistas se indignan: “Son las peleas de un matrimonio viejo. Sin sustancia ya, solo por las pequeñas cosas”.
Dentro del peronismo bonaerense suponen que la vicepresidenta deberá optar entre Massa y el gobernador bonaerense, Axel Kicillof, como próximos precandidatos presidenciales, porque Wado de Pedro no tendrá nunca encuestas que lo lleven hasta la cima de la fórmula. ¿Sabe Cristina Kirchner que Massa hará en el acto lo que Alberto Fernández no se animó a hacer nunca? ¿Sabe Cristina, acaso, que el actual ministro de Economía la mandará a criar a sus nietos no bien se haga del poder, si es que accede al poder? Lo sabe. Sabe, al menos, que Massa lo intentará y que ella tendrá que emprender otra batalla más por su supervivencia política. No tiene muchas opciones. Ella es, entre todos los peronistas con poder actual, la que peor está. Si todos se van del poder, que es la certeza de la expresidenta, Alberto volverá a su casa y Massa seguirá detrás de su fantasía presidencial, pero Cristina Kirchner solo tiene los tribunales como destino cierto. Ella está segura de que su única y potencial fuerza política consistirá en tener la posibilidad de contar con bloques numerosos de diputados y senadores nacionales que reconozcan su liderazgo. Sus delegados lo dijeron explícitamente cuando negociaban con Daniel Scioli el porcentaje que deberá tener la minoría para incorporar legisladores nacionales. Querían dejar afuera a los candidatos a legisladores de Scioli, luego de las primarias que creen que el exgobernador de Buenos Aires perderá, pero al final se acordó un porcentaje intermedio. Los intendentes peronistas bonaerenses son más pragmáticos. Pedirán estar colgados de todas las listas peronistas que se presenten en las primarias. Ganarán siempre, como siempre.
Encima de la crisis económica al oficialismo le estalló el escándalo de Chaco por el secuestro y la eventual muerte de Cecilia Strzyzowski, esposa de uno de los integrantes del poderoso clan Sena. Los Sena están estrechamente vinculados al gobernador chaqueño, Jorge Capitanich, un exjefe de Gabinete de Cristina Kirchner que coqueteó hasta hace poco con la idea de ser el próximo candidato presidencial prohijado por la expresidenta. Capitanich deberá enfrentar hoy en su provincia las elecciones primarias obligatorias en medio de una monumental crisis por el supuesto crimen de Cecilia. La oposición asegura que se hicieron movilizaciones de 50.000 personas solo en Resistencia, la capital provincial. De todos modos, la prensa informó que las marchas de protesta por la desaparición de Strzyzowski congregaron a miles de personas.
El jefe del clan, Emerenciano Sena, es candidato a diputado provincial por la coalición de Capitanich, y su mujer, Marcela Acuña, es candidata a intendenta de la capital. El apoderado de la coalición de Capitanich se presentó ante la Junta Electoral para pedir que se eliminen ambas candidaturas, lo que fue increíblemente aceptado. En rigor, solo la renuncia explícita de un candidato puede excluirlo de una lista. Si no fuera así, cualquier jefe político o apoderado podría sacar y poner candidatos según sus filias y sus fobias. Sin embargo, no hubo tiempo para imprimir nuevas boletas; por lo tanto, los nombres de Emerenciano Sena y de Marcela Acuña, con sus respectivas fotos, estarán hoy en los cuartos oscuros de Chaco. Sena tiene un estilo pendenciero y patotero de hacer política en su provincia, donde creó un virtual Estado paralelo con el acuerdo de Capitanich, quien es, además, su padrino de casamiento. Sena es dueño de una fortuna incalculable, que incluye campos y hasta un barrio privado, todo, desde ya, con la foto infaltable del Che Guevara. El delito se viste con el ropaje de la izquierda. Suele suceder. Sena, que al principio de todo fue un simple piquetero, comenzó a levantar su fortuna con la construcción de viviendas financiadas por el Estado a través del programa Sueños Compartidos. El mismo programa que también significó la caída de la organización Madres de Plaza de Mayo, liderada en ese momento por Hebe de Bonafini. Pocas semanas antes de que estallara el escándalo por la supuesta muerte de Cecilia Strzyzowski, Sena compró al contado tres camionetas cero kilómetro; cada una cuesta más de 20 millones de pesos.
El estilo violento de Emerenciano Sena cuenta con la protección explícita del propio Capitanich. El actual senador nacional chaqueño por la minoría de Juntos por el Cambio Víctor Zimmermann suele recordar que una vez Sena lo amenazó con que iría a la sede de la Unión Cívica Radical para pintarrajear todo el frente del edificio. Zimmermann era entonces presidente del radicalismo chaqueño. Sena llegó escoltado por la policía chaqueña, con móviles delante y detrás de los manifestantes que estaban dispuestos a escrachar la sede radical. Sena cumplió: pintó impunemente toda la pared frontal de la casa donde funciona la UCR de Chaco. Esos son los modos que emparentan a Sena con los de Milagro Sala en Jujuy, también increíblemente rica, también insoportablemente violenta.
Llama la atención que un femicidio tan evidente como el que sufrió Cecilia Strzyzowski haya provocado solo silencio en el oficialismo con la única excepción de la vocera presidencial, Gabriela Cerruti, de quien no se sabe si habló en nombre del Gobierno o en nombre propio. Cristina Kirchner, tan sensible a las cuestiones de género, no dijo ni una sola palabra sobre el caso. La propia Cerruti informó que Alberto Fernández le ofreció ayuda a Capitanich, pero el Presidente calló en público. Incluso las organizaciones que suelen reclamar por los derechos de las mujeres, por lo general cercanas al kirchnerismo, eligieron el bajo perfil frente a un caso tan aberrante. Las víctimas de los “hijos del poder” en los feudos provinciales no tienen defensa ni justicia. Ese es el aspecto de la tragedia de Cecilia Strzyzowski que recuerda al dramático caso de la muerte de María Soledad Morales en la Catamarca de los Saadi. El caso de María Soledad cobró notoriedad nacional y la Justicia comenzó a actuar solo cuando hubo una reacción social importante en todo el país.
Nadie sabe cómo afectarán en las elecciones de hoy a Capitanich la desaparición y supuesta muerte de Cecilia, a pesar de que la madre de la víctima pidió públicamente que “no gane la impunidad”. Pero es evidente que el escándalo chaqueño debilita aún más a Cristina Kirchner, hada madrina del gobernador de Chaco. Capitanich nunca dejó de ser un político obsecuente de Cristina, ni siquiera ahora, cuando hasta Aníbal Fernández le contesta en público a quien fue también su protectora. Aníbal tiene el olfato político de los peronistas. Ve en Cristina a una política que debe transar con Massa, quien la enfrentó, la desafió y la insultó. Hasta es posible que lo convierta en su candidato presidencial. Si Cristina está llegando a eso, supone Aníbal Fernández, es porque ella no tiene otro destino que el de una lideresa expulsada del poder.
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