El vicepresidente estadounidense Joe Biden ya se había mostrado más que cordial en su encuentro con Mauricio Macri pasado el mediodía, donde hasta le dio el número de teléfono de su ranch por si alguna vez necesitaba contactarlo rápido.
Aunque algo tenso durante todo el día, el ministro de Hacienda Alfonso Prat-Gay también había definido como “muy fructífera” la reunión que mantuvo casi en simultáneo con el secretario del Tesoro, Jack Lew, con quien ya había hablado por teléfono antes de asumir, el 4 de diciembre. La sorpresa, sin embargo, llegó un par de horas después, cuando el Tesoro difundió un comunicado donde anunció que pondría fin a su política de vetar sistemáticamente los créditos de organismos multilaterales a la Argentina. El Gobierno lo festejó como un gol de media cancha. La directora gerente del FMI, quien hoy se verá a solas con el presidente del Banco Central, Federico Sturzenegger, lo definió en cuatro palabras: “Es una nueva era”.
Por si alguien dudaba aún de que la palabra de Washington es la única de peso decisivo en entidades como el FMI o el Banco Mundial, y hasta en el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y la Corporación Andina de Fomento (CAF), el vicepresidente y el jefe de la cartera económica de Barack Obama se encargaron de ratificarlo en los hechos. “A la luz de los progresos en asuntos clave y la positiva trayectoria económica, Estados Unidos pone fin a su política, en vigor desde 2011, de oponerse a la mayoría de los préstamos a Argentina desde los bancos de desarrollo multilaterales, y considerará cada proyecto argentino por sus méritos propios”, indicó el Tesoro en el comunicado distribuido al cabo de las reuniones.
El veto se había aplicado sobre todo en instituciones como el BID y el Banco Mundial, que en los últimos cuatro años redujeron su exposición neta en el país. Es decir, le prestaron menos dinero que el que desembolsaba el Gobierno para cumplir con sus vencimientos. Eso se sumó al aislamiento financiero que impuso el conflicto con los fondos buitre, pese a las gestiones de los últimos dos años del gobierno de Cristina Kirchner para regularizar las deudas que seguían impagas desde 2002 con el Club de París y las empresas de servicios públicos que habían hecho juicios ante el CIADI por los congelamientos de tarifas tras la salida de la convertibilidad.
Todo parece haber cambiado el 10 de diciembre. Incluso la posición prescindente de la Casa Blanca frente al conflicto con los fondos buitre encabezados por NML, del magnate Paul Singer, también presente en este foro como todos los años. “Alfonso lo habló con Jack Lew, expresó nuestra vocación de resolver este problema. Estamos negociando de buena fe y queremos una negociación justa”, dijo Macri en referencia a la reunión del ministro de Hacienda con el secretario del Tesoro. “Los que están demorando el tema son los holdouts, no nosotros”, añadió, antes de admitir que “acá todo el mundo nos habla de cuándo se va a resolver el tema”.
Macri no introdujo el tema buitre en la reunión con Biden, pero sí lo hizo Sergio Massa cuando el vice de Obama le preguntó qué esperaba él de un país como Estados Unidos, que se manifestó deseoso “de encontrar un nuevo socio en la región”. “Sería muy bueno que ayuden al Gobierno para que Argentina vuelva a tener fuerza en el mercado de capitales y acceda a financiamiento para inversiones”, respondió. El norteamericano asintió.
“Tiene que empezar una nueva etapa. Una relación constructiva, madura, pragmática”, dijo Biden, según el relato coincidente que trazaron Massa y el jefe de gabinete, Marcos Peña. “En el hemisferio hay una atmósfera de paz que no valoramos en toda su dimensión”, agregó, en referencia al continente. Y después bromeó sobre la presencia de Massa en la cumbre como opositor, por invitación del Presidente. “¿Es poco común para la Argentina, no?”, preguntó.
Prat-Gay, por su parte, ratificó que el país hará pública su oferta de pago a los litigantes la semana del 1º de febrero: “No nos pueden pedir que sea confidencial. Nosotros no vamos a negociar a espaldas del Congreso”.
POR AHORA, SIGUE LA VISA
Si bien el Gobierno tiene la intención de solicitar formalmente en los próximos meses que Argentina vuelva a integrar el selecto grupo de 38 países cuyos ciudadanos ingresan a Estados Unidos sin visado en virtud del Visa Waiver Program (VWP), ayer no se habló del asunto en la reunión de Macri con Biden. El programa es administrado por el Departamento de Seguridad Interior, que endureció sus normas tras los atentados a las Torres Gemelas. Argentina ya formó parte de él en la época de las “relaciones carnales” con el expresidente Carlos Menem.
EN LOS PASILLOS DEL FORO
Juliana, entre reinas
En un Foro donde el 82% de los asistentes son hombres, ninguna de las tres podía pasar desapercibida: Juliana Awada, Máxima Zorreguieta y la reina Rania de Jordania, con quien la primera dama argentina corrió a sacarse una foto cuando la vio pasar, fueron ayer un imán para todas las miradas. La reina de Holanda, también oriunda de estas Pampas, no solo compartió el encuentro bilateral que mantuvo Mauricio Macri con el primer ministro neerlandés, Mark Rutte, sino que pasó parte de sus ratos libres entre los argentinos de la delegación, y charló animadamente con el presidente del Banco Central, Federico Sturzenegger, economista como ella. “Obviamente su corazón está en Argentina”, definió Awada.
La pichicata salvadora
Macri reveló ayer que el equipo médico presidencial le había prohibido inicialmente que viniera a Davos, por el riesgo de que la costilla que se fisuró hace dos semanas le perforara el pulmón. El ministro de Salud, Jorge Lemus, reunió después un segundo equipo encabezado por el doctor Hugo Esteban, quien asumió la responsabilidad de autorizarlo pero debió acompañarlo en el vuelo por si se producía un neumotórax de urgencia. “Me puso una inyección que me dijo que me daba 48 horas de alivio, pero no sé que pasará después. Estoy en libertad condicional”, bromeó el mandatario.
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