Los primeros días del año electoral ya marcaron la tendencia de una guerra proselitista con todas las armas, incluso las más impensadas. El rol de las redes sociales para difundir fake news y el vacío legal para sancionar a los infractores.
Año nuevo, fake news nuevas. La política argentina empezó el presidencial 2019 convulsionada, con novedades en materia de información apócrifa y campaña sucia. A las conocidas noticias que se divulgan a diario por las redes sociales mediante trolls y bots informáticos se les sumó la publicación de una encuesta trucha, una ocurrente “martingala” para intentar convencer a propios desencantados y al tercio que todavía no definió de qué lado de la grieta depositará su voto de confianza.
El arranque demoledor hace presagiar que el año electoral estará cargado de calumnias y datos inexactos. Ese vaticinio, añadido a los antecedentes de los últimos comicios en Brasil y México, donde las fakes news coparon la campaña, inquieta no sólo a los partidos políticos, a veces impulsores de las mentiras, sino también a la Justicia Electoral, que busca prepararse para lo que vendrá, aunque corre con una gran desventaja: no hay sanción electoral para los partidos que difundan noticias falsas.
“La principal preocupación es que se deslegitime un proceso electoral a partir de datos inexactos o falsos acerca de la autenticidad de la elección misma”, reconoce a La Tecla el secretario de Actuación Judicial de la Cámara Nacional Electoral (CNE), Hernán Gonçalves Figueiredo.
La alarma por un 2019 plagado de fake news se encendió en el inicio del año, con una supuesta encuesta de la consultora privada Isonomía, que daba ganador a Mauricio Macri.
Los números fueron publicados en medios de comunicación y hasta llevados por el jefe de Gabinete de la Nación, Marcos Peña, a una reunión de la mesa chica del PRO. Horas después, la encuestadora salió a negar el sondeo de opinión que se le adjudicaba. En medio del revuelo surgieron acusaciones cruzadas; algunas, contra un grupo de intendentes del peronismo; otras, hacia el massismo; y también, al propio Gobierno.
Los que avizoran una fuerte campaña sucia reclaman medidas. “Es urgente que se genere algún tipo de legislación y de herramienta de concientización”, asegura a La Tecla el escritor, docente y analista internacional Héctor Bernardo, quien ya vio los casos de otros países. Pero el efecto de la mentira en las campañas tiene otras miradas. “A veces se exagera el impacto real de las fake news en el resultado electoral”, dice el asesor de comunicación política Juan Courel.
El tema de la falsa información es una cuestión de estado a nivel global. En Estados Unidos, tras la última elección, se creó en el Senado una comisión investigadora de fake news, luego de confirmarse la injerencia extranjera -rusa, en particular- en los asuntos internos, a través de la manipulación de la información en las redes. En la Unión Europea se encuentran actualmente evaluando el modo de regular la información que circula en línea, y Alemania ya tiene su “ley para mejorar la aplicación de la legislación en las redes sociales”.
Más cerca, en Brasil, se armó el “Consejo Consultivo sobre Internet y Elecciones”, para impedir la proliferación. Por eso, Bernardo pide que se actúe “por un lado ayudando a la gente a saber que no toda la información que recibe por Facebook, Twitter o WhatsApp es información cierta; y por otro, sancionando a quienes intenten destruir la imagen de un candidato en favor de otro”. En uno de esos puntos, la Justicia Electoral trabaja desde el año pasado.
Tras admitir en una acordada su “preocupación por el desempeño de tácticas de manipulación y desinformación en línea”, la CNE dispuso una batería de medidas de cara a los comicios de este año.
Rubricó un acuerdo con Twitter y firmará otros con Instagram y Facebook; publicará monitoreos de las redes sociales y la propaganda electoral en internet; creó un registro de cuentas y sitios web oficiales de candidatos, agrupaciones políticas, alianzas y autoridades partidarias; y dispuso que, junto con la documentación respaldatoria de los informes finales de campaña, los partidos entreguen el material audiovisual usado en internet y redes sociales. Pero hay cosas que se le escapan de las manos. El uso de WhatsApp, por ejemplo; una aplicación que revolucionó la campaña en Brasil y que algunos sectores de la política ya acuñan para su estrategia electoral. “El sistema de mensajería por chat, no es monitoreable”, reconoce Gonçalves Figueiredo.
