Donar sangre es un acto de bondad, pero los hombres homosexuales no pueden hacerlo. En la provincia de Buenos Aires y en todo el país está prohibido; excepto en Santa Fe, Río Negro y Capital Federal.
Un cartel en el hall de entrada de un banco de sangre de nuestra ciudad incluye, dentro de los once motivos para no donar, el siguiente: “Si tiene o ha tenido relaciones sexuales (hombre con hombre)”. Y por debajo de los puntos, explica que los que están comprendidos dentro de alguno de esos grupos la persona no done sangre o avise para que no la utilicen. Aunque, como premio consuelo, aclaran: “Si usted se considera apto para donar, le haremos una entrevista confidencial”.
Considerar que un hombre gay tiene más riesgos de contraer enfermedades de transmisión sexual que un hombre heterosexual es discriminación.
En la provincia de Buenos Aires no hay legislación específica sobre la donación de sangre, es por eso que se toma la ley nacional 22.990, la cual es regulada por el Ministerio de Salud de la Nación. Fue sancionada en 2004 y excluía a gays, lesbianas, travestis y bisexuales. Al año siguiente se le hizo una modificación; ya no prohíbe explícitamente donar sangre según la orientación sexual, pero acepta un protocolo de preguntas que se le hacen al donante previo a la extracción, determinado por el decreto nacional 375/89. Allí, si sos hombre te consultan si tuviste en el último año relaciones sexuales con otro hombre, y si sos mujer te preguntan: “¿Tuviste relaciones sexuales con hombres que tuvieron relación con otros hombres?”. La discriminación permanece.
“Ya tenemos varias denuncias; una causa por inconstitucionalidad en la Corte y una ley en el Congreso que tuvo media sanción de diputados”, contó a este medio Esteban Paulón, presidente de la Federación Argentina de Lesianas, Gays, Bisexuales y Trans (FALGBT). En ámbitos como el de la sangre “hay mucha resistencia a modificar”, dijo.
Hubo un solo año en el que la discriminación pudo abolirse, y fue porque la situación se hizo totalmente pública. “Denunciamos a la directora del Plan Nacional de Sangre”, recordó Paulón. En provincias como Santa Fe, Río Negro y Capital Federal se lograron resoluciones firmes que impiden preguntarle al donante sobre sus preferencias sexuales.
“Me parece absurdo. Lo que están haciendo es confundir población de riesgo con conducta de riesgo. Como si con quien uno se acueste indicara algo sobre el cuidado o no de la prevención de Infecciones de Transmisión Sexual (ITS). Son dos cuestiones diferentes”, explicó Javier Andrés Moreno, presidente de la Asociación Marplatense de Derechos a la Igualdad (Amadi). Y adelantó: “Es uno de los temas en agenda para salir en toda la provincia a la vez; estamos esperando el momento”.
Por su parte, Karina Freire, fundadora de la misma organización local, contó que durante mucho tiempo tuvieron que mentir. “Yo toda la vida supe que no podía donar sangre, entonces cuando me preguntaban, mentía; hasta que con la conquista de la Ley de Matrimonio Igualitario empezamos a decir la verdad”, confesó. Freire se pregunta a sí misma, tratando de buscar una respuesta: “¿Y si uno miente no analizan la sangre? ¿Cuál es el motivo? No tiene ningún sentido”. La sangre, en todos los casos, debe analizarse antes de ser donada.
La ley de género sustituyó las palabras hombre y mujer por cónyuge, para dar derecho a dos personas del mismo sexo a que contraigan matrimonio. Pero todavía quedan, lo que Moreno llama “residuos”. No se habla sobre la sustitución de protocolos u ordenanzas obsoletas. “Yo voy a anotar a mi hija a un club y todavía sigue existiendo las categorías de padre y madre”, graficó Freire y añadió: “Uno borra, y donde dice padre pone mamá y mamá; pero con lugares privados es una cosa y otra distinta es cuando es el Estado mismo que por un lado sabe que puede haber familias de la diversidad; pero por otro, está todavía discriminando”.
Guillermo Baltar (Matrícula Provincial) 111.058 es médico clínico de la ciudad, y explicó a este medio que “no es la orientación sexual sino la conducta sexual” en lo que se debería hacer hincapié. “Si vos tenés una pareja nueva que no sabés si tiene VIH, y no usás métodos de barrera, es posible que lo tengas y no sepas porque estás en período de ventana”, expuso. Pero aclaró: “Un heterosexual que cambió de pareja tiene el mismo riesgo que un homosexual”.
La realidad es que “ahorran tiempo y dinero, descartando gente que posiblemente les puede dar positivo”. Esa es la única explicación que le encontró Baltar a las preguntas previas a la donación. “En realidad es una discriminación”, insistió.
Por otro lado, el médico opinó que “lo que tendrían que tener hoy los bancos de sangre es un registro” donde quede quien fue rechazado, para que esa institución no vuelva a realizarlos y ahí sí ahorre en materiales, reactivos y personal. “Pero sobre la prueba de una enfermedad, no sobre una encuesta”, concluyó.
Comentá la nota