La Casa Blanca por ahora se reservó golpear la industria petrolera como una carta más firme
WASHINGTON.- Estados Unidos impuso sanciones al presidente de Venezuela, Nicolás Maduro , a quien llamó "un dictador" tras la dura represión que acompañó a la elección, anteayer, para forzar una Asamblea Constituyente que le otorgue plenos poderes, una iniciativa denostada por la oposición venezolana, las principales potencias occidentales y países de América latina.
El gobierno de Donald Trump incluyó a Maduro en la llamada "lista negra" de la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC, según sus siglas en inglés) del Departamento del Tesoro, congeló todos sus activos sujetos a la jurisdicción de los Estados Unidos y prohibió a las personas norteamericanas hacer negocios con él.
Las sanciones de Estados Unidos a través del Tesoro, un mecanismo utilizado para combatir el narcotráfico, el lavado de dinero o para sancionar a gobiernos extranjeros, llegaron un día después de las elecciones.
El jefe del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca , H. R. McMaster, condenó en durísimos términos a Maduro, a quien puso a la par de dictadores como Bashar al-Assad, de Siria, y Kim Jong-un, de Corea del Norte, y al proyecto chavista para ampliar los poderes de la presidencia.
"Es un golpe muy duro a la democracia en nuestro hemisferio. Maduro no sólo es un mal líder. Ahora es un dictador", afirmó McMaster en la sala de prensa de la Casa Blanca, al anunciar las sanciones. El secretario del Tesoro, Steven Mnuchin, utilizó el mismo lenguaje al presentar las sanciones contra el jefe de Estado venezolano. Mnuchin lo responsabilizó por la crisis que azota al país y por la "destrucción de la democracia" en Venezuela.
"Las elecciones ilegítimas de ayer confirman que Maduro es un dictador que ignora la voluntad del pueblo venezolano. Al sancionar a Maduro, los Estados Unidos ponen de manifiesto nuestra oposición a las políticas de su régimen y nuestro apoyo al pueblo de Venezuela que busca devolver a su país a una democracia plena y próspera", dijo Mnuchin.
La respuesta de Maduro no tardó en llegar. "Yo no obedezco órdenes imperiales, yo no obedezco gobiernos extranjeros, soy un presidente libre", señaló.
Al sancionar sólo a Maduro, la Casa Blanca reservó casi todo su poder de fuego en busca de un complicado equilibrio: enviar una señal concreta contra el chavismo, dejar intactos -por ahora- los negocios de Estados Unidos con Venezuela y evitar profundizar la crisis humanitaria que azota al país.
El único blanco fue Maduro. Afuera quedó todo el entramado de empresas públicas y el negocio petrolero en manos de Pdvsa, principal fuente de ingresos del país, en lo que parece ser un intento por preservar lo poco que queda de la economía venezolana y, a la vez, evitar darle carnada política a Maduro.
Trump tampoco sancionó a ninguna otra figura chavista, como, por ejemplo, Diosdado Cabello, uno de los nuevos constituyentes. El mensaje es claro: el primer golpe concreto a Maduro fue sólo eso, un primer golpe. Trump ha amenazado con sancionar a todos los 545 constituyentes una vez que se constituya la Asamblea. La semana pasada sí había anunciado sanciones a otros 13 funcionarios.
Trump y su equipo decidieron mantener las importaciones de petróleo venezolano. También mantuvieron en el cajón otras sanciones financieras, como, por ejemplo, la prohibición de negociar deuda de Venezuela, uno de los negocios donde Wall Street, que tiene una fuerte presencia en la Casa Blanca, ha mostrado interés. Goldman Sachs, por ejemplo, compró recientemente bonos de Pdvsa por un valor de 2800 millones de dólares por los que pagó un 31% de su valor nominal, una operación develada por The Wall Street Journal que fue muy criticada. Pero la Casa Blanca ha sugerido que el menú de sanciones podría ampliarse en los próximos días, de no mediar un giro desde Caracas.
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