Mientras, el dinero que la política destina a las redes para potenciar a sus candidatos y, tal vez, para ensuciar a rivales, crece exponencialmente todos los años. En 2011 fue del 4%, y en las últimas elecciones superó el 31%. Se prevé que para esta campaña alcance el 50% del total de los recursos.
“El éxito para contrarrestar la manipulación de contenido y restaurar la confianza en las redes sociales llevará tiempo, recursos y creatividad”, dice la CNE, que reclama a los políticos que “los primeros pasos en este esfuerzo deberían incluir educación pública para enseñar a los ciudadanos cómo detectar noticias y comentarios falsos”. En los papeles, todo el arco político y judicial se prepara para el año electoral, con un dato que muestra lo que se avecina: “No hay una regulación que sancione en lo electoral la publicación de noticias falsas”, reconoce Gonçalves Figueiredo. Y la política saca a relucir un viejo principio: lo que no está prohibido, está permitido.
Una encuesta apócrifa encendió la alarma en el inicio del año electoral
A poco más de dos semanas de iniciado el 2019, la especulación política empezó a jugar fuerte con los intereses de cada espacio. En ese sentido, días atrás, en el mundo de la política comenzó a circular un sondeo presuntamente realizado por la encuestadora Isonomía que daba, principalmente, ganador a Mauricio Macri en primera vuelta. Sin embargo, el estudio, que comenzó a moverse desde varios puntos con importantes intereses en juego, no era otra cosa que una fake news.
La falsa información tuvo gran repercusión y se vio replicada en la gran mayoría de los medios nacionales y hasta en sectores de la política. La desmentida llegó por parte de la
propia encuestadora, que lanzó un comunicado para negar el informe que llevaba su firma y recorrió el mundillo político. “Ante las consultas y la circulación por vías digitales
de datos de opinión pública y estudios supuestamente realizados por esta empresa durante el mes de diciembre de 2018, comunicamos que dicha información no es fidedigna y es
producto de una manipulación mal intencionada”, manifestaron desde la cuenta oficial de Isonomía.
Los famosos trolls de las redes sociales no se encuentran solos. A la incorporación de las noticias falsas que también circulan por las nuevas redes de comunicación llegaron las encuestas truchas. Así las cosas, todo parece indicar que en el flamante año prevalecerá el fuego cruzado y la campaña sucia inundará las pantallas de celulares y computadoras a través de las redes sociales.
Una encuesta que muestra el desconocimiento en el tema
Un estudio de opinión pública realizado por la consultora privada Gustavo Córdoba y Asociados asegura que casi el 45% de los argentinos, nunca escuchó hablar del término fake news o noticias falsas; y sostiene además que casi el 14%, ni siquiera puede responder con precisión sobre el tema. También muestra que el 13,8% de los encuestados “compartiría” en las redes sociales una publicación sabiendo que se trata de una fake new. Para los consultados, Facebook es el espacio virtual más contamindo con mentiras, seguido por las web de noticias. El 51,3% considera que las redes deberían moderar los contenidos falsos, o retirarlos una vez descubiertos.
“Uno sabe que no hay una solución en el mundo a esta problemática”
“Siempre ha habido noticias falsas, pero hoy preocupa la masividad y potencia que pueden tener en las redes sociales”, asegura a La Tecla el secretario de Actuación Judicial de la Cámara Nacional Electoral (CNE), Hernán Gonçalves Figueiredo; y reconoce que “uno sabe que no hay una solución en todas las democracias del mundo a esta problemática”.
Para el funcionario, la CNE busca “debilitar los efectos nocivos que puede tener una maniobra o una manipulación malintencionada de una información dando más información a la ciudadanía”.
La CNE empezó con los acuerdos con las principales compañías de internet. “Con Twitter ya se firmó un convenio el mes pasado; con Facebook y Google se está en conversaciones; y con la empresa que maneja WhatsApp, que si bien en Facebook tiene una persona jurídica distinta”, afirma Gonçalves Figueiredo.
Añade: “Uno de las principales intereses de la Justicia Electoral es tener información rápida de los gastos que hicieron los partidos en la campaña electoral por esas vías. Naturalmente, si hay maniobras de desinformación, no las hacen formales, pero uno puede, con la información que proveen estas empresas, confrontar con las rendiciones de cuentas”. Y remata: “De parte de las empresas existe el interés de evitar o combatir la desinformación para mejorar la calidad del debate democrático”.
