La danza de nombres de “ministeriables” no se detiene. Alberto Fernández llamó a silencio a los apalabrados.
A diez días de asumir la presidencia, Alberto Fernández parece tener definido el rumbo económico que intentará fijar para el inicio de su gestión.
Ese rumbo lo fue definiendo bajo la idea de dar desde el arranque un impulso al consumo de los sectores de menores ingresos en el convencimiento de que el consumo volverá a ser la locomotora que pondrá en funcionamiento la economía después de la fuerte caída de actividad del último año y medio.
La batería de instrumentos se concentraría en una suba de las jubilaciones mínimas y de la Asignación Universal por Hijo, un aumento de suma fija de entre $6.000 y $7.000 para todos los asalariados, la eliminación del IVA para los alimentos del sector de menores ingresos, y todo en el marco de un acuerdo con empresarios y sindicatos en el intento de mantener estabilizados los precios de la canasta familiar por algunos meses.
Ese plan tendrá como paraguas la intención del Presidente electo de postergar por algunos años (¿dos, tres?) el pago de los vencimientos de la deuda pública, por lo menos en lo que hace al capital, a cambio de no aplicar quitas ni en el capital ni en los intereses. ¿Lo logrará? Todo está en el campo de estudio y, por tanto, resulta opinable.
En ese tablero el tema cambiario tiene una certeza y una duda crucial. La primera es la continuidad del cepo cambiario; la segunda es cuál será el precio del dólar de arranque deseado por Fernández.
Tal vez el actual nivel de $63 le resulte adecuado para marcarles la cancha a los formadores de precios y para no alimentar la inflación en los primeros meses de su gestión. Pero los expertos en cuestiones fiscales se preguntan si este dólar será suficiente en el momento de aplicar las subas de retenciones a las exportaciones del campo, a la energía y a la minería que estarían en gestación.
Alberto F. ya adelantó que aumentarán los impuestos a esas actividades pero, tal vez, para recaudar más, debería tener un dólar más alto. ¿Será desde el arranque?
Buena parte de las dudas comenzarán a tener respuesta el próximo viernes, cuando se conozca el gabinete de ministros que acompañará al Presidente electo. Y en el área económica, la danza de nombres y cargos sigue a marcha redoblada.
El periodista Marcelo Bonelli sumó el viernes el nombre de Martín Abeles a la lista de posibles conductores del Palacio de Hacienda que ya integraban Cecilia Todesca, esposa de Abeles y a la vez la economista más escuchada por Fernández, Guillermo Nielsen (también podría ser titular de YPF), Matías Kulfas (quiere estar en Producción), Martín Guzmán (con muchas chances de ser secretario de Finanzas para renegociar la deuda; dicen que su visión de postergar el pago de la deuda sin quita fue del gusto de Cristina Kirchner).
Esos nombres siguen dando vueltas después de que se fueran desdibujando las posibilidades de Roberto Lavagna (podría conducir el Consejo Económico y Social a crearse), Martín Redrado y Carlos Melconian que, por distintos motivos, salieron del radar de los ministeriables.
Abeles, que actualmente es director de la Comisión Económica para América Latina (Cepal), un cargo interesante para los economistas, tiene a su favor la experiencia desarrollada en el sector público.
Estuvo en Economía bajo la conducción de Martín Lousteau en los tiempos de definición de la resolución 125 y venía de acompañar a Felisa Miceli. También trabajó cerca de Cristina Kirchner al actuar como sherpa en materia económica para reuniones del G20.
Como sucede en otras áreas, Alberto Fernández mantiene la intriga sobre el llenado de los casilleros. No le aseguró el puesto a ninguno de los economistas en danza y llamó a silencio a los apalabrados.
A diez días del nuevo Gobierno se conocen más lineamientos de la política económica que quiénes serán los encargados de amalgamarlos en un plan.
La estrategia elegida por el presidente Fernández de arrancar por la postergación del pago de la deuda y alimentar una mejora del consumo tiene identidad pero aún falta conocer el conductor efectivo y cómo piensa hacer consistentes esos objetivos con la delicada situación de las finanzas argentinas.
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