En el siglo XXI los crecientes problemas ambientales requieren políticas que den respuestas precisas para evitar el sufrimiento de la población. El Cambio Climático Global avanza y los ambientes urbanos son especialmente vulnerables. Las olas de calor, cada vez más frecuentes e intensas, aumentan la mortalidad en adultos mayores y niños como se comprobó en estos últimos años en Canadá y en ciudades europeas; en estos momentos España sufre una prolongada ola de calor primaveral inédita.
Por Medardo Ávila Vázquez
Las ciudades necesitan contar con políticas ambientales que mitiguen y las adapten a los efectos del Cambio Climático para proteger a la población. Córdoba carece de esas políticas, la política ambiental de la ciudad y de la Provincia no tiene en el centro de su preocupación a los cordobeses que necesitan para vivir un ambiente sano, su interés principal está puesto en la prosperidad de las empresas locales o multinacionales, en especial las del agronegocio.
La Municipalidad gasta millones de pesos en una Cumbre Mundial de Economía Circular, pero es una ciudad que no puede dar testimonio de ello: tiene un malísimo manejo de los residuos sólidos urbanos (RSU), la producción de basura bate record, 1,3 kilos por vecino por día, más de 2.200 toneladas diarias de RSU llegan al predio de Piedra Blanca diariamente, conformando el negocio más grande de la ciudad concentrado en pocas manos. No hay intención de disminuir el volumen, no hay metas de reducción ni políticas activas en ese sentido, si se reduce la basura se reduciría el negocio, pero eso no pasa por negligencia, pasa por decisión política.
Nuestra reutilización y el reciclado (circularidad) es insignificante, es menor al 3%; la empresa municipal, CRESE, en sólo dos años de trabajo llegó a reciclar el 20% del volumen diario, ciudades alemanas y austriacas recuperan hasta el 60%, pero en Colombia y en nuestro país pequeñas y medianas ciudades llegan a recuperar hasta el 30% de sus RSU.
El congreso internacional de economía circular, con el apoyo y protagonismo de empresas ecocidas, como Coca Cola, BlackRock y Porta, con feria de negocios verdes (que no se privó de incluir la represión de la Guardia de Infantería de la policía, para impedir el ingreso a cartoneros y trabajadores ambientales) expresa la política ambiental del cordobesismo. Mientras tanto, la degradación del ambiente urbano continua, por ejemplo, con el agua de la red contaminada con cianotoxinas procedentes del lago San Roque eutrofizado sin plan de remediación, y una ciudad que va acentuando su carácter de horno urbano en cada verano, ante el negacionismo del gobierno.
En 2008 Sandra Díaz, científica cordobesa, integrante del Panel Internacional sobre Cambio Climático (IPCC), presentó a las autoridades municipales una propuesta de adaptación y mitigación del cambio climático global para Córdoba en el siglo XXI; nada de ello se hizo ni se tuvo en cuenta, la Municipalidad ni sabe cuántos árboles tiene la ciudad (que son los verdaderos aires acondicionados que necesitamos).
La política ambiental local banaliza conceptos como economía circular y simula compromiso ambiental, mientras retira al Estado de sus responsabilidades y otorga todo el protagonismo al sector empresarial, que nunca duda en multiplicar su capital, aun a costa del ambiente y la salud de los cordobeses.
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