La epidemia causa cada vez menos víctimas; aún no hay vacunas ni tratamiento
DAKAR, Senegal.- Un alto funcionario de las Naciones Unidas en la lucha contra el ébolaencontró para saludar a sólo tres pacientes en el centro de tratamiento que visitó esta semana en Sierra Leona. A las familias de Liberia ya no se les exige la cremación de los restos de sus seres queridos para frenar el contagio de esta virulenta enfermedad y en las calles de la capital de Guinea es raro ver los antes omnipresentes baldes plásticos con agua y lavandina para lavarse las manos.
Diez meses después de que los funcionarios de salud despertaron a la realidad de que enfrentaban un brote sin precedente de ébola en África Occidental, tanto expertos como funcionarios aseguran que la tendencia está cambiando, aunque las treguas anteriores ya han demostrado ser de corta duración.
No existen vacunas ni tratamientos patentados, ni tampoco queda claro si la comunidad internacional realmente aprendió algo de esta epidemia que dejó por lo menos 8675 muertos.
"Las cosas cambiaron para mejor drásticamente, eso es innegable", dijo Aitor Sánchez Lacomba, director para Liberia del Comité de Rescate Internacional. "Pero ¿cómo estar seguros de que estas situaciones no se repetirán?"
En otros brotes anteriores de diversas enfermedades, incluidas el Síndrome Respiratorio Agudo Grave (SRAG) y la gripe aviar, se escucharon llamados a reforzar los sistemas de vigilancia sanitaria mundial, pero poco cambió.
Tras la pandemia de gripe H1N1 en 2009, la Organización Mundial de la Salud (OMS) encargó un informe independiente, que recomendó la creación de un fondo de 100 millones de dólares para crisis sanitarias y potenciar a los profesionales de la salud especializados en respuesta rápida. Pero no se hizo ninguna de las dos cosas.
El precio en vidas humanas que se cobró el ébola puede verse crudamente en una parcela de la capital liberiana donde ahora sólo hay sepultadas víctimas de la enfermedad. Sobre las tumbas, un palo clavado a tierra con un cartel con el nombre de cada muerto. Las familias esperan poder algún día reemplazarlos por lápidas de cemento donde figuren su fecha de nacimiento y muerte.
"Las recriminaciones son contraproducentes, pero tenemos que saber si hubiese sido posible responder a este brote con más celeridad, menos costo y sufrimiento", dijo esta semana, ante la Asamblea General, el doctor David Navarro, jefe de la ONU para el ébola.
Julius Kamara, padre de dos niñas que siguen confinadas a sus casas sin ir a la escuela, dijo que ahora, en Sierra Leona, algunos de los baldes plásticos para higienizarse ya están vacíos, que casi no hay puestos de control en las calles, y que las restricciones a los desplazamientos fueron levantadas, aunque sigue la prohibición de reunirse.
"No vemos la hora de que todo vuelva a la normalidad", dijo Kamara. Guinea reabrió las escuelas esta semana. Liberia lo hará el 2 de febrero, y Sierra Leona, en marzo.
"La epidemia retrocedió", declaró recientemente Ismael Ould Ahmed, nuevo jefe de la Misión de Respuesta de Emergencia al ébola de la ONU. El número de casos en Guinea y Sierra Leona está en su mínimo desde agosto, y en Liberia, en su punto más bajo desde junio.
De todos modos, Ahmed y otros funcionarios advierten que no cuentan con la información crucial de los casos que aún persisten. Sólo alrededor de la mitad de los nuevos casos registrados en Guinea y Liberia son fruto del contacto, lo que implica que el resto de los contagios es de origen desconocido.
Ese tipo de estadísticas ni siquiera existe en Sierra Leona, donde muchas muertes no son reportadas porque las familias quieren poder enterrar a sus muertos, según sus tradiciones, que incluyen el contacto físico con el cadáver, una de las maneras más rápidas de difusión del virus.
"El número de casos todavía es alarmante, y surgen focos en nuevos lugares, lo que me hace pensar que todavía hay mucho de esta enfermedad que no entendemos", dijo Navarro, de las Naciones Unidas.
El brote no ha matado a tantas personas como algunos predijeron. En su punto álgido, una estimación advertía que de no mediar una intervención más activa, para mediados de enero habría hasta 1,4 millones de infectados. Pero el costo humano probable, previsto y confirmado es de 21.797 casos, 8675 de ellos, mortales.
Casi todos los organismos y gobiernos trastabillaron en su respuesta al ébola, y ahora se estima que para los tres países más afectados implicará una pérdida en crecimiento económico de 1600 millones de dólares para el año 2015.
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