"Llego a un gigante dormido", declaró Mauricio Pellegrino el 10 de junio de este año, cuando fue presentado como el nuevo entrenador de Independiente . El Flaco llegaba con la convicción de aprovechar al máximo el gran salto que estaba dando en su carrera profesional del otro lado de la línea de cal.

El receso por la Copa América postergó el debut, que recién se produjo el 12 de julio, como local, ante Olimpo de Bahía Blanca. El equipo, entonces, se ubicaba en el puesto 16, con apenas 20 unidades sobre 45 posibles, muy lejos de todo.

La primera decisión fue que a partir de entonces el plantel tendría que comer en el predio de Villa Dominico después de cada entrenamiento, en pos de mejorar y controlar que los futbolistas tengan una alimentación balanceada, en la que sobresalen los hidratos de carbono y el pescado. Y el golpe de timón hizo efecto enseguida.

Disputadas ya 10 fechas, y a falta de cinco para que se termine el campeonato, Independiente sumó 24 unidades sobre 30, y escaló hasta el cuarto puesto. Es el equipo que más unidades cosechó en el segundo semestre, sólo igualado por Boca, el líder del torneo. Además, le ganó el clásico a Racing con fútbol y goles. Fue un claro 3 a 0 para delirio de sus hinchas.

El único tropezón fue cuando enhebró tres empates seguidos. Fueron tres 1 a 1 frente a San Martín de San Juan, Estudiantes de La Plata y Huracán, justo después de la única derrota que sufrió Independiente con Pellegrino como DT: 0-2 ante Lanús, por los octavos de final de la Copa Argentina.

Muy lejos en la lucha por el título (está a 11 de Boca, cuando restan cinco jornadas), el Rojo se ilusiona con algo impensado a mitad de año: acceder a la Copa Libertadores (en diciembre habrá una Liguilla entre el tercero y el sexto de las posiciones finales) para volver al plano internacional, tal como se planteó como objetivo el entrenador, y que ya está dando los primeros pasos en la Copa Sudamericana, donde anteanoche superó 1 a 0 a Olimpia de Paraguay, en Avellaneda..