ELECCIONES PRESIDENCIALES. Una filtración de WikiLeaks reveló que la cúpula del partido boicoteó la campaña del senador Sanders para favorecer el ascendo de Hillary Clinton.
En la ciudad que fue cuna de la independencia de los Estados Unidos y en la que también un Rocky Balboa de película entrenaba ferozmente para sus combates en el ring, otra pelea estalló ayer. Con pancartas, gritos y tambores, miles de jóvenes simpatizantes de Bernie Sanders mostraban su furia en una marcha de protesta contra el establishment del partido. En Filadelfia, comienza hoy la Convención que va a nominar a Hillary Clinton como candidata a la Casa Blanca, pero la presidenta del Partido Demócrata tuvo que renunciar en medio de un escándalo por la filtración de unos 20.000 mails que sugieren que habrían boicoteado la campaña del senador en favor de la ex secretaria de Estado.
Cuando los demócratas esperaban una convención tranquila, destinada a mostrar unidad para enfrentar a Donald Trump --en oposición al caótico encuentro republicano en Cleveland--, cayó la sorpresa: la revelación de Wikileaks detonó una bomba en el partido, cuyas disputas ya parecían haberse encarrilado entre los seguidores de Hillary y el derrotado Bernie Sanders.
Miles de mails divulgados el viernes muestran que funcionarios del Comité Nacional Demócrata buscaban beneficiar a Hillary, se burlaban de Sanders y sus seguidores, intentaban buscar la manera de perjudicar su campaña y, en un caso llegaron a cuestionar su compromiso con la religión judía. Aunque Wikileaks no identificó quiénes eran los funcionarios, Debbie Wasserman Schultz, la presidenta, había quedado en el ojo de la tormenta y soportó dos días de fuertes presiones para que abandone el cargo.
Ella iba a ser una de las oradoras de la convención y muchos temían que en medio del escándalo fuera abucheada por los seguidores de Sanders. Ya durante la campaña, el senador autodenominado “socialista” había acusado abiertamente a la funcionaria de no desempeñar su función en forma neutral y llegó a pedir que renunciara en medio de la interna para evitar que quedara manchada de sospechas. Los mails parecen dar la razón a Sanders.
Ayer por la mañana se dijo que la funcionaria no iba a hablar en el recinto, pero aparentemente esa decisión no alcanzó. En una nota oficial difundida por la tarde, Wasserman Schultz afirmó que se propone ayudar a fortalecer el Partido Demócrata y a la candidatura de Clinton. “La mejor forma para mí de cumplir esos objetivos es renunciar a mi puesto de presidenta del partido al finalizar la convención”, escribió. Sanders respiró: “Tomó la decisión correcta”, dijo.
Jeff Weaver, quien fue jefe de la campaña de Sanders, no logró esconder la enorme irritación del campo demócrata con el escándalo. “Ellos decían que eran neutrales, y nosotros sabíamos que no lo eran. Ahora tenemos la evidencia de que buscaban plantar historias negativas sobre Sanders. Los electores están furiosos, y tienen razón”, dijo Weaver a la prensa, aunque luego suavizó sus palabras y dijo que hay que mirar hacia adelante en favor de la unidad del partido.
Un vocero de la campaña de Hillary había dicho a CNN que “expertos del partido” sospechaban que piratas informáticos rusos habían invadido los servidores del Comité Nacional Demócrata y ahora estaban divulgado esos correos para ayudar a la elección de Trump.
Miles de seguidores de “Bernie” marcharon ayer por Broad Street. Con tambores y gritos pedían democracia y transparencia. Alex Staterwhite, de 25 años, que caminaba bajo los 36 grados de temperatura con una remera de Sanders, dijo a esta corresponsal que “esto demuestra que teníamos razón. El partido está corrupto y Bernie lo tiene que limpiar”. David Sánchez bramaba furioso: “Lo sabíamos, Bernie lo denunció y nadie nos escuchó, ahora es demasiado tarde”.
En un hotel cercano al centro de convenciones donde miles de periodistas retiraban ayer sus credenciales, un puñado de delegados –partidarios de Hillary, quisieron permanecer en el anonimato-- conversaban sobre la noticia de la renuncia. La verdad, “no me extraña que la cúpula haya boicoteado a Sanders, pero es algo que no puede pasar. La dimisión de la presidenta ayuda a descomprimir el escándalo antes de la convención. El partido tiene que salir unido para pelear contra Trump”, dijo uno de ellos a Clarín. “Si hubiera votado a Bernie estaría furioso”, dijo otro.
La interna entre ambos precandidatos resultó una durísima batalla porque el discurso de progresista de Sanders movilizó a millones de votantes jóvenes entusiasmados por sus posiciones contra Wall Street y a favor de las universidades gratuitas y el aumento del salario mínimo. La ex secretaria de Estado tuvo que girar un poco a la izquierda y luchar hasta casi el final de las primarias para obtener la nominación.
Sanders será uno de los principales oradores en la apertura hoy –también hablará Michelle Obama-- y se espera con ansiedad su discurso. Según trascendió, dará un mensaje de unidad partidaria y, sobre todo, resaltará que se ha logrado plasmar “la plataforma más progresista en la historia del partido”, que incluye entre otras cosas el compromiso de elevar el salario mínimo gradualmente a 15 dólares (casi el doble), la universidad gratuita para quienes tienen ingresos inferiores a 125.000 dólares anuales. También atacará a Trump y dirá que Hillary será mejor presidenta que él.
El escándalo de los mails ensombreció una buena noticia para Hillary: ayer, el ex alcalde de Nueva York, Michael Bloomberg, dio su apoyo a la ex secretaria de Estado. Demócrata hasta el año 2000, luego republicano, el magnate había evaluado presentarse como independiente ante el avance de Trump, pero finalmente desistió.
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