El candidato K escucha a economistas muy distintos. Quiénes son y qué piensan. Por qué no termina de confirmar su modelo. El FMI en la mira.
Dice uno de los economistas que habla con Alberto Fernández y que tendría derecho a aspirar a convertirse en su ministro de Hacienda si lo argentinos ratificaran en las urnas el cambio de rumbo político: “Cristina vació todas las cajas. Macri agotó el crédito internacional. Cada uno, a su manera, rascó su propio fondo de olla”. El diagnóstico es -y el ganador de las primarias lo admite en sus charlas reservadas- dramático: se necesitarán mucho más que dogmas y buenas intenciones para superar la tormenta perfecta que hace tiempo empezó a cerrarse sobre la economía.
“Son dos herencias las que nos caerían encima. No una”, asume uno de los asistentes habituales al búnker del barrio de San Telmo. La primera es la que el propio Fernández detallaba cuando estaba enemistado con Cristina (“la economía se destruyó en su segundo mandato, hubo cepo, se cerró la economía, se perdieron reservas, se rompió la relación dólar-peso y aumentó la pobreza”); la segunda, en cambio, aún está por verse, según los ojos del candidato.
Sus colaboradores más cercanos consideran que ese velo se correría recién el día después la asunción. No porque Mauricio Macri quiera ocultarles demasiado (los números de inflación, pobreza y desempleo que refleja el Indec y la pérdida de reservas del Banco Central hablan por sí solos), sino porque no están seguros de qué puede llegar a pasar en los próximos tres meses.
De vez en cuando, en el universo de fieles que va componiendo el nuevo esquema de Fernández se preguntan si, en caso de confirmar su victoria el 27 de octubre, la Argentina será más parecida a la que recibió Carlos Menem de manos de Raúl Alfonsín o si tendrá mayor similitud con la que encaró Néstor Kirchner tras la transición de Eduardo Duhalde. El candidato presidencial lo charló puntualmente con Sergio Massa, pero la comparación se trasladó luego a otros protagonistas de la coalición. No todos piensan igual.
Tampoco coinciden sobre cuál debe ser el camino para volver a crecer. “Alberto está preocupado en serio por la economía. Es nuestra obsesión”, confía uno de los hombres que no pasa día sin verlo. El dilema es grande: miles de los votantes que inclinaron la balanza a favor del Frente de Todos lo hicieron para castigar la política de ajuste macrista. Pero resulta que la única fuente de financiamiento que hoy por hoy tiene la Argentina es el FMI. No parecería ser materia opinable. Los mercados estaban casi cerrados antes de las primarias y el día después se cerraron más. Lo dicen los economistas que están muy pegados o más o menos cerca de Fernández.
La lista es larga y variada: desde Matías Kulfas, Cecilia Todesca, Emmanuel Alvarez Agis y Guillermo Nielsen hasta Martín Redrado, Miguel Peirano y Carlos Melconian, pasando por Axel Kicillof, el casi gobernador de la provincia de Buenos Aires. Todos se preocupan por guardar silencio mediático sobre cuál es la receta para superar la crisis. ¿Un silencio a pedido del propio Fernández?
La excepción es Melconian, que acaba de presentar su libro “Cantar la justa”. Fernández admitió días atrás que habla y recibe sugerencias de él. El kirchnerismo de paladar negro hizo la vista gorda. Una imagen de los nuevos tiempos, acaso. ¿O será que primero hay que ganar la elección que vale? “Todavía hay que terminar de cazar al oso. Falta bastante para sentarnos a discutir cómo repartir la piel”, al decir de un importante dirigente del espacio.
Volviendo a Melconian. Fue echado del Banco Nación por el Presidente cuando se enteró de que, en conversaciones informales, criticaba el gradualismo. Más: cuando en el pico de la crisis cambiaria de 2018 Macri lo tentó para volver como ministro de Hacienda, el economista le planteó diferencias tan grandes con su modelo que implicaban que, para asumir, debían irse Marcos Peña, Gustavo Lopetegui y Mario Quintana.
La moneda estará en el aire varias semanas más, creen en el albertismo, aunque los polos que trazan son bien opuestos. País con reservas versus país sin reservas; país con acuerdo con los acreedores versus país sin acuerdo; país con precios ordenados versus país sin precios encaminados; país con inflación proyectable versus país con inflación descontrolada. Por eso, parte del truco es que no se interrumpa el diálogo Macri-Fernández, pese a que algunos operadores K intentan decir que no existe. El vínculo es tan real como que no tiene intermediarios. El ex jefe de Gabinete podría sentarse a charlar con Macri, ahora sí en persona y de cara a la sociedad, si finalmente es elegido como sucesor.
Macri aún mantiene la fe en llegar al balotaje. “Es difícil pero no imposible”, aseguran en el equipo de Jaime Durán Barba. Peña machaca que Fernández perderá votos en octubre, que fiscalizarán mejor y que si concurre más gente a votar hay una oportunidad de llegar al balotaje. El ala escéptica del Gobierno nacional y de la administración provincial que encabeza María Eugenia Vidal hace comentarios hirientes sobre el optimismo de ese sector. “No la vieron y no la están viendo”, sostienen. Hablan con los focus groups en la mano: los nuevos trabajos del sociólogo Roberto Zapata desnudan que las elecciones pasadas fueron vistas como “un plebiscito sobre la economía”.
Como sea, Macri no tendrá la misma actitud de Cristina Kirchner. Si le toca perder asistirá al traspaso de mando, por más que Fernández no tenga ese acto entre sus principales preocupaciones. “Si prefiere, que me deje la banda por mesa de entrada o que me la mande por correo”, ironizó hace muy poco.
El socio de Cristina está obligado a mirar los números. El año que viene el país necesitará salir a buscar unos 10 mil millones de dólares para financiar el déficit. El número es borroso y depende de muchas variables. Hay operadores de la city que estiman que la cifra podría trepar al doble. No será un año fácil 2020, pero los que siguen serán determinantes: ente 2021 y 2026 se producirán los vencimientos con el FMI por US$ 57 mil millones.
“Ojalá Alberto se decida a impulsar un plan económico serio y corra definitivamente a Cristina”, opina otro de los economistas de su entorno. Fernández escucha a propios y extraños, toma nota, duda. La herencia de ayer y la de hoy no lo ayudan. El mundo tampoco es lo que era mientras él fue funcionario. En eso sí coincide con Macri: basta un tuit de Trump para alterarlo todo.
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