Promotores de la desinformación
En cada fuerza política hay especialistas para inundar las redes sociales de noticias falsas, que tienen, por supuesto, sus ideólogos. Es sabido que en Cambiemos, a toda esa estrategia la manejan el jefe de Gabinete, Marcos Peña, y el gurú ecuatoriano, Jaime Durán Barba.
El ejército de trolls del Gobierno es archiconocido, con una constante y fluida
actividad en los canales de internet.
Durán Barba, hasta reconoce, en su último libro, la importancia de las campañas sucias.
En la oposición, el líder del Frente Renovador, Sergio Massa, desde hace largo tiempo utiliza estas herramientas, cuestionadas en la política pero de las que casi nadie reniega cuando están de su lado.
En tanto, en el peronismo le atribuyen la misma intencionalidad de hacer campaña en base a fake news al intendente de Lomas de Zamora, Martín Insaurralde.
Dudar de todo y chequear, la solución para combatir las fake news
“Es muy probable que la mayor cantidad de información falsa que circula exitosamente en las redes tenga más que ver con movidas espontáneas que partidarias”, asegura a La Tecla Juan Courel, consultor y asesor en comunicación política. Y propone que “la solución es dudar de todo, chequear todo. Cuando uno ve una información que llama mucho la atención, resulta fácil darse cuenta si es falsa si uno se mete en un buscador”.
Pero sostiene que “se cree lo que refuerza una creencia previa. Si soy partidario del candidato A y viene un seguidor del candidato B y me dice que A hizo algo malo, lo primero que voy a querer es que eso no sea verdad, entonces voy a dudar de esa información. Ahora, si es contraria al candidato B, la voy a querer creer aunque tenga dudas de su veracidad. Entonces es muy importante la subjetividad previa, y ahí, las redes, al crear estas burbujas en las que se rodean solo quienes piensan igual y repudian al que no, esto se refuerza y es buen caldo de cultivo para que las noticias falsas se generen y se propaguen”.
Estados Unidos mete la cola en los asuntos políticos de América Latina
Una de las noticias falsas difundidas en Brasil durante la campaña fue que el
candidato del Partido de los Trabajadores, Fernando Haddad, iba a quitarles la patria potestad a los padres que tuvieran hijos de entre 2 y 7 años, y los iba a llevar a otro lugar para que los niños eligieran qué orientación sexual querían tener, para luego ser devueltos a sus padres.
Una movida igual se realizó en los años 60 contra la Revolución Cubana. Se dijo que el go-bierno de Fidel Castro le iba a quitar la patria potestad a todos los padres que tuvieran hijos mayores de 3 años y que se los iba a llevar para adoctrinarlos en escuelas socialistas. Eso provocó lo que se conoció como la operación “Peter Pan”. Fue una campaña desatada por el Departamento de Estado de Estados Unidos, difundiendo esta información falsa y generando que los padres, en la desesperación y el miedo por lo que les podía pasar a sus hijos, los enviaran a Miami en vuelos en los que los chicos iban solos, tratando de llegar a familiares o amigos que los esperaban allá.
“Puede verse reflejado lo que pasó en Brasil en elecciones de este año”
El periodista y escritor Héctor Bernardo habló con La Tecla sobre la magnitud y alcance de las fake news e hizo hincapié en el caso emblema actual, el de las elecciones en Brasil, donde la campaña sucia favoreció al presidente electo Jair Bolsonaro.
“No hay un estudio que haya podido cuantificar cuál fue el impacto concreto en números de lo que influyeron esas fake news. Sí hay distintas estimaciones que señalan que fue importante la tendencia que terminó inclinando sobre todo a un sector del electorado hacia la demonización del Partido de los Trabajadores y, por ende, un apoyo Bolsonaro”, afirmó Bernardo.
Y agregó: “Votaron a Bolsonaro, no por estar convencidos de las políticas que iba a desarrollar, sino por miedo a las políticas que desarrollaría el PT, y ese miedo estaba fundado en estas noticias falsas, que, sobre todo, atacaban a los valores más reaccionarios de la gente”.
En la misma sintonía, Bernardo señaló que “en el caso de Brasil se rastrearon muchas de estas fake news que circulaban por WhatsApp y se vio que eran disparadas desde sectores vinculados a Bolsonaro, incluso desde espacios que eran controlados por sus propios hijos”. Y sentenció: “No ha habido hasta el momento herramientas legales para limitar o sancionar estas campañas sucias que se suelen desatar por internet y las redes sociales, por la falta de control que hay sobre Facebook y otros medios de comunicación alternativos”.
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