Por: Pablo Ibáñez• Regresó, anoche, Cristina de Kirchner de su descanso en El Calafate. En ronda con ministros comenzará a ordenar la agenda y el formato de la convocatoria a la Mesa de Diálogo mientras se esperan señales en materia económica. • Sigue incierto, sin embargo, el capítulo Guillermo Moreno, que ayer recibió el respaldo de Amado Boudou. • En paralelo, la figura que salió más fortalecida tras el cambio de gabinete, Ricardo Echegaray, ya prepara a uno de sus laderos para suceder al secretario de Comercio. Además Iván Budassi, su segundo en AFIP, reemplazaría a Carlos Cheppi en Agricultura. • El Mercado espera, más que nada, un pronto desenlace respecto de Moreno. • Los empresarios, en tanto, parecen resignados a convivir con el polémico funcionario y, además, no expresan grandes expectativas por la convocatoria al diálogo que hizo Cristina: ni siquiera tienen agenda propia para llevarle al Gobierno.
El último enroque del gabinete lo fortaleció: por la caída de Sergio Massa, con quien jamás se llevó bien -resquemor que arrastran desde que militaban en la UPAU- y por la entronización de Amado Boudou, a quien conoció en Mar del Plata, en Economía.
Soldado de Kirchner, su influencia podría ampliarse en estos días. Su segundo en la AFIP, Iván Budassi, rankea para suceder a Carlos Cheppi en Agricultura. Otro de sus laderos, Emilio Eyras, hoy en la ONCCA, asoma como reemplazante de Guillermo Moreno.
Si la secuencia se concreta completa, Echegaray controlará todos los resortes de las cuentas públicas -con excepción del Banco Central-. Esa escalada, en el pasado sólo tuvo una pausa: cuando dejó la Aduana tras su riña con Alberto Abad, por entonces en la AFIP.
Inminente
Anoche, uno de esos movimientos parecía inminente: en estas horas Budassi podría ser designado como secretario de Agricultura en camino a convertirse en el negociador con la Mesa de Enlace.
Una expansión semejante a la de Echegaray parece un fenómeno inimaginado en el planeta K tratándose de un dirigente que se formó con los manuales de los Durañona.
Con el tiempo se convirtió en un factor recurrente, casi una condición para escalar en un gabinete K. Como el jefe de la AFIP, de esa es-cuela proviene Boudou. También Massa, pero, apadrinado por el luego barrionuevista Alejandro Keck, en la UCeDé reportaba a José María Ibarbia.
Metódico y disciplinado, Echegaray opera sobre una premisa rigurosa: jamás recomienda nada sin que sus mandos, Néstor y Cristina Kirchner, se lo pregunten. Es incapaz de vocear una sugerencia, de motu proprio, si no existe previamente un pedido para que lo haga.
Eso explica su zigzagueo sobre la inclusión o no del tema retenciones en la Mesa de Diálogo que la Presidente convocó el 9 de Julio desde Tucumán. Cuando afirmó que no se incluiría en la agenda estaba con el chip poselectoral. Después reseteó y actualizó.
La semana pasada, Echegaray se enfocó en otra tarea: buscar un reemplazo, se afirma que por mandato de los Kirchner, para Cheppi en la Secretaría de Agricultura. Trató de convencer a Budassi, el número dos de la AFIP, que fue electo legislador el 28 de junio.
Budassi, ex funcionario en Bahía Blanca, estaba anoche a un tranco de aceptar. En paralelo, por otra vía, Moreno manejaba su propia alternativa: que a Agricultura vaya Carla Campo Bilbao, subsecretaria de Producción Agropecuaria, y esposa del intendente de Moreno, Andrés Arregui.
Campo Bilbao forma parte de un staff femenino cristinista que tiene a Débora Giorgi, la ministra de Producción, como máxima referente. Pero sigue la línea agitada y brutal de Moreno.
Entre Budassi y Campo Bilbao hay más que matices: el bahiense, también ex UCeDé, es un moderado; la dama, una ultrakirchnerista.
Antojo
Lo de Eyras, sobre quien llueven pestes por la operatividad de la ONCCA, depende de otros factores. El principal es que la expulsión -o la restricción de funciones- de Moreno sigue en zona de promesa. Si faltaban factores de intriga, ayer Boudou deslizó que seguirá en el cargo.
Lo mismo hizo, de memoria, Aníbal Fernández, al afirmar que Moreno responde a las indicaciones de Cristina de Kirchner.
Es un enigma cuándo y cómo los Kirchner dejarán de sostener a Moreno como un antojo. El llamado al diálogo asoma, de todos modos, como la última terminal del secretario de Comercio Interior.
En el mapeo K, la ficha Moreno -y de dónde provendrá su eventual sucesor-, es un dato central para la configuración de mandos y dominios por debajo del matrimonio. La influencia de Echegaray se ampliaría en detrimento de la del ministro de Planificación, Julio De Vido, que, sin embargo, avanzó un casillero con la llegada de Julio Alak a Justicia y Seguridad.
Giorgi, atormentada por Moreno, será otra de las beneficiarias porque padece, a diario, las intromisiones del secretario.
Pero el factor esencial es Boudou. Antes que a Massa, el flamante ministro de Economía tuvo como protector a Echegaray. Al punto que se asegura que en el encantamiento de Kirchner con el ex titular de la ANSES, al principio sospechado por el patagónico, fue clave la intervención de Echegaray.
Boudou se desprendió, la semana pasada, del estigma Massa. Kirchner contribuyó a eso y también a sembrar acidez entre ambos. Pícaro, casi adolescente, disfrutaba de enviarle mensajes al ex jefe de Gabinete a través del marplatense, sabedor de que eso enfurecía al de Tigre.
Cultor de la lealtad a los Kirchner, Echegaray dice que no les teme a esas rispideces. Tuvo su festejo con el derrumbe de Massa. Y a Boudou, aunque autónomo, lo considera de su club.
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