El ministro de Hacienda y Finanzas es uno de los hombres de confianza del jefe de la UCR; dueño de un bajo perfil, es conocido por su mano férrea para negociar
Matías Moreno
Carlos Alberto Sadir, el ganador de las elecciones de este domingo en Jujuy, es un hombre de extrema confianza del actual gobernador y jefe de la UCR, Gerardo Morales. Nacido en San Salvador, la capital de la provincia, Sadir cobró relevancia en el mundillo político local por su papel como ministro de Hacienda y Finanzas durante la mayor parte del mandato de Morales, entre 2016 y 2023.
Cultor de un bajo perfil, integra la mesa chica de Morales desde hace años. Es conocido por su prudencia a la hora de declarar y su mano férrea para negociar. De hecho, su figura genera resistencias entre docentes y empleados públicos, quienes lo cuestionan por los insuficientes acuerdos de paritarias.
Morales sorprendió al universo radical cuando decidió ungir a Sadir como su sucesor, ya que dentro de la UCR de Jujuy había varios aspirantes a gobernador con más ambiciones o mayor nivel de conocimiento, como Raúl “El Chuli” Jorge o Mario Fiad. La jugada de Morales se convirtió en un enigma. ¿Puso un gerente para mantener el poder en las sombras? Morales lo niega. También que su definición haya generado grietas internas. Sostiene que optó por Sadir dada su capacidad para gestionar las cuentas públicas de la provincia. Lo visualiza como el mejor garante de su legado: orden en la caja y paz en las calles. Ambos, dicen, están obsesionados con mantener la estabilidad económica y financiera de la provincia. “Cualquiera de los otros iba a tirar manteca al techo”, se jactó, entre risas, el gobernador de Jujuy ante sus íntimos.
Sadir se recibió de contador en la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional de Jujuy (UNJu) en 1983, meses antes de que Raúl Alfonsín triunfara en los comicios presidenciales que marcaron el retorno de la democracia al país.
Hijo de dos comerciantes, Sadir comenzó a militar en el radicalismo durante su juventud. Inicialmente, se acercó a las filas del centenario partido atraído por la ascendente figura de Alfonsín, el último líder de la UCR. En su familia no se respiraba política ni había una tradición radical. Al poco tiempo conoció a Morales, con quien forjó una estrecha relación personal y política. Desde ese momento armaron un equipo político para disputarle el poder al PJ, que manejó las riendas de la provincia durante más de treinta años.
“Ustedes son más peronistas que radicales”, les reprochan a Morales y Sadir sus correligionarios de Buenos Aires. Ambos entienden que la apertura al diálogo y la integración de peronistas al esquema de poder son aspectos cruciales para gobernar sin contratiempos una provincia donde el PJ tuvo ascendencia desde el retorno de la democracia y que estuvo signada en la década de los noventa por un alto nivel de conflictividad en las calles.
Como ministro de Hacienda y Finanzas, Sadir supo estrechar lazos con gremios ligados históricamente con el PJ, como la Uocra, que Gerardo Martínez lidera a nivel nacional. Cuando Morales lo convocó para asumir en la cartera económica, el entonces titular del Concejo Deliberante dudó en decirle que sí para convertirse en ministro. No lo entusiasmaba demasiado la idea: presumía que era una “silla eléctrica”. Pero Morales no lo dejó vacilar demasiados segundos: lo llamó por teléfono una tarde de mayo de 2016 y le dijo que debería jurar al día siguiente. Una escena similar se repitió hace un par de meses cuando el jefe de la UCR y aspirante presidencial de Juntos por el Cambio anunció en una reunión de su círculo de confianza que había optado por ungir como delfín a Sadir. Él no se lo esperaba, si bien sabía que su jefe político lo había mandado a medir en las encuestas. La campaña fue agotadora, pero Sadir se entusiasma con su nuevo rol. Una consultora lo ayudó a “entrenar” para sus exposiciones públicas.
En las filas de la oposición consideran que Morales mantendrá el poder y gobernará tras bambalinas. Especulan que apostó por Sadir porque, de esa manera, mantendrá el control de la caja de la gobernación y la lapicera en las negociaciones con empresarios. El flamante gobernador electo descarta de plano que vaya a ser un delegado de su mentor. Si bien califica a Morales como “un gran líder”, Sadir apuesta a darle su impronta a la gestión. “Gerardo es el jefe político, pero acá hay un programa de gobierno. No se usa el dedo solo para ganar la elección”, dice uno de los referentes del oficialismo.
Antes de llegar al gabinete de Morales, Sadir fue concejal y auditor en el Tribunal de Cuentas. Si bien cultiva un perfil técnico y luce como un gestor -no se destaca por sus discursos y suele ser cauteloso-, los radicales que lo tratan a menudo repiten que no le escapa a la “rosca” política y destacan su trayectoria partidaria. “Es turco, le gusta el poder”, bromean cerca de Morales.
Junto a Héctor “Freddy” Morales, hermano del gobernador, Sadir es uno de las piezas claves del engranaje de la administración jujeña. Son el “corazón” del Gobierno, afirman allegados a Morales. No solo lidió con las negociaciones paritarias con gremios y protagonizó varias batallas con los empleados municipales, sino que enfrentó a Milagro Sala, líder de la Tupac Amaru, cuando ocupaba la Secretaría de Finanzas en la Municipalidad de San Salvador de Jujuy. Suele decir que, en pleno auge del poder de Eduardo Fellner, excacique del PJ, aprendió a administrar: “Tenía más imaginación que plata”, recuerda entre risas en la intimidad.
Su rudeza a la hora de sentarse a negociar se vincula hasta cierto punto con su historia personal. Sus padres eran comerciantes y tenían un local que vendía ropa de gaucho. De Sadir destacan su sencillez. Le gusta andar solo, sin custodia, por las calles y hasta atender su restaurante, que está ubicado en La Ciénaga, a treinta kilómetros de San Salvador de Jujuy. El ritmo agotador de la campaña le quitó tiempo para ser cajero o mozo en el local. Tiene seis hijos y se separó en tres oportunidades. Aficionado al tango, no hay boliche de San Salvador que no haya pisado durante su juventud. Le gusta bailar cumbia y es hincha de Boca Juniors.
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Con casi ocho años de ministro de Morales, conoce al dedillo la estructura estatal y el funcionamiento del gobierno. Por caso, fue el emisario de Morales para conseguir el financiamiento de China para el Parque Solar Cauchari. También viajó a Suiza, Inglaterra y Estados Unidos y fue el arquitecto del roadshow para colocar un bono por hasta US$300 millones.
Su objetivo primordial será atraer inversiones para generar puestos de trabajo en Jujuy, que sigue dependiendo de la distribución de planes sociales para asistir a los sectores más carenciados. El impacto de la crisis económica se siente en la provincia. Además, deberá defender la reforma constitucional que impulsó Morales, muy cuestionada por el peronismo y la izquierda.